Foto: Miguel Ángel Otero

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Museo Museo Nacional de Antropología
Inventario CE579
Clasificación Genérica Objetos rituales; Actividad bélica; Actividad comercial; Restos humanos
Objeto/Documento Cabeza reducida
Nombre Específico Tsantsa
Materia/Soporte Piel humana
Peluca: Pelo marrón
Tejido beige
Cordón: Algodón beige
Técnica Cortado
Cocción
Alisado
Perforado
Ahumado
Cosido a mano
Cordelería por torsión
Cordelería por trenzado
Atado
Dimensiones Altura = 49,50 cm
Cabello: Longitud = 45 cm
Cabeza: Altura = 10,20 cm; Anchura = 9,40 cm; Profundidad = 10,30 cm
Cordón: Longitud = 42,50 cm
Descripción Cabeza reducida humana, el color de la piel es gris muy oscuro y se le ha aplicado algún tipo de barniz al rostro. Labios y nariz son pronunciados. Los labios han sido restaurados, cuentan con dos perforaciones en las que se insertan largos cordones de algodón que cuelgan. Los cordones presentan una coloración más oscura en algunas zonas, a modo de bandas horizontales. Los ojos están cerrados. Presenta sendas perforaciones en los lóbulos de las orejas. La piel fue estirada y pegada a su actual soporte. El cabello no es original, ya que cuenta con una peluca con pelo largo de color castaño oscuro. Tiene un cordón de algodón trenzado a la altura de la coronilla, para suspensión.

Clasificación razonada:
Los shuar eran muy conocidos en la literatura antropológica de finales del siglo XIX y principios del XX como cazadores de cabezas, y por la preparación de la "tsantsa", la cabeza reducida. Pese a que los conflictos bélicos entre ellos y con otras sociedades como los achuar terminaron aproximadamente en 1960, y desde entonces los shuar no hacen cabezas reducidas, esta imagen ha permanecido imperturbable en el imaginario popular. Su fama de guerreros estaba justificada, en su cultura tradicional la guerra ("meset") tenía un importante papel, ya que era una de las principales actividades masculinas. Los hombres obtenían prestigio siendo buenos guerreros y cazadores. Un guerrero valiente y experimentado, que ha conseguido muchas "tsantsas" es un "kakáram", un hombre poderoso. Se distinguen dos tipos de guerra, intraétnica e interétnica. La guerra intraétnica, dentro del mismo grupo étnico, son más bien riñas internas que se saldan con asesinatos de personas concretas a modo de venganza por una ofensa, en este tipo de guerra no se hacen "tsantsas" de los enemigos asesinados. La guerra interétnica es la guerra propiamente dicha, el objetivo aquí era el exterminio de un grupo distante, de su mismo tronco lingüístico, generalmente achuar, y la obtención de cabezas reducidas.
