Foto: Ángel Martínez Levas

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Museo Museo Arqueológico Nacional
Inventario 1999/99/155
Clasificación Genérica Cerámica; Recipientes
Objeto/Documento Cáliz
Autor/a Pintor de Tityos
Materia/Soporte Arcilla
Técnica Figuras negras
A torno
Cocción oxidante
Barnizado
Dimensiones Altura = 11,80 cm; Boca = 12,90 cm; Pie = 7,40 cm
Descripción En la zona superior del cáliz, y hasta la carena que marca el punto de inflexión, se desarrolla un friso figurado continuo: cinco sirenas, cabeza y brazos femeninos, cuerpo y patas de ave, caminan hacia la izquierda repitiendo el mismo gesto. Levantan el brazo derecho con la palma abierta, y extienden el brazo izquierdo hacia atrás. Su naturaleza femenina sólo se deja percibir en la configuración, escueta y simplificada, de su cabeza y de sus largos cabellos, que caen ondulantes sobre los hombros, y en sus brazos, pues su pecho no es aún femenino. Su segunda naturaleza está más desarrollada: un ala de abundante y rico plumaje, levantada, tras la que asoma, semioculto, el brazo izquierdo, un cuerpo moteado con incisiones que dibujan las plumas, una cola caudal abierta en abanico, y dos grandes patas, rematada en afiladas y curvas garras.

Es la imagen tradicional de la sirena, motivo prestigioso que el artista etrusco copió del repertorio griego e introdujo en su propio universo figurativo en el siglo VII a.C.. Conocemos a las Sirenas por el relato odiseico, aunque en él no se describen ni su forma ni su apariencia, sólo se dice que son criaturas femeninas y que son dos. Pero en algún momento, posiblemente a comienzos de la época arcaica, se produjo la fusión entre las sirenas odiseicas y unos seres híbridos con cuerpo de ave y rostro de mujer cuyas primeras imágenes en el arte griego del siglo VIII a.C. parecen estar influidas por motivos y contenidos egipcios y orientales. En algún momento también, y posiblemente por influencia hesiódica, estos démones del Hades, espíritus raptores, aparecerán representadas con instrumentos musicales en las manos.

Las sirenas componen aquí un inquietante coro de muerte. Ellas, las eternas seductoras, las que con su belleza femenina y sus mortíferas voces atraen a los navegantes, les hacen zozobrar en sus pedregosas costas y les devoran; ellas, cuya naturaleza híbrida, demónica, les permite transitar espacios que les están vedados a los hombres, que raptan a los mortales, les arrancan de su existencia en el mundo de los vivos y les transportan al reino de las sombras y del olvido; ellas, cuya mirada vigilante guarda el sueño del difunto, démones de saber privilegiado que ofrecen la inmortalidad a través del canto de alabanza, se han convertido en "Musas del Allende", en profesionales del lamento fúnebre al servicio de los dioses infernales. La música de la muerte es elemento prestigioso, alabanza debida al noble difunto, que concede vida imperecedera en la memoria de las generaciones venideras. Nuestras sirenas, plañideras de conmovedores y patéticos gestos, acompañan al aristócrata etrusco que se enterró con este vaso en su viaje al allende. Su presencia y su canto serán elementos heroizadores para quien inicia el tránsito a una nueva existencia.
Iconografia Sirena
Datación 0520[ac]
Contexto Cultural/Estilo Cultura Griega
Cultura etrusca
Lugar de Producción/Ceca Etruria
Historia del Objeto Colección Várez Fisa
Catalogador Antigüedades Griegas y Romanas
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Foto: Ángel Martínez Levas

Foto: Antonio Trigo Arnal

Foto: Antonio Trigo Arnal

Foto: Antonio Trigo Arnal

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