Museo Museo Nacional de Artes Decorativas
Inventario CE25812
Clasificación Genérica Cerámica; Ajuar de mesa
Objeto/Documento Salero
Materia/Soporte Pasta cerámica
Técnica Depósito: A torno
Moldeado (Cerámica)
Esmaltado (cerámica)
Pintado a pincel
Dimensiones Altura = 5,60 cm; Longitud = 12,50 cm; Anchura = 12,50 cm
Depósito: Diámetro = 6 cm
Descripción Salero prismático triangular, de paredes rectas, con pocillo o depósito cilíndrico, de boca ligeramente resaltada en la parte superior. Interior hueco.
Anverso: esmalte blanco (perdido en las esquinas, aristas y boca del pocillo), con decoración modelada en relieve y sobrepintada en azul de tres mascarones en forma de cabeza de león en el centro de las tres paredes del cuerpo, y decoración pintada a pincel en azul, de hojas acintadas y flores de tres pétalos a ambos lados de las cabezas de animal. En la parte superior, en torno al depósito, tres flores de tres pétalos en los ángulos. Enmarcando las cuatro caras del anverso, pares de finos listeles paralelos.
Reverso: igual esmalte blanco, más ligero y perdido, base prácticamente sin cubrir.
Iconografia Anverso: Motivos vegetales; Motivos geométricos;
Anverso, cuerpo: Mascarón;
en forma de cabeza de león
Datación 1676=1725
Contexto Cultural/Estilo Edad Moderna
Lugar de Producción/Ceca Talavera de la Reina (Talavera (comarca), Toledo)
Clasificación Razonada El aumento progresivo de las importaciones de porcelanas blancas con decoración azul desde finales del siglo XVI y, principalmente, durante todo el XVII, tras la fundación de las correspondientes Compañías de Indias Orientales, provocó que en las manufacturas cerámicas europeas (Portugal, Holanda, Francia, Savona, etc.) se desarrollasen decoraciones con motivos pintados únicamente en claroscuro azul. En la cerámica de Talavera estas modas tienen su reflejo en las series decorativas conocidas como heráldicas, mariposas y más claramente en la de influencia oriental denominada de golondrinas y helechos. A finales del siglo XVII, las producciones de sólo en azul se adaptan a los cambios que se venían desarrollando desde mediados de siglo, y al igual que en las series conocidas como polícromas se desarrollan decoraciones de escenas de sentido paisajista, en plena consonancia con el efectismo barroco, y que tendrán una amplia difusión durante todo el siglo XVIII, incluso por encima de aquéllas (GÓNZALEZ ZAMORA, César, 2004, pp. 180-188).
Se trata igualmente de escenas que tienen lugar al aire libre, sin apenas excepciones, dispuestas sobre una idea de suelo y rodeadas por elementos vegetales (a menudo desproporcionados) que las sitúan en un paisaje campestre: en estas series azules son los árboles de finos troncos paralelos y varias capas de fronda. Los temas más habituales son los cinegéticos y animales, aunque también existen ejemplos con niños y otras figuras humanas, escenas religiosas y mitológicas, arquitecturas irreales derivadas de modelos herrerianos (que se pintaban con mayor detalle en las primeras series azules a finales del siglo XVII), motivos heráldicos, etc., Se trata de un cambio importante que no sólo tiene lugar en España (también en Francia, y con anterioridad había ocurrido en Italia), puesto que la cerámica empieza a ser vista, si no como soporte para decoraciones pictóricas (en España rara vez tuvo el apoyo económico para contar con pintores de primera fila), sí se comienzan a elaborar repertorios que corren en paralelo a las corrientes pictóricas y que trascienden en cierta medida lo puramente decorativo, como por ejemplo se advierte en el desarrollo de la pintura de paisajes, de la que se toman algunos detalles como los árboles de tronco seco o nudoso del que han nacido otros más finos (como los que por ejemplo aparecen en los grabados de Esaias Van de Velde, las obras de Jan van Goyen, o en Jacob y el ganado de Labán de Murillo del museo Meadows de Dallas). Para ello los pintores cerámicos podía utilizar como modelos grabados y estampas, aunque raramente los copiaban directamente: más bien eran fuente de inspiración para motivos aislados, gestos, posturas, etc. Algunos de los que más difusión tuvieron en la época fueron las series sobre caza y luchas de animales realizadas a partir de los dibujos para tapices del italiano Antonio Tempesta (1555-1630) y su maestro, el flamenco establecido en Florencia Jan Van der Straet o Giovanni Stradano (o Stradanus, 1523-1605), así como las obras sobre los juegos de niños ideadas por los franceses Jacques Stella (1596-1657) y su hija Claudine Bouzonne Stella (1636-1697) (GÓNZALEZ ZAMORA, César, 2004, p. 169).