Tras el ataque al grupo enemigo, los guerreros vencedores se disponen a cortar las cabezas de los hombres que han asesinado. Mediante un corte en forma de "U" se retira la piel del pecho, se corta el cuello y se separa la cabeza del resto del cuerpo. Se pasa una cuerda por la boca de la víctima para poder transportarla o bien se envuelve en hojas y se introduce en una cesta. Los vencedores huyen para evitar las represalias de los vencidos y cuando llegan a una zona de la selva que consideran segura comienza la preparación de las "tsantsas". Se realiza un corte vertical en la parte posterior de la cabeza hasta la nuca para extraer el cráneo y se retira la carne adherida a la piel. El cráneo es desechado. La piel se introduce en una olla con agua hirviendo y se cuece, este proceso es delicado, ya que si cuece demasiado tiempo el pelo puede caerse. Tras la cocción, la piel de la cabeza queda reducida a un tercio de su tamaño y adquiere un tono amarillento, quedando gruesa y elástica. Tras enfriarse y secarse, se retiran los restos de carne con un cuchillo y la incisión de la parte posterior se cose con fibra de chambira. A la apertura del cuello se le añade un anillo realizado con una liana llamada "kaap´" que se une cosiéndolo con fibra de chambira. Después, se introducen piedras calientes en el interior de la cabeza, mientras tanto el exterior se alisa con otra piedra y se le da forma al rostro con las manos. Tras esto se introduce arena caliente. Se elimina el vello facial con ayuda de una antorcha y se depilan cejas y pestañas para dejarlas en la proporción adecuada, ya que el tamaño de la piel se ha reducido considerablemente. Se clavan tres fragmentos de madera de palmera chonta ("Bactris gasipaes") en los labios para que la boca permanezca cerrada y se enrolla a ellos un cordón de algodón o chambira. Se hacen una o dos perforaciones en la cabeza a la altura de la coronilla para introducir un cordón para poder colgarla sobre el fuego y ahumarla (también para que el dueño se la pueda colgar del cuello). Tras el proceso de ahumado el color pasa del amarillento al negro y la piel se vuelve más dura. Algunos autores cuentan cómo además la cara se pinta de negro con carbón. El tamaño final de la cabeza es el de un puño o una naranja.
Los guerreros victoriosos regresan a casa con las "tsantsas", el éxito de una incursión guerrera se mide por el número de "tsantsas" obtenidas. Entonces tiene lugar la primera fiesta de la victoria o de celebración de la "tsantsa", en el hogar de la persona que organiza el ataque. La segunda fiesta de la victoria se celebra entre tres meses y tres años después en la casa del dueño de la "tsantsa" y sirve de anticipo de la gran fiesta de la victoria, Einsupani o Námper Tsantsa, que se celebra a los dos o incluso más años después, y dura seis días. En esta última tienen lugar varias ceremonias, de todas ellas la que más nos interesa es la del último día, cuando el "wea" (oficiante del ritual) corta el cuello de la "tsantsa" y con él el anillo de "kaap´", retira los palitos de chonta de los labios y en su lugar coloca largos cordeles de algodón blanco, como los que lleva esta pieza. En ocasiones estos cordones están pintados con "ipiak", un tipo de pigmento vegetal de color rojo (achiote, "Bixa orellana"). Las manchas horizontales de los cordones podrían ser restos de "ipiak". En todas las ceremonias de estas fiestas, las parientes femeninas del guerrero que ha conseguido la "tsantsa" tienen un papel muy importante.
Los shuar hacen "tsantsas" porque de esa forma el "emésak" o alma vengativa del enemigo muerto, quedará atrapada en la cabeza reducida y así no hará daño a su asesino ni a su familia. De hecho, por eso se clavan los labios con palitos de chonta, para que el alma no salga por la boca, y se le pinta la cara de negro para evitar que el "emésak" pueda ver. Pero por otra parte, mediante las distintas ceremonias de la "tsantsa" se intenta controlar al "emésak" para que otorgue beneficios a la familia de su asesino, beneficios en forma de fertilidad de cultivos y animales domésticos, así como de la propia fertilidad de la esposa o esposas del asesino. Como las mujeres son las encargadas de la horticultura y el cuidado de los animales domésticos, su papel en las ceremonias es fundamental.
Tras la última fiesta de la "tsantsa" el "emésak" es expulsado de la cabeza reducida y enviado a su hogar, por lo tanto la cabeza queda vacía de poder y deja de tener valor. Algunos guerreros eran enterrados con sus "tsantsas", o estas eran guardadas en el interior de una vasija cerámica como recuerdo, también hay testimonios que afirman que simplemente eran desechadas.
