| Descripción |
Escultura sedente de Livia, hallada en Paestum (Italia) junto a la estatua de Tiberio (nº 2730). De todas sus efigies ésta es la más hermosa y mejor conservada. El rostro, de expresión suave e idealizada, es sereno. Viste doble chitón y, sobre él, el himation le cubre la cabeza y todo el cuerpo dejando ver solamente el lado derecho de cintura para arriba y la parte inferior del chitón. El brazo derecho avanza un poco y con la mano sostendría probablemente una patera; en la izquierda llevaría el cetro. Va peinada con raya en medio, con ondas grandes y moño alto, que se aprecia bajo el velo; una delgada banda y cuatro agujeros sobre el cabello indican que, en su tiempo, debió portar una diadema imperial o una corona de espigas. Está labrada en dos bloques de mármol, que se unen en la línea de los muslos. Una ligera desproporción entre tronco y piernas se explica por haber sido concebida para mirarla desde abajo. La parte inferior está labrada por detrás sin duda porque sería visible a través del trono en el que aparecía sentada.
Las relaciones de Livia (59/58 a.C.-29), esposa de Augusto, con su hijo Tiberio fueron conflictivas tras la muerte de Augusto. El hecho de que Tiberio no estuviese casado y el gran ascendente político que le otorgó actuar como guardiana del legado de su esposo divinizado permitieron a Livia ejercer un papel activo en las tareas de gobierno. Dice Suetonio que "Tiberio, harto de su madre, Livia que, según él, reclamaba una participación igual en el poder, evitó frecuentar su trato y mantener con ella conversaciones demasiado largas e íntimas, para no dar la sensación de que se regía por sus consejos, los cuales, sin embargo, solía necesitar y utilizar en ocasiones" (Tiberio, 50, 2). Insiste en este aspecto cuando narra cómo "Tiberio se opuso terminantemente a que se la llamase "Madre de la Patria" y a que se le otorgase oficialmente ningún honor extraordinario, y la advirtió repetidas veces que se mantuviera al margen de asuntos de importancia e impropios de una mujer" (Tiberio, 50, 3). Su éxito parece haber sido relativo, ya que a pesar de ello Livia nunca abandonó la primera línea en las intrigas políticas de la capital.
En esta escultura, reconocemos el rostro de Livia en los grandes ojos almendrados y el gesto enérgico que, en la mitad inferior del rostro, esbozan los labios, pequeños y marcados, así como la prominente barbilla que surge del rostro ovalado. Pese a introducir elementos claramente idealizados, nuestro escultor no renunció a plasmar ciertas facciones de forma realista, como la matronal nariz de perfil aguileño, que se aprecia especialmente en una contemplación lateral.
El peinado de Livia en este retrato se ha considerado siempre una excepción. Aunque se encuentra fuera de las tipologías con nodus, este arreglo se puede incluir en el heterogéneo tipo "Salus", que recibe su nombre de la efigie monetal acuñada en el año 22, en la que Livia aparece personificada como Salus Augusta. Estos retratos se caracterizan por presentar la parte delantera del cabello a modo de orla suavemente ondulada alrededor del rostro, mientras que la parte trasera se recoge en un moño alto. Este tipo de peinado muestra una matizada cercanía a modelos republicanos, lo que sitúa la Livia de Paestum en un momento no muy lejano de la muerte de Augusto en el 14, cuando la iconografía de Iulia Augusta no había alcanzado aún su plenitud. En este momento, cuando la emperatriz contaba ya 72 años, los talleres buscaron reflejar la nueva dignidad augusta.
Es muy probable que esta escultura hubiese ostentado una diadema, que habría encajado en las cuatro perforaciones sobre la cabeza, elemento que en época de Tiberio sólo ostentan las divinidades. Mediante esta temprana apropiación de un motivo de carácter divino, Livia habría buscado plasmar su nueva condición de Augusta con la probable intención de seguir los pasos de su difunto esposo, preparando el terreno para su propia divinización. En el plano religioso, hallazgos epigráficos han demostrado que, durante el principado de Tiberio, ya existían sacerdotisas dedicadas al culto de Iulia Augusta en numerosos puntos de la península italiana. La epigrafía también nos confirma que la asociación entre Livia y Juno/Hera, siguiendo el modelo helenístico, fue habitual ya en este momento. Basada en la posición de Livia como esposa y madre de emperadores, la identificación de Tiberio y su madre con Júpiter y Juno hizo que se les rindieran honores en diferentes poblaciones del Imperio siguiendo la pauta del culto capitolino.
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