Foto: Museo Nacional de Escultura

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Museo Museo Nacional de Escultura
Inventario A78conjunto
Clasificación Genérica Escultura
Objeto/Documento Paso procesional
Autor/a Ribera, Antonio de (Lugar de nacimiento: Toro (m), 1606[ca])
Fermín, Francisco (Fecha de nacimiento: 1600 - Fecha de defunción: 1654[?])
Título Paso del Entierro de Cristo
Conjunto Paso del Entierro de Cristo
Materia/Soporte Madera
Técnica Tallado
Policromado
Dimensiones Anchura = 280 cm; Profundidad = 420 cm
Descripción Este paso procesional, que escenifica el traslado al sepulcro del cuerpo de Cristo descendido de la cruz, se compone actualmente de tres esculturas, pero su diseño original era más amplio y complejo. Según el contrato firmado en 1641 para su realización, las tres figuras centrales estarían acompañadas de otras cuatro: la Virgen desplomada por el dolor, la Magdalena arrodillada sosteniendo el brazo izquierdo de Cristo, san Juan evangelista de pie sujetando el derecho y un criado quitando la piedra del sepulcro.
A finales de siglo, en franca decadencia cofradías y procesiones, estos grandes conjuntos procesionales dejaron de montarse y se disgregaron almacenadas las figuras en las sedes de las cofradías, en un olvido y deterioro progresivo. La primera reconstrucción parcial se realizó en 1986 con las dos figuras completas conservadas; posteriormente, con objeto de completar mínimamente la escena para participar en los desfiles procesionales, la moderna cofradía de la Piedad solicitó permiso al entonces Ministerio de Cultura para completar la escultura de José de Arimatea, colocando la cabeza original en un cuerpo nuevo.
Iconografia Entierro de Cristo
Datación 1641
Contexto Cultural/Estilo Barroco español. Castilla
Lugar de Procedencia Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad, Valladolid (m)(Valladolid Centro, Valladolid (p))
Lugar Específico/Yacimiento Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad
Clasificación Razonada Del legado escultórico que se ha conservado de las cinco cofradías históricas vallisoletanas, el relativo a la antigua penitencial de la Piedad es el que parece haber llegado a nosotros de forma más fragmentada y confusa. El amplio aporte documental reunido por Juan Agapito y Revilla en su estudio sobre las cofradías y la Semana Santa vallisoletana, revisado y aumentado posteriormente por otros estudiosos del tema, no ha sido suficiente para despejar una serie de incógnitas que, respecto a características compositivas y autoría, siguen rodeando a los dos grandes conjuntos procesionales que pertenecieron a la Piedad: el paso de Longinos o de la Lanzada y el del Entierro de Cristo, en el que se integraba la escultura de Nicodemo.
En el inventario que la comisión de la Academia de Bellas Artes de Valladolid realizó en 1803, estando entonces la cofradía en su sede de la iglesia de San Antón, ya aparece descrita esta figura entre las que componían los dos pasos citados: ...Sn. Juan, y la Magdalena, y en el coro esta un Stº. Cristo Crucificado, Longinos suelto echo pedazos. El caballo dizen le quemaron.... dos estatuas Grandes en actitud de meter a Jesucristo en el Sepulcro, y una fig.ª de un soldado entero y otros echos pedazos..., todas de mala Escultura y enteramente destruidas. Un maltrecho conjunto que, con mayor grado de deterioro aún, ingresaría años más tarde en el antiguo Museo Provincial, perdiendo su identidad individual al mezclarse con otras esculturas procedentes de las restantes cofradías penitenciales.
Fue Agapito y Revilla quien, al redactar en 1930 el Catálogo del Museo de Bellas Artes, llevó a cabo un importante esfuerzo por identificar las piezas de esta cofradía de la Piedad entre los listados del Catálogo confeccionado en 1916. En el denominado santo varón, efigie del descendimiento (n.º 399) reconoció a José de Arimatea; en las figuras de la Virgen en el Calvario y San Juan en el Calvario (n.º 397 y 398), adscritas hasta entonces a la cofradía de la Pasión, a la Virgen y el san Juan propias también de la penitencial de la Piedad; y en la supuesta Verónica (n.º 125) a la Magdalena. A todas ellas sumó un sayón (n.º 396) y la inconfundible figura de Longinos (n.º 395), añadiendo también una cabeza, no inventariada anteriormente, que adjudicó a Nicodemo.