Desde finales del siglo XIX es habitual que tras la última fiesta de la "tsantsa", o incluso antes, esta fuera vendida a un occidental a cambio de un rifle. El interés de los occidentales por las cabezas reducidas fue tal que provocó que muchas incursiones guerreras se realizaran con la única finalidad de conseguir "tsantsas", para poder venderlas y así obtener armas de fuego, especialmente desde finales del XIX hasta 1920. Parece que antes no se hacían cabezas reducidas de mujeres y a partir de este momento comienzan a realizarse. La "tsantsa" se convirtió en el principal bien demandado por los occidentales en el comercio con los shuar. Este comercio en el siglo XX era ilegal, tanto Ecuador como Perú prohibieron la venta de cabezas reducidas.
Dado el éxito que tuvieron las "tsantsas" entre los coleccionistas y museos de Europa y Estados Unidos, pronto comenzaron las imitaciones. La primera referencia a este tipo de actividad aparece en la temprana fecha de 1872. Se trata de personas que no pertenecen a ninguno de los pueblos del tronco lingüístico jibaroano, pero que han aprendido de ellos el proceso de reducción, por lo que son falsificaciones difíciles de detectar. Las hacían con los cuerpos de indigentes o cadáveres sin identificar de la morgue o los hospitales. En otras ocasiones se trata de imitaciones realizadas con piel de animales y son fácilmente reconocibles. Hay una serie de claves para detectar una falsificación, como el peinado, los shuar y achuar llevaban el pelo largo con flequillo y una capa intermedia. En las auténticas el corte de la parte posterior de la cabeza está cosido con fibra de chambira de manera rudimentaria, muchas de las falsificaciones son realizadas con instrumental quirúrgico y el corte ha sido perfectamente cosido, en ocasiones, con hilo comercial. La frente de las verdaderas suele contar con dos depresiones a la altura de las sienes, producto de su manipulación en el proceso de preparación cuando son introducidas las piedras y arena caliente. Las auténticas no tienen vello facial y están pulidas, la piel es de color negruzco y cuentan con una o dos perforaciones en la coronilla para pasar el cordón de suspensión, así como tres o cuatro perforaciones en los labios para colocar los palitos de chonta. Las falsas cuentan a veces con múltiples adornos, como tocados de plumas, que las auténticas no tienen, el único adorno son los cordones de algodón de los labios y, en ocasiones, pendientes.
Como esta pieza fue sometida a una restauración muy agresiva no podemos comprobar la mayoría de las características que distinguen las "tsantsas" auténticas de las falsificaciones, la piel y la configuración de los rasgos faciales parecen auténticos y son similares a los de otras cabezas reducidas del Museo. Pero como la piel ha sido estirada y deformada para montarla en el soporte al que está pegada, no se aprecia la forma original de la cabeza y carece de las características depresiones en los laterales de la frente. Como tiene una peluca desconocemos cómo era el cabello original y ésta tapa la posible incisión vertical de la parte posterior de la cabeza. Las cabezas originales no llevaban barniz en el rostro, pero probablemente el que presenta la pieza sea producto de la restauración.

Referencias bibliográficas:
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BIANCHI, César (ed.) (1982): Artesanías y Técnicas Shuar. Sucúa: Ediciones Mundo Shuar.
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HARNER, Michael J. (1978): Shuar: Pueblo de las Cascadas Sagradas. Primera edición en español. Quito: Ediciones Mundo Shuar.
KARSTEN, Rafael (2000): La vida y la cultura de los shuar. Cazadores de cabezas del Amazonas occidental. La vida y la cultura de los jíbaros del este del Ecuador. Segunda edición en español. Quito: Ediciones Abya-Yala.
PEERS, Laura (2011): Shrunken Heads. Oxford: Pitt Rivers Museum, University of Oxford.
RUBENSTEIN, Steven Lee (2007): "Circulation, Accumulation, and the Power of Shuar Shrunken Heads". Cultural Anthropology, vol. 22, nº 3, pp. 357-399.
STEEL, Daniel (1999): "Trade Goods and Jívaro Warfare: The Shuar, 1850-1957, and the Achuar, 1940-78". Etnohistory, vol. 46, nº 4, pp. 745-776.
