Clasificación Razonada |
Al morir don Pedro Pablo sin descendencia, el condado y la fábrica pasan en herencia a su sobrino el Duque de Híjar. A pesar de que la fábrica continúa dando pocos beneficios, mantiene una respetable producción: en ella trabajan artistas italianos como Pogetti y Palmerani que habían colaborado en la fundación de del Buen Retiro, se introducen novedades técnicas como la estampación calcográfica por medios mecánicos, y se perfeccionan técnicas y series antiguas como el reflejo dorado, el «estilo Sevres» o las «flores alemanas», adaptados al gusto neoclásico.
La técnica del reflejo dorado o metálico, aunque había sido utilizada en los obradores levantinos desde antiguo, no se tuvo en cuenta en los primeros años de la fábrica, más preocupados por adaptar su producción a la moda europea novedosa en España. De este modo no aparece hasta mediado el siglo XVIII, cuando se construye «otro orno pequeño para dorar la loza», como se recoge en la relación del estado de la fábrica de 1750, que recoge datos desde 1748. No obstante parece que se mantenía como una prueba de maestría o un secreto de oficio de los artistas, y dado su elevado coste sólo se realizaría puntualmente para un encargo importante, ya que no aparece reseñado como serie en ningún memorial o relación. En el siglo XIX se realizan gran cantidad de piezas con esta técnica, decoradas con elementos de gusto neoclásico. Se utiliza hasta la década de 1870, cuando la fábrica ya ha sido arrendada por la familia Girona.
El éxito de la cerámica de la Fábrica había provocado que en localidades cercanas como Onda (1778) y Ribesalbes (1781), y sobre todo en la propia Alcora, se fundaran alfares más modestos pero que, con el trabajo de operarios salidos de la misma Fábrica, imitaban sus moldes y decoraciones, y vendían sus productos a un menor precio. No se sabe con exactitud cuándo comenzaron a funcionar, pero son conocidos los continuos esfuerzos por parte de la dirección en contra de esta competencia. En 1784 la Junta de Comercio y Moneda, autoriza a la Real Fábrica de Alcora a que marque sus productos con una A, y en 1788 obliga a las otras «fabriquetas» a elegir una marca diferente «que cada uno debe husar en la loza de sus respectivos hobradores».
TODOLÍ PÉREZ DE LEÓN, Ximo, 2003: La fábrica de cerámica del Conde de Aranda en Alcora : historia documentada, 1727-1858. Asociación de Ceramología, Alicante, 2003.
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