Descripción |
Magnasco fue miembro de la Academia de San Lucas en Milán. Tanto en la capital lombarda como en su Génova natal, en Florencia y en otros lugares, es un pintor imprescindible del último barroco, por su longevidad y su personalísimo estilo, de pincel nervioso y fantasía desbordante, muy relacionado con Sebastiano Ricci. A lo largo de su obra abundan escenas de la vida conventual, como en este caso. En otros lienzos aborda asuntos mitológicos, pasajes de la Biblia, escenas de género o capricci paisajísticos, a veces en colaboración con otros pintores como Clemente Spera o Anton Francesco Peruzzini.
Este lienzo muestra un rito penitencial en el convento: el capítulo de culpas, en que cada fraile se acusa de faltas leves ante toda la comunidad. El prior impone castigos, que han de cumplirse también a la vista de todos. No se trata por tanto del sacramento de la confesión siempre secreta e individual. En el suelo, varios recipientes con ceniza transmiten la idea de profunda humildad y constante penitencia en que insisten todos los reformadores de las órdenes religiosas en el paso del siglo XVII al XVIII.
Dentro de la vasta obra de Magnasco, el cuadro de la Academia puede compararse con otro que se conserva en Stuttgart, fechable en la misma época (1730-1740).
Este cuadro fue descrito por Gautier, que lo cree obra del Greco: "un boceto fantástico del mismo Greco; representa a unos monjes haciendo penitencias, que sobrepasan todo lo que Lewis o Anne Radcliffe han podido soñar de más misteriosamente fúnebre".
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