Como se ha indicado, el inicio de esta serie se suele situar en torno al último cuarto del siglo XVII, coincidiendo con el desarrollo casi paralelo de estas decoraciones en Savona (GÓNZALEZ ZAMORA, César, 2004, p. 187), y se extendería durante casi todo el siglo XVIII, puesto que puede aparecer combinada con algunos elementos propios de las modas alcoreñas. Se han establecido diferentes dataciones según una posible evolución en los elementos que acompañan estas escenas principales (GÓNZALEZ ZAMORA, César, 2004, p. 187-188), como por ejemplo los árboles de troncos paralelos; no obstante, se tiende a utilizar estos criterios solo para agrupaciones de piezas, puesto que es arriesgado organizar cronológicamente una manifestación tan popular como la cerámica únicamente por diferencias figurativas, cuando además, en Talavera coincidieron en el tiempo varias de sus series decorativas (incluso pueden aparecer combinadas en una misma pieza).
En cuanto a las tipologías, no existen diferencias con respecto a las series policromas: se realizaron platos, salvillas, lebrillos, bacías, pilas bautismales, orzas, jarros, jarrones, escribanías, tablillas o vaseras, especieros, mancerinas, candeleros, etc., lo que contrasta con la monotonía de series anteriores, que salvo excepciones únicas, se limitaban a las piezas principales del servicio de mesa y del ajuar de cocina (platos, cuencos, orzas, jarros y especieros). Esta variedad es reflejo de la complicación de la mesa y del aumento de la demanda de la cerámica de Talavera a finales del siglo XVII, que comienza a ser apreciada como objetos decorativos de cierta suntuosidad debido, entre otras cosas, a la sucesivas pragmáticas contra el lujo que restringían el consumo de oro y plata (la primera es de 1593,y se promulgaron hasta el final del reinado de Felipe IV), y al acceso de nuevas clases sociales urbanas a un comercio hasta entonces reservado a las nobleza tradicional (principalmente en el siglo XVIII).

Este tipo de piezas formaba parte del servicio de mesa, y así aparecen representados ejemplares de perfil cúbico en algunas obras pictóricas del siglo XVII como por ejemplo, La Cena de San Benito de Fray Juan Andrés Rizzi (Museo del Prado, nº inv. P02600), El Vendedor de Carne atribuido a Juan Esteban de Úbeda o de Medina (Patrimonio Nacional, nº inv. 10066508) o la versión conservada en el MNAD (nº inv. CE26383). Las tipologías de un solo depósito seguramente fueran utilizadas para contener sal, por ser el condimento más habitual, frente a los ejemplares de dos o más pocillos.

BIBLIOGRAFÍA:
GÓNZALEZ ZAMORA, César: Talaveras. Antiqvaria, Madrid, 2004. (11.315).
PLEGUEZUELO HERNÁNDEZ, Alfonso, 1994: Talaveras en la Colección Carranza. Catálogo de la Exposición. Ayuntamiento de Talavera de la Reina. (6.654)
Catalogación Alonso Santos, Manuel
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