| Descripción |
Estamno de figuras negras, uno de los ejemplos más antiguos de este tipo de pieza, que en el siglo V a. de C., alcanza un mayor tamaño y se destina a mezclar el vino con el agua en el simposio. En este caso, teniendo en cuenta sus dimensiones, debió haber tenido otra función que desconocemos.
En el registro superior de este vaso, una escena de banquete o simposio en el que participan hombres y mujeres. Las figuras, tres varones y tres mujeres, están recostados en las klinai, o lechos, y repiten actitudes prácticamente idénticas: con una pierna flexionada, los brazos cruzados sobre el pecho, dirigen su mirada hacia el compañero o compañera que le sigue. Delante de las tres figuras tres círculos blancos representan los panes o pasteles que se consumirán en el banquete. Entre los personajes cuelgan del fondo manchas de barniz que quieren representar racimos de uvas. La imagen es inusual en el universo iconográfico ateniense, pues no era práctica habitual el banquete, ámbito por excelencia del varón, en el que la mujer participara como un igual del hombre. Posiblemente se trata de heteras o cortesanas, profesionales destinadas a proporcionar entretenimiento y placer a los varones en las fiesta aristocrática del simposio.
En el registro inferior escenas de pugilato. En cada cara del vaso figuran dos parejas de boxeadores, mostrando siempre a uno de ellos de espaldas, el otro de frente, luchando ante la atenta mirada de un juez situado en el centro. Los pugilistas levantan los brazos, puños cerrados, contra su oponente; alguno recibe ya el golpe en el rostro, oculto bajo el puño del contrario. Visten perizomai, atuendo típico de los pugilistas, resaltado aquí con pintura blanca. El juez, un varón barbado como los boxeadores, viste himation y sostiene la vara en la mano con la que golpeará a aquél que incumpla las reglas establecidas del combate con los puños. Bajo las asas, un pilar rectangular es indicación espacial de los límites de la palestra.
Ambas escenas, características del repertorio del Pintor de Michigan, especialmente en sus estamnos, celebran el mundo de los varones, de sus prácticas festivas y agonales. En el ámbito aristocrático ambas actividades modelan el carácter del individuo, su éthos personal, pero también su personalidad social: cohesionan al grupo de hombres ilustres, reafirman su nobleza o aristeia y dibujan un modelo de comportamiento necesario para el buen gobierno de la polis ateniense.
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