Con todo este grupo, estilísticamente muy heterogéneo, realizó un intento de reorganización de los pasos titulados del Entierro de Cristo y de Longinos, asignando al primero las esculturas de la Virgen, San Juan, la Magdalena, José de Arimatea y la cabeza de Nicodemo, no pudiendo contar entonces con la figura central del paso, Cristo difunto, por hallarse todavía recogida en la sacristía de la capilla de la familia López de Calatayud (Verdesoto) que, alegando un supuesto derecho de propiedad, intentó frustradamente la venta del retablo que la albergaba. En cambio, según la opinión de aquel historiador, del paso de la Lanzada sólo se conservaban dos piezas: Longinos y un sayón.
La composición descrita por Agapito y Revilla podría ser correcta si nos atenemos a la representación iconográfica del tema más generalizada en la que, además de la imprescindible figura de Cristo difunto y sus dos portadores -José de Arimatea, que por su edad y posición social tiene siempre el privilegio de ocupar la cabecera y suele representarse barbado y ricamente vestido; y Nicodemo, más joven y de aspecto humilde, que sostiene al cadáver por los pies-, es habitual la presencia de la Virgen, san Juan y la Magdalena. Sin embargo, la hipótesis planteada por este autor no coincide con otros testimonios documentales, directos o indirectos, que se han conservado sobre los conjuntos procesionales de esta cofradía.
El primero lo proporcionó E. García Chico al publicar la transcripción del contrato firmado en 1673 para hacer el paso de Longinos de Medina de Rioseco. En él se hace una detallada descripción de las esculturas que se debían realizar en función del modelo vallisoletano ... dicho paso a de tener siete hechuras... : la hechura de nuestro Señor Xpto en la cruz... la hechura de Lonxinos natural y el caballo del mismo natural... y un criado teniendo las riendas del caballo. Y señor San Juan y la Magdalena y Nuestra Señora... y todas las dichas hechuras... en correspondencia del paso que deste mismo xenero está en la ciudad de Valladolid que tiene la cofradía de la Piedad que sale en la Semana Santa llevando las mismas hechuras aquí referidas sin faltar cosa alguna.... De lo cual se deduce que, o bien la cofradía contaba con una doble representación de las figuras de la Virgen, san Juan y la Magdalena, supuesto del que no se tiene noticia, o bien las que actualmente se conservan en el Museo no podían formar parte del paso del Entierro de Cristo, que de esta forma quedaría más reducido en el número de sus personajes.
Un segundo testimonio lo aporta M. Canesi cuando describe a mediados del siglo XVIII la procesión del Viernes Santo de la cofradía de la Piedad en la que, según él, desfilaban los dos pasos citados: Longinos a caballo dando la lanzada a Cristo ya crucificado y su Madre santísima y San Juan a su vista... José Abarimatía y Nicodemus con Cristo difunto en los brazos cuando le bajaron de la cruz, la que está a su vista, y la Magdalena, y otra figura abriendo el sepulcro....
El análisis estilístico de las figuras que han relacionado diversos autores con el paso del Entierro de Cristo debería proporcionar las claves necesarias
para desentrañar el problema compositivo. En este sentido, la falta de unidad entre las esculturas de Cristo, Arimatea y Nicodemo respecto a las de la Virgen, San Juan y la Magdalena es tan notoria que, aún entendiendo que este aspecto no es determinante, me inclino a defender su pertenencia a conjuntos diferentes. No obstante, antes de entrar a comentar valores formales, conviene hacer referencia a una serie de datos extraídos por Agapito y Revilla de los libros de la cofradía de la Piedad -la mayor parte contenidos en el desaparecido libro de cabildos de 1630 a 1678, citado por Alarcos y Cobos con la letra D- que son importantes como base para posibles atribuciones.
Según ellos, en el cabildo general celebrado el 12 de mayo de 1630 la cofradía de la Piedad acordó fabricar un nuevo paso encargando a sus alcaldes, el pintor Tomás de Prado y Pedro de Luna, y al escribano Diego de Medina, realizar las gestiones pertinentes. En el cabildo de 16 de mayo los designados dieron cuenta a los demás oficiales de cómo se abia ablado a gregario ernandez y andres de solanes escultores para açer el paso que se propuso açer en el cabildo jeneral antes deste y cómo se había echo un modelo de cera de todas las figuras que abia de llebar y anssi mismo se auia tratado del preçio... . El 30 de mayo los comisionados por la cofradía informaron sobre sus progresos: abian echo junta con los escultores en cassa de gregario ernandez escultor y con acuerdo del dho gregario ernandez se abian Repartido las figuras del passo a los escultores a arda vno la que podía açer con mas perfeçcion... .
