| Descripción |
Pocas veces tenemos ocasión de admirar obras pictóricas del duque de Rivas (Córdoba, 1791 - Madrid, 1865), más conocido por su faceta como escritor, político o diplomático. Afamado literato, autor de obras como Don Álvaro o la fuerza del sino, su concepción artística del Romanticismo le llevó a interesarse por otros medios de expresión, como la pintura, la cual cultivó durante toda su vida.
A pesar de lo desconocida que pueda resultar su vinculación con los pinceles, practicó esta afición desde la infancia, con diferentes maestros de los que aprendió los rudimentos básicos. Su ajetreada vida en ocasiones le dejaba escaso tiempo para dedicarse a la pintura, pero su relación con los mejores artistas del momento sin duda también le sirvió para depurar su técnica.
La historiografía coincide en que las mejores obras fueron realizadas durante su estancia en la embajada de Nápoles, de 1843 a 1850, considerándose la etapa culminante de Ángel María Saavedra como pintor. Influido por la escuela italiana, su paleta se llenó de color y la luz cobró más protagonismo. En ese contexto debemos encuadrar la obra que nos ocupa, "La cita", fechada por el autor en la ciudad italiana en 1846.
En primer término, tras una balaustrada y apoyada sobre un mantón de seda, aparece una joven con el pelo recogido, vestida con una sencilla camisa que deja al descubierto los hombros y parte del pecho. Con la cabeza inclinada hacia abajo, esboza media sonrisa mientras en su mano sostiene un papel doblado. Tras ella, aparece desdibujado un hombre de avanzada edad, barbado, que dirige su mano hacia la joