Foto: Javier Rodríguez Barrera

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Museo Museo Nacional de Artes Decorativas
Inventario CE28908
Clasificación Genérica Objetos de aseo y arreglo personal; Indumentaria
Objeto/Documento Abridor de cuellos
Materia/Soporte Hierro
Técnica Forja
Dimensiones Longitud = 25 cm; Anchura máxima = 1 cm
Descripción Formado por dos varillas de tamaños diferentes entre ambas hay sendos nudos que las separan.
Datación 1550-1625
Lugar de Producción/Ceca España (Europa)
Clasificación Razonada Abridor de cuello de lechuguilla, de los que se empleaba para dar forma a los abanillos (pliegues en forma de abanico ondeado) que los constituían.

Es una pieza, sin duda, española, debido a la forja y al generalizado uso de estas prendas mientras estuvo vigente la moda de las lechuguillas (mediados del siglo XVI-primeros veinte años del XVII).

Por su formato y su tamaño es posible colegir que este instrumento se aplicaba a esta función. Está formado, en los extremos, por dos varillas de tamaños diferentes, adecuados para abanillos de distinta apertura; entre ambos hay sendos nudos que los separan, que podrían actuar como barrera térmica, al decir de la propietaria anterior. María Dolores Vila Tejero no lo considera plausible.

Se ha considerado la posibilidad de que pudiera haber sido concebido para otro fin. Dado que es un objeto acabado, y no pieza de un instrumento complejo, se estima que sólo cabría la posibilidad de asociarlo al peinado; pero resulta demasiado pesado para ello, y es inadecuados para rizar u ondular el pelo.

Por peso y estructura es indicado para dar forma y estirar, más que para planchar. Los cuellos habrían sido previamente estirados y marcados (para que los abanillos fueran semejantes y estuvieran a la misma distancia), y se habrían impregnado de polvos de blanquear y de azulear, éstos últimos para incrementar el efecto de limpieza y blancura con reflejos azules. Con los hierros se estirarían las partes convenientes, y se les daría la forma curva. Un cuello de lechuguilla, antes de ser sometido a este proceso, se puede ver en el retrato que Velázquez hizo de su maestro Pacheco, en 1622.

La pieza está realizada en hierro forjado. La decoración, de carrete y sogueado, apunta hacia una fecha de la segunda mitad del siglo XVI, y a un taller de buena calidad. El diámetro del utensilio abunda en la datación propuesta, cuando los abanillos son cerrados y de escaso diámetro. A finales de la centuria la abertura crece, hasta llegar a los grandes desarrollos del siglo XVII, hasta abolirse por pragmática el uso de lechuguillas (1623).
(Félix García, 2018)
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