En los cabildos de 3 de junio de 1632 y 10 de mayo de 1633 nuevas referencias hablan de los esfuerzos de la cofradía para conseguir fondos con los que costear la obra y en el del 19 de junio de aquel último año se cita ésta como iniciada. Transcurren sin embargo nueve años sin noticias, hasta que en el cabildo general del 16 de marzo de 1642 se informa del estreno de un paso nuevo sin hacer ninguna referencia a sus características. En la planta de la procesión de 1644 figuró con el nombre de Passo nuevo, esta vez junto al de Longinos y la cruz, y únicamente en 1649 aparece reseñado como Passo nuevo del Entierro.
Si partimos de la base, no compartida por J. J. Martín González, de que todos los datos señalados hacen referencia a un solo paso, el del Entierro de Cristo, hay que admitir la posibilidad de que fuera Gregorio Fernández el encargado de realizar el modelo en cera del conjunto y de repartir posteriormente el trabajo entre oficiales de su taller o escultores asociados a él, como el mencionado Andrés Solanes. La similitud de las figuras de Cristo, José de Arimatea y Nicodemo con sus homónimos del paso del Descendimiento de la Vera Cruz, del que son deudores no sólo en fisonomías sino incluso en indumentaria, es evidente y confirma el primer supuesto. La muerte de Solanes en 1635 y la inmediata de Gregorio Fernández en 1636, con el consiguiente desmantelamiento de su taller, pudo provocar una interrupción en la ejecución del paso, circunstancias en las que podría buscarse la razón de su tardía puesta en escena.
Todas las conjeturas anteriores, incluida la de su autoría, se desvanecen ante el reciente hallazgo del documento contractual por el que la cofradía de la Piedad encomendó, el 15 de mayo de 1641, a los escultores Antonio de Ribera y Francisco Fermín, discípulos de Fernández, un paso para la procesión del Viernes Santo, el cual se ha de componer y ha de ser de cuando llevan al sepulcro a Cristo Nicodemus y Abar y Mathía (Arimatea). Talladas sus figuras en madera de pino de Soria, se ahuecarían todo lo posible, porque el paso pese menos, sujetándose en su plataforma con los tornillos necesarios para la fortificación de las dichas figuras y seguridad para que con los va y viene tenga ningún detrimento....
Las tres figuras centrales del paso estarían acompañadas de otras cuatro que serán Nuestra Señora sentada o de rodillas, como mejor se disponga el modelo, demostrando sentimiento de ver llevar a su hijo y de habérselo quitado... una figura de la Magdalena hincada de rodillas y con una mano y
toalla natural, teniendo el dicho brazo (izquierda de Cristo) caído, y la otra en la mejor disposición que convenga al paso... otra figura de San Juan Evangelista que tenga el brazo derecho del Cristo con una mano, y con la otra haciendo demostración de sentimiento de ver la llaga, esta figura ha de ser en pie... (y) una figura que represente un criado que quitaba la piedra del sepulcro con una palanca, la cual figura ha de ser airosa y hecha con toda valentía.
La parte de la cabeza del Cristo se apoyaría sobre el pecho de Nicodemus; la Virgen se situaría en la parte delantera del paso; en el centro se dispondrían las figuras de Cristo, Nicodemus, y Abar y Mathía que le llevan en una sábana, la cual sábana ha de ser natural; entre Nicodemus y Abar y Mathía, se hallaban las figuras de San Juan y de la Magdalena y algo más atrás la del criado. La escultura del Cristo se acabaría toda redonda... tan perfeccionado por detrás como por delante y todas serían del tamaño de las del paso del Descendimiento, propiedad de la cofradía de la Vera Cruz.
La reconstrucción parcial del grupo del Entierro de Cristo que realizó en 1986 L. Luna, en el marco de la exposición Gregorio Fernández y la Semana Santa de Valladolid, animó a la moderna cofradía de la Piedad a intentar recuperar este paso para integrarlo en los desfiles procesionales de la ciudad. Para ello y con objeto de completar mínimamente la escena representada, la cofradía solicitó permiso al entonces Ministerio de Cultura para completar la escultura de José de Arimatea, colocando la cabeza original en un cuerpo nuevo, desfilando actualmente este conjunto con el nombre Cristo de la cruz a María.
Bibliografía CANESI ACEVEDO, Manuel. Historia de Valladolid (1750), t. II. Valladolid (m): 1996. p. 25.

LUNA MORENO, Luis. Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad. En: GARCÍA DE WATTENBERG, Eloísa(dir). Gregorio Fernández y la Semana Santa de Valladolid. Valladolid (m): 1986. p. 69-70.

LUNA MORENO, Luis. Entierro de Cristo. En: GARCÍA DE WATTENBERG, Eloísa(dir). Gregorio Fernández y la Semana Santa de Valladolid. Valladolid (m): 1986. pp. 72-75.
Catalogación Polo Herrador, Mª Ángeles
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