Foto: Pablo Linés Viñuales

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Museo Museo Nacional del Romanticismo
Inventario CE7851
Clasificación Genérica Joyería; Complementos de indumentaria; Objetos de uso personal
Objeto/Documento Pulsera
Tipología/Estado Guardapelo
Materia/Soporte Pulsera: Cabello
Broche: Metal
Azabache
Aljófar
Técnica Pulsera: Trenzado
Broche: Laminado
Soldado
Cincelado
Tallado [Pedrería]
Engastado [Pedrería]
Dimensiones Longitud = 24 cm; Peso = 12,70 gr
Broche: Altura = 2,50 cm; Anchura = 4 cm
Descripción Pulsera guardapelo formada por cuatro mechones de cabello castaño, trenzados y sogueados, unidos a un broche de metal polilobulado con piedra ovalada de azabache y aljófar engastado en el centro e inscrito en una estrella. El broche al abrirse muestra un guardapelo.
En relación a la joyería de luto hay que decir que la conservación de mechones de cabello humano como recuerdo de una persona fallecida está documentada desde el Renacimiento. En un principio estos pequeños mechones se guardaban en la parte posterior de las joyas o en objetos de uso personal, surgiendo de este modo los guardapelos. Pero no será hasta finales del siglo XVIII cuando aparece una artesanía especializada en confeccionar objetos con los cabellos de las personas fallecidas, constituyéndose los primeros gremios en Francia. Aunque será en el siglo XIX la época de mayor auge de esta joyería sentimental y conmemorativa. En Gran Bretaña a consecuencia de la muerte del príncipe Alberto en 1861, estas joyas se hicieron muy populares, ya que la reina viuda, Victoria, desolada por el fenecimiento de su esposo, se impuso un riguroso luto que incluía el ornato con este tipo de alhajas. Esta costumbre se difundirá por toda Europa, ya que a imitación de la citada soberana, un gran número de mujeres adoptaron este tipo de aderezos. Así durante estos años el duelo por la muerte de un ser querido se manifestaba públicamente en la utilización de una serie de prendas de indumentaria y en sus correspondientes complementos. El empleo del color negro en las vestimentas tras el fallecimiento de un familiar era norma común, al igual que el uso de determinados materiales para la confección de alhajas como el azabache, la ebonita o el cabello del difunto. De este modo proliferaron publicaciones en las que se mostraban y proponían diseños de joyas con los materiales citados, destacando en este sentido las labores realizados con cabellos trenzados. Para confeccionar estos aderezos había que tratar con especial esmero el cabello. Tras un lavado intenso y su posterior división en mechones y trenzado se pasaba a sumergirse en agua hirviendo con bórax con el fin de que el cabello adquiriera rigidez. Por último se montaban o engarzaban en materiales como el oro y la plata para ser utilizados como anillos, broches, pulseras, guardapelos o sortijas. Surgieron igualmente casas y comercios especializados en estos productos de duelo que sobrevivieron hasta la primera década del siglo XX.
Por los testimonios de Benito Pérez Galdós conocemos lo habitual de esta práctica durante la España decimonónica, ya que así lo recoge en su obra "La de Bringas" de 1884.
En el Museo del Romanticismo se conservan varios ejemplares de estas joyas confeccionadas parcialmente con cabello humano como atestigua la pulsera con número de inventario CE6238.
Iconografia Estrella
Datación 1833-1868 (Segundo tercio del siglo XIX)
Contexto Cultural/Estilo Edad Contemporánea
Romanticismo
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