| Descripción |
Carruaje con armazón de madera, al que van sujetas las partes de que se compone la estructura, montado sobre cuatro ruedas con un sistema de amortiguación o suspensión. La cabina está forrada con cuero negro y presenta dos puertas laterales con ventanas de cristal que se elevan con tiradores de cuero, una luna delantera y una ventanilla trasera.
Deriva de la tipología de la berlina, que toma su nombre de la ciudad de Berlín, de donde son los primeros carruajes tirados por caballos. Se caracteriza por presentar una estructura cerrada de formato cuadrangular por la parte superior y con curvatura cóncava para el paso del juego delantero en la parte inferior. En Europa el sistema de suspensión se desarrolló en el siglo XVI, al separarse el cuerpo del carro de los ejes y suspenderlo mediante unas correas de cuero (sopandas), que después serán sustituidas por el empleo del hierro, como en la carroza que estudiamos. La evolución del carruaje alcanza su apogeo en el siglo XIX como consecuencia de los grandes cambios urbanos propiciados por la Revolución Industrial. Es la edad de oro del carruaje: los gobiernos pavimentan carreteras y construyen nuevas redes viales, estimulando el tráfico. Se crean fábricas de carruajes en muchos países, se publican catálogos, se muestran en exhibiciones industriales y se exportan por todo el mundo. Las clases medias, que consolidan su poder económico en esta época, se convierten en la principal clientela de esta industria. En España se desarrolla un artesanado especializado desde principios del siglo XIX, a la vez que se importan modelos franceses, ingleses, italianos o austríacos, como es el caso del ejemplar que consideramos, de manufactura austríaca.
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