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URIARTE, Luis M. (2007): "Los achuar". En Fernando Santos y Frederica Barclay (ed.) Guía Etnográfica de la Alta Amazonía, vol VI. Ancón y Lima: Smithsonian Tropical Research Institute y Instituto Francés de Estudios Andinos, pp. 1-241.
Datación 1850[ca]-1926[ca]
Contexto Cultural/Estilo Shuar [Tradicionalmente se ha utilizado el término jíbaro o jívaro para referirse a varios pueblos originarios del Alto Amazonas, los shuar, achuar, awajún, wampís y shiwiar. Estas sociedades forman parte del denominado tronco lingüístico jibaroano, comparten muchos elementos culturales, además de la lengua. Se cree que el término jíbaro es una derivación de la palabra shuar en español. En idioma shuar, el shuar chicham, shuar significa persona. El término jíbaro tiene un carácter peyorativo por lo que es preferible utilizar su autodenominación.]
Achuar [La palabra achuar significa la gente de la palmera del aguaje. Achu es el nombre que los achuar dan a ese tipo de palmera (Mauritia flexuosa), denominada así porque crece en los aguajales o zonas pantanosas de la selva. Achuar es la unión de las palabras achu y shuar, por lo tanto el etnónimo hace referencia al medioambiente en el que habitan los achuar.]
Shiwiar
Lugar de Producción/Ceca Ecuador (América del Sur, América)
Lugar de Procedencia Ecuador(América del Sur, América)
Historia del Objeto El origen de la pieza es desconocido aunque existen varias posibilidades. Durante mucho tiempo estuvo catalogada junto con la CE580 como procedente de la Comisión Científica del Pacífico, pero esto queda descartado ya que los comisionados no recogieron cabezas reducidas. Agustín Barreiro, en su obra Historia de la Comisión Científica del Pacífico (1862-1865) (1926), habla sobre las cabezas reducidas, pero no hay ninguna referencia a la recogida de tsantsas por parte de los expedicionarios, al igual que en los diarios de los propios comisionados. Barreiro sí cita las cabezas reducidas que había en el Museo en 1926, eran cuatro, una es la CE577, donación de Antonio Espina y Capo; otra es una donación reciente del rey Alfonso XIII, al cual se la regaló el Conde de la Mortera; una tercera que fue regalada al infante Fernando de Baviera en el transcurso de la Misión Española en Chile (1920), donde fue enviado en nombre del rey para asistir a la conmemoración del centenario del descubrimiento del Estrecho de Magallanes; la última es una donación del embajador de Ecuador en Francia, Antonio Flores, al Museo Nacional de Ciencias Naturales en 1863, esta sería una de las primeras cabezas reducidas que llega a Europa, ya que la primera referencia escrita que hay es la presentación en la Sociedad Antropológica de París de una tsantsa en 1862, esa cabeza fue también una donación del embajador de Ecuador en París. En el Museo hay otra cabeza más, de la que no habla Barreiro, pero que aparece en el inventario de la colección del Dr. Pedro González Velasco, fundador del Museo, está identificada con la pieza CE578.
Bibliografía ALONSO PAJUELO, Patricia. La exposición de restos humanos en museos: el caso de las tsantsas (cabezas reducidas). Anales del Museo Nacional de Antropología. Etnografías de la muerte en América Latina. Madrid: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2016, pp. 124-136.

SANTOS MORO, Francisco José de. El Mundo de las creencias. SIERRA DELAGE, Marta(A); ROMERO DE TEJADA Y PICATOSTE, Pilar(A). Teruel: Museo de Teruel (Diputación Provincial de Teruel), 1999. 114.

VV.AA.. Tesoros del Amazonas. Madrid: Museo Nacional de Ciencias Naturales, 2013. p. 102.
Catalogación Alonso Pajuelo, Patricia
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