| Descripción |
Reloj de bolsillo tipo saboneta, con leontina, en oro de 18 quilates. Esfera metálica de color beige, decorada con un jarrón y motivos florales en el centro, en dorado. Horarias en cifras romanas, minutos en números arábigos separados por roleos y segundero independiente a las VI.
Presenta la firma del fabricante y el lugar de producción: "PAUL BOCH GENEVE".
Ambas tapas presentan decoración guilloché en el canto.
En la tapa anterior, decoración cincelada de motivos vegetales y escudo en medallón central.
En el guardapolvo, sellos estampados con el número de serie y los quilates del oro: "6953 / K / 18", sobre fondo con decoración grabada en damero reticular y orla de ovas.
En la tapa posterior, inscripción grabada en distintas tipografías, que indica el número de serie, el nombre del fabricante y otras características sobre la maquinaria: "Nº 6953 / Paul Boch / GENEVE / Ancre Ligne droite Levees Visibles / Spiral Breguet / Balancier Compense / Ellipse horizontale / VINCT / Rubisy".
Leontina de once eslabones ovales y planos, con motivos de ese al interior, unidos por anillas molduradas. De uno de los extremos parte el mosquetón del que pende el reloj y del otro, mediante cadenas, cuelgan la muletilla, decorada con espirales en filigrana y un guardapelo. Este, de forma poligonal con perfiles curvilíneos y remate de roleos, está decorado exteriormente con cartelas rodeadas por roleos vegetales. Interiormente contiene un compartimento, cubierto con cristal abiselado, con un mechón de pelo en su interior.
Dentro de los complementos de indumentaria, tanto masculinos como femeninos, los relojes de bolsillo se han considerado como un símbolo de dignidad y riqueza, indispensables para las clases adineradas. Su uso se generalizó a partir del siglo XVIII y durante todo el siglo XIX. En un principio se llevaban colgados del cuello con una cadena, o de la cintura, mediante un broche o chatelaine, formado por varias cadenas de las que se suspendían pequeños perfumadores, sellos y otros accesorios, además del reloj. A partir del siglo XIX los relojes penden de leontinas y se guardan en el chaleco, prenda masculina que se pone de moda en este siglo.
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