Clasificación Razonada |
La exaltación de la santidad y el martirio, pregonada por la Contrarreforma como un arma frente a los principios del protestantismo, condiciona una renovación del valor de la reliquia desde los propios mecanismos de la jerarquía eclesiástica. La renovación del valor de las reliquias y la consideración de los restos sagrados requería unos contenedores adecuados a su función, con el desarrollo de toda una tipología escultórica. Los relicarios son objeto de acopio por parte de las grandes familias nobles, haciéndolos objetos de devoción y acumulándolos en cámaras contiguas a las destinadas a su enterramiento, como viáticos para el más allá. El modelo a seguir es naturalmente el escurialense. El conjunto de reliquias coleccionadas por Felipe II, y dispuestas en su última morada, se albergaba en relicarios de formas diversas, bustos, brazos o pirámides, en cuyo trabajo intervinieron los artistas del momento. El uso de los metales dignificaba la valoración de la propia reliquia, de manera que los relicarios que ahora se estudian, realizados en madera dorada y plateada, no son más que una imitación del bronce sobredorado y la plata empleados en origen, que sirvió para reproducir el carácter cortesano de las esculturas disminuyendo notablemente los costes de producción.
Esta pieza forma parte de un conjunto de relicarios antropomorfos en madera dorada y plateada, que representan figuras de medio cuerpo sobre peana, con un hueco en el pecho para la teca con la reliquia. Responden a esquemas de un tratamiento casi seriado, con actitudes estereotipadas de cuidada corrección anatómica, prestando especial atención a la muestra de los atributos particulares que contribuyen a identificar a los personajes. En general no existe intencionalidad alguna de dotar a las figuras de una personalidad especial, por encima de un tono idealizado y de una composición elegante de detalle minucioso y preciosista que ha de partir de la orfebrería. En Valladolid se encuentran en los primeros años del siglo XVII dos grandes conjuntos de relicarios en conventos amparados bajo el mecenazgo del poderoso Duque de Lerma, San Pablo y San Diego, formando parte de un enorme aparato propagandístico. Llegan al Museo con motivo de la Desamortización, aunque otros se encuentran dispersos por distintos templos vallisoletanos (San Miguel, La Magdalena, Carmelitas Descalzas).
Con un similar tratamiento escultórico, de gran corrección y clasicismo, sólo podemos relacionar su trabajo con algún taller relacionado con la corte. Tanto en Valladolid como en otros centros de poder político se conservan ejemplos de este tipo de escultura que se convirtió para sus poseedores en un rasgo de prestigio social. Este busto contiene en su pecho el hueco oportuno para colocar la teca con la reliquia, representando a San Sebastián, que aparece de la manera más habitual, en el momento de ser martirizado, como un joven semidesnudo atado a un árbol para ser asaeteado. Su concepción contrasta en el tratamiento cromático final a través de la plata o el oro que los recubre, en ese claro intento de imitación metálica.
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Bibliografía |
ARIAS MARTÍNEZ, Manuel. "San Sebastián". En: URREA FERNÁNDEZ, Jesús(dir). Obras del Museo Nacional de Escultura. Valladolid (m): 1997. pp. 54-57. LEONE DI CASTRIS, Pierluigi. "2.3. I busti-reliquiario, le statue, i pasos, i Cristi, i presepi". Il legno degli angeli. Aniello stellato e la scultura lignea nella napoli di primo seicento. Nápoles: 2021. pp. 104-147 / Il. 166.
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