| Descripción |
El trípode, como el caldero, fue un objeto sumamente apreciado en las antiguas sociedades del Egeo. En la Ilíada y la Odisea ambos figuran entre los bienes considerados como riqueza por su elevado valor, tanto por el bronce con el que estaban fabricados como por su carácter simbólico y sagrado. Por ello en época homérica son mencionados entre los objetos utilizados como dinero para pagos especiales -recompensas, compensaciones, rescates- y también como regalos de prestigio y premios. Una esclava y un gran trípode fueron los premios que entregó Aquiles al vencedor de la carrera de carros en los funerales de Patroclo. El mismo pasaje de la Ilíada (XXIII, 700-705) nos permite comprobar que el trípode era el premio más valioso, pues se evaluaba en doce bueyes -el ganado es una de las medidas de valor más utilizadas en el mundo mediterráneo-, mientras que la esclava valía cuatro y el caldero sólo uno.
Aunque el trípode era un objeto sagrado en Delfos, donde ocupaba un lugar emblemático y central, el único premio entregado en los Juegos Píticos era la corona de laurel. Generalmente su papel en los juegos de época ya plenamente histórica fue ser ofrecido a los dioses en agradecimiento por la victoria, aunque sí se usó como premio en algunos certámenes de carácter local.
El trípode délfico era también el emblema de la ciudad de Crotona, en cuyas acuñaciones aparece sistemáticamente hasta época romana. El motivo era que, según la tradición, fue el Oráculo de Delfos quien dio a los colonizadores aqueos las instrucciones para su fundación. Crotona fue uno de los centros más poderosos de la Magna Grecia, tanto política como económica y culturalmente, y su potencia alcanzó también a las competiciones atléticas, pues ninguna otra ciudad griega produjo tantos vencedores en los Juegos Olímpicos, entre ellos el célebre Milón, lo cual se atribuía a lo saludable de su clima. Aún en el siglo I a.C., Estrabón recogía el dicho popular "más sano que uno de Crotona".
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