| Descripción |
En la cara A, el dios Apolo, en el centro, pulsa una lira de cuernos alargados. Viste túnica y manto y sus cabellos son largos, como le corresponde a esta divinidad modelo de efebos. Va coronado. Una inscripción, pintada en rojo, resalta su belleza: KALOS, "hermoso". La lira es el característico instrumento con caparazón de tortuga como caja de resonancia. La diestra del dios gobierna la púa de marfil o plectro, unido por cuerda roja a uno de los brazos de la lira. La mano izquierda se sujeta al instrumento con una ancha banda de extremo colgante, sostén y adorno más propio de la pesada cítara. Apolo va acompañado de dos mujeres, que le reciben y ensalzan. Han de ser su madre Leto y su hermana Ártemis, si aceptamos que la primera, delante del joven dios, con alta diadema o corona, es la madre. Ártemis ha de ser la posterior, con pelo recogido con cuidado en un gorro o sakkós y carcaj sobre el hombro.La escena puede tener lugar en Delos, donde se celebra la fiesta del parto de Leto. La naturaleza interviene en el homenaje. La supuesta Leto recibe al dios músico con una flor roja; Ártemis va a colocarle una corona vegetal. El cervatillo sigue el cortejo, alarga el cuello y entiesa las orejas, atraído por la música de Apolo. En la Atenas de esta época que nos acerca a mediados del siglo V la música posee una alta función educativa de los efebos atenienses e interviene en la formación moral, en el ethos del joven ciudadano. Apolo deja la más solemne cítara, que le corresponde y la sustituye aquí por la efébica lira, más sencilla y manejable pues es aquí el dios cantor modelo de los jóvenes aristócratas en la educación de la música. Por eso él es también llamado bello, kalós.
De la música al complemento y privilegio aristocrático de la palestra, tema de la cara B. El niño, en el centro, envuelto casi por completo en su manto (incluida media cabeza), mira indeciso a las ofertas o regalos que le presentan dos hombres adultos, barbados, acompañados de sus báculos nudosos, signos de autoridad. Con manto sobre el hombro, muestran desnudo el torso. Uno de ellos le ofrece la bolsa de cuero, llamada phormiskos, con las tabas o astrágalos tan codiciados para los juegos infantiles. Detrás de él, el personaje que parece girar su cuerpo en el cortejamiento, le ofrece un objeto oval, que debería ser un huevo excepcional, tal es su tamaño y el énfasis del gesto. Los objetos que cuelgan del fondo evocan el espacio educativo. Arriba, el díptico con las tablillas de cera, atadas con cuerda, cerradas. Debajo, el recado de atleta: la larga y curva estrígile o raspador de bronce, el aribalo con perfume, del que vemos tan sólo su fondo redondeado, y encima, la esponja marina. Asistimos a una habitual escena de iniciación homosexual en el gimnasio, que frecuentan cortejadores. Los varones barbados con manto y báculo son los adultos, ciudadanos de pleno derecho; el efebo es el futuro ciudadano, rodeado de los varones que le educan para la vida adulta, como en el anverso el adolescente Apolo, kalós, es iniciado en la vida adulta a través de la paideia musical, acogido por la diosa Leto, kourotróphos, nutricia y educadora de kouroi. Modelo divino junto a espejo humano en la configuración de la polis.
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