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Sopera, reverso, solero, y tapadera, reverso, Pintado a pincel A (Marca de la Fábrica de Alcora: marca de fábrica) [En azul] Sopera, reverso, solero, Pintado a pincel 4 (Marca de la Fábrica de Alcora: marca de control de producción, de tamaño, modelo o serie.) [En azul] Sopera, reverso, solero, Pintado a pincel 3 (Marca de la Fábrica de Alcora: marca de control de producción, de tamaño, modelo o serie.) [En azul] Tapadera, reverso, Pintado a pincel 5 (Marca de la Fábrica de Alcora: marca de control de producción, de tamaño, modelo o serie.) [En azul.] Tapedera, reverso, Pintado a pincel 1 (Marca de la Fábrica de Alcora: marca de control de producción, de tamaño, modelo o serie.) [En azul.]
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Clasificación Razonada |
Este tipo de sopera solía estar decorada con pequeños motivos vegetales y florales, dispuestos de forma ordenada por la superficie, similares a los que decoran piezas de la serie del ramito [El esplendor de Alcora, 1994, nº 276, pp. 83, 144]. En este ejemplar del MNAD, puede que la decoración se perdiese y que algún resto esté tapado por la capa de barniz blanquecino posterior, o que fuese totalmente blanca en origen (había gran variedad de modelos). Para el servicio de mesa las soperas irían colocadas sobre un plato o una fuente, según sean circulares u ovaladas [Alcora. Un siglo de Arte e Industria, 1996, nº 148, p. 260].
La serie conocida como del ramito es una de las que debió ser más popular en la época, por el gran número de piezas que nos han llegado y por ser una de las más imitadas en otras centros productores (Talavera, Ribesalbes, etc.). Se trata de una decoración de ramos de flores, frutos y hojas, de distintos tamaños, dispuestos de forma aislada y ordenada en el centro o cuerpo, y en el ala o cuello de las piezas, o formando pequeñas orlas. Estas piezas figuran entre las decoraciones del «barro común» que recoge el director de la Fábrica, Mamés Lalana, en el memorial de 1775 que recoge datos desde 1764 [TODOLÍ, Ximo, 2003, pp. 243-244]. Se desconoce cuando deja de producirse, pero dada su popularidad, y a que se han conservado bastantes piezas con esta decoración marcadas con la letra A (utilizada a partir de 1784), se pudo extender al menos durante el resto del siglo XVIII, hasta que comienza triunfar el gusto neoclásico.
Esta serie también es conocida como del cacharrero por ser las piezas que aparecen vendiéndose en el cartón para tapices de Goya El cacharrero.
En cuanto a las marcas del reverso, la A que aparece tanto en la sopera como en la tapadera es la marca de la fábrica que la Junta de Comercio y Moneda, tribunal del que dependía, le autorizó a usar en 1784 ante la competencia que ejercían los alfares de localidades cercanas como Onda (1778), Ribesalbes (1781), y sobre todo en la propia Alcora, creados para aprovechar el éxito de las series, tipologías y estilo de la fábrica del conde de Aranda. En la época se referían a ellas como «fabriquetas», «fabriquetes» o «fabriquillas», y con el trabajo de operarios salidos de la misma Fábrica (incluso algún oficial fue sorprendido sacado moldes y muestras de materiales), imitaban sus moldes y decoraciones, y vendían sus productos a un menor precio y a un público más heterogéneo. En mayo de 1788 existían cuatro de estos obradores; el gobernador de Castellón y juez subdelegado de la Junta, Mariano Lobera, reúne a los fabricantes obligándoles a elegir una marca diferente a la de la Fábrica «que cada uno debe husar en la loza de sus respectivos hobradores»: Vicente Ferrer eligió la F, Francisco Badenes la B, Joaquín Ten la T y Nadal Nebot la N. [TODOLÍ, Ximo, 2003, p. 196-212; Alcora. Un siglo de Arte e Industria, 1996, pp. 85-95].
El resto de marcas numéricas de la pieza (4 y 3 en la sopera, y 1 y 5 en la tapadera), corresponden a alguna de las otras marcas de producción utilizadas en Alcora, aunque resulta complejo identificarlas con claridad [TODOLÍ, Ximo, 2003, p. 193-196]:
-Marca de control de producción: en torno a 1749 (así se recogen en las Ordenanzas de ese año y en la nómina de pintores del bienio 1748-1750) a cada pintor y retocador se le asignaba un guarismo que cada uno de ellos tenía la obligación de pintar en cada pieza que realizasen. Estas medidas siempre fueron de difícil aplicación por la oposición de los trabajadores a que se controlase su trabajo, y con el paso de los años y el aumento de la industrialización se fueron perdiendo.
- Marcas de tamaño: sobre tipologías de las que se hacían en diferentes formatos (platos, fuentes, tazas, etc.); no se han conservado números mayores a 8.
- Existen otras marcas, no sólo numéricas, que se han identificado como marcas de modelo o de serie, pero que por la falta de referencias documentales y de ejemplares conservados son de difícil atribución.
BIBLIOGRAFÍA:
ESCRIVÁ DE ROMANÍ Y DE LA QUINTANA, Manuel, Conde de Casal, Marqués de Alginet: Historia de la cerámica de Alcora : estudio crítico de la fábrica, recetas originales de sus más afamados artífices, antiguos reglamentos de la misma. Imp. Fortanet. Madrid, 1919.
TODOLÍ PÉREZ DE LEÓN, Ximo, 2003: La fábrica de cerámica del Conde de Aranda en Alcora : historia documentada, 1727-1858. Asociación de Ceramología, Alicante, 2003.
Alcora. Un siglo de Arte e Industria. Catálogo de exposición. Castellón, febrero 1996. Valencia, marzo 1996. Bancaixa, Obra Social. 1996.
El esplendor de Alcora. Cerámica del XVIII. Colección del Museo de Arte de Barcelona. Catálogo de la exposición. Madrid, Palacio de Velázquez, 15 de marzo - 2 de mayo de 1995. Madrid, Electa y Ministerio de Cultura, Centro Nacional de Exposiciones y Promoción Artística, Dirección General de Bellas Artes y de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, 1994.
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