| Descripción |
Vista del interior de la Capilla de San Ildefonso, fundada a principios del siglo XVI por el Cardenal Cisneros, cuyo sepulcro, rodeado de una verja en torno a la que se pasean varios personajes, preside el recinto. La Capilla presenta planta rectangular o de tarbea, consistente en un gran rectángulo alargado dividido en dos grandes estancias de desiguales proporciones separadas por un arco toral. En primer plano se distingue la estancia de menor tamaño, presidida en el centro por el referido sepulcro, distinguiéndose en la pared del fondo el arco que da acceso a la otra estancia, por la que circulan varios personajes. Destaca el artesonado mudéjar de madera que en lugar de lacerías presenta decoración a candelieri en algunas tablas y también motivos geométricos. Las paredes lucen decoración de yeserías con arcos trilobulados que rematan en cruces latinas, roleos y otros motivos renacentistas, respondiendo al que ha venido a llamarse "estilo Cisneros", que combina el plateresco con el mudéjar y el último gótico florido. En la pared izquierda se advierte un nicho con un altar, dos candelabros y un crucifijo, a continuación un banco corrido sobre el que cuelga un cuadro de formato horizontal con vistoso marco, y finalmente una puerta rectangular.
Este dibujo está realizado en un soporte independiente pegado en el anverso de la séptima hoja de un álbum de estampas y dibujos de José María Avrial y Flores (Madrid, 1807-1891) que representan distintas vistas de monumentos y paisajes de Madrid, Segovia, León y otras localidades de Castilla y León. En realidad, las doce estampas que contiene fueron pegadas a la primera hoja del álbum en un momento posterior. Representan monumentos y vistas de Madrid y Avrial debió de realizarlas en la década de 1830, cuando entró a formar parte del equipo que dirigía José de Madrazo, para la serie de litografías sobre las pinturas del Real Museo y las vistas de los sitios reales que se habían encargado a Fernando Brambilla. En cuanto a los dibujos, los de las tres primeras hojas son vistas de Madrid que pudo realizar en esa misma década, pues en esos años residía en la capital hasta que en 1837 obtuvo por oposición la plaza en la Escuela de Bellas Artes de Segovia. Allí se trasladó ese año y permaneció hasta 1840. Precisamente, los dibujos de las hojas cuarta y quinta representan monumentos, lugares o escenas segovianas. A partir de la sexta hoja vuelve a haber monumentos y vistas de Madrid, entre otras localidades, que no obstante debió de hacer en ese período puesto que el único dibujo del álbum que está fechado, en 1839, figura en la novena hoja. Suponiendo que el álbum siga un orden cronológico, cabría esperar que este dibujo hubiera sido realizado entorno a esa fecha y que Avrial viajase a Alcalá de Henares con ese fin antes de su regreso definitivo a Madrid en 1840.
A juzgar por la inscripción que presenta el dibujo, el autor ha querido llamar la atención sobre el sepulcro del Cardenal Cisneros, aunque puede verse bien la zona de la Capilla de San Ildefonso en la que se halla. Dicha Capilla forma parte del Colegio Mayor del mismo nombre fundado en 1499 a iniciativa del Cardenal Cisneros como origen de la Universidad de Alcalá de Henares, y estaba destinada a cumplir la función de iglesia para el Colegio. El conjunto siguió las trazas del arquitecto Pedro de Gumiel. Aunque en la Capilla de San Ildefonso fueron enterrados otros personajes ilustres, destaca especialmente el sepulcro del Cardenal Cisneros, obra de Domenico Fancelli continuada por Bartolomé Ordóñez a principios del siglo XVI. Tal y como muestra este dibujo, estaba rodeado de una verja en bronce diseñada por Nicolás de Vergara "El Viejo". El grave deterioro de la Capilla motivó su inclusión en la Lista Roja del Patrimonio Complutense, de la que ha sido retirada tras su restauración.
Aunque Avrial destacó especialmente por su labor como escenógrafo, muy vinculada al madrileño teatro de la Cruz, son especialmente dignos de mención los numerosos dibujos que han permitido recuperar para la memoria de España muchos monumentos hoy desaparecidos. No es el caso del representado en este dibujo, aunque la verja, por ejemplo, no se conserva, constituyendo en todo caso un interesante testimonio de la Capilla y del sepulcro de Cisneros. Llama la atención el dominio de la perspectiva que demuestra Avrial en este dibujo, sirviéndose de utensilios apropiados para la precisión de las líneas que conforman por ejemplo la base de la verja o el suelo, sobre el que después ha dibujado las figuras que transitan por la capilla con la misma gracia y soltura que refleja la decoración arquitectónica o la del propio sepulcro, que sin embargo responden fielmente a la realidad. Su visión de escenógrafo explica su capacidad para reproducir los espacios al detalle, reflejando admirablemente los ejes y las simetrías.
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