| Descripción |
Esta jarra, de boca trilobulada, imita una forma en metal. La decoración recargada se dispone en frisos y bandas, que resaltan y articulan el cuerpo. El friso que separa el cuello de la panza se decora con triángulos o sépalos en rojo y con grupos de lengüetas, que alternan en rojo y blanco. En la panza dos frisos animales se mueven hacia la derecha. Abundantes rosetas de puntos, como relleno.
Predomina el sabor orientalizante de las teorías de animales, una secuencia horizontal que interrumpe en ambos frisos el león sesgado y ascendente, que salta de improviso y ataca a la víctima. Se acumulan animales diversos, que acentúan fiereza y exotismo. A los jabalíes que hozan la tierra y a los ciervos que husmean y pacen la hierba, se incorporan los monstruos carnívoros: felinos -leones o panteras-, esfinges y grifos. Se multiplican los signos de fiereza y extrañamiento. Algunos felinos son alados; las llamadas panteras vuelven su rostro al espectador para infundir espanto. El grifo -friso superior- abre el desmedido pico, que convierte en rugido. Y la única esfinge, también en el friso superior, está barbada. Todos ellos caracterizan la producción etrusca de la primera época orientalizante. El león carnívoro, kreoboros, engulle a su víctima (friso superior), cuya pata cuelga de las fauces abiertas de la fiera hambrienta. Otro león (friso superior) se abalanza de improviso sobre el jabalí y el pájaro percibe la muerte y alarga cuello y pico que vuelve para tocar el testuz de la víctima.
Mundo limítrofe, que una norma sin tiempo quiso dividir entre carnívoros y herbívoros, con aves observadoras. Son grullas, aves migratorias y por tanto mediadoras, seres de un mundo autónomo, alejado, imprevisto La decoración monstruosa y animal acentúa la vertiente horrible de la selva salvaje. Son vasos que se integraron en contextos funerarios del mundo etrusco, en necrópolis como Vulci, Orvietto o Caere.
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