Descripción |
Impertinentes de lentes ovaladas, en montura de pasta de color ámbar, puente semicircular y una patilla lateral metálica, de sección tubular, que sirve de apoyo para éstos. Se unen mediante un eje lateral a un mango giratorio, alargado y plano, del mismo material que la montura, con decoración de dos iniciales entrelazadas en metal dorado, "CR", sobre la empuñadura. Del mango cuelga una cadena de eslabones ovales.
El empleo de lentes para mejorar la visión tiene un origen antiguo. Posiblemente, en China, ya en el siglo X, se habrían utilizado lentes de aumento colocadas en molduras. En Europa las gafas se utilizaron por primera vez en Italia, inventadas por el florentino Salvino Degli Armati hacia 1285, y algunos retratos medievales representan personas que portaban gafas. Los primeros anteojos, probablemente monóculos, se hicieron tallados en berilo, y tenían lentes convexas, destinadas a las personas ancianas que tenían dificultades para ver de cerca.
Los primeros cristales tallados proceden del taller de los famosos sopladores de vidrio de Murano en Venecia. Concebidos primero para un ojo sólo, a finales del siglo XIII, surgió la idea de ponerles un borde de madera o de concha a dos de esos cristales tallados y de unirlos con remaches, de manera que formaran una unidad.
Con la invención de la imprenta en el siglo XV, se incrementó la demanda de gafas, y hacia 1629 era lo bastante grande como para que en Inglaterra se concediesen derechos a una corporación de fabricantes de gafas. Al principio, sólo se fabricaban gafas con lentes que corregían la miopía y la hipermetropía, y sólo a finales del siglo XIX se generalizó el uso de lentes cilíndricas para la corrección del astigmatismo.
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