Foto: Joaquín OTERO UBEDA

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Museo Museo de América
Inventario 11821
Objeto/Documento Litografía
Autor/a Aznar, V.
Materia/Soporte Papel
Dimensiones Dorso: Altura = 650 mm
Mancha: Altura = 490 mm; Anchura = 345 mm
Descripción Los conventos en general, y especialmente también aquellos ubicados en los territorios de los virreinatos, que estaban dotados de bibliotecas y funcionaban como centros de educación femenina, fueron para las mujeres una oportunidad de lectura y estudio y allí se generaron grandes personalidades de escritoras, cronistas, poetisas, músicas, místicas y teólogas, como Santa Teresa de Jesús en España, o sor Juana Inés de la Cruz en México, sor Francisca Josefa de la Concepción del Castillo, en Colombia, o Santa Rosa de Lima, en Perú, todas ellas en el siglo XVI o XVII.

El anonimato y el silencio que sufre la mujer en muchos aspectos de la sociedad civil, se ve reflejado igualmente en el entorno de la Iglesia católica, donde las monjas jugaron un papel esencial en todos los ámbitos de la fe y la cultura, y por supuesto como literatas y eruditas, a pesar de contar con la limitación en muchos casos de la dedicación a la vida contemplativa y la clausura. Además de estos aspectos, su trabajo merece reconocimiento en otros terrenos igual de interesantes y de aportación esencial al patrimonio material e inmaterial como la repostería monacal que está recibiendo el lugar que se merece; el bordado y la artesanía, la floristería, etc).

Algunas de estas mujeres, desde las celdas de los conventos, llegaron a asesorar a los mismos monarcas, como fue el caso de sor María Jesús de Ágreda, que famosa por sus dotes espirituales y por la capacidad de bilocación, inducida por el propio Dios según dictaminó la misma Inquisición, era capaz de estar físicamente de manera simultánea en dos espacios distintos. Mientras dormía en su celda en España, se aparecía entre los nativos mexicanos, a los que predicaba el cristianismo, como ha tratado de reflejarse en la litografía.

Felipe IV, conocedor de esta fama, la visitó en el convento y a partir de entonces se inicia una intensa relación epistolar que durará hasta el fallecimiento de Sor María Jesús. El rey le pedía consejo en estas cartas sobre asuntos de estado y la monja, solícita, respondía con su opinión, de manera que una mujer, ajena al círculo de parentesco del monarca, influyó suficientemente en éste, como para poder incidir en la política nacional e internacional. Papel quizá menos valorado por tratarse de una mujer, y además monja.


Debe reconocerse doblemente el hecho de que una mujer haya sido capaz de emerger y destacar culturalmente dentro de las rígidas estructuras formales de una sociedad colonial, predominantemente machista, y más aún en el seno de una institución tradicional como la iglesia que confería un papel secundario a la mujer, a la que se culpaba de la contaminación de la humanidad por causa del pecado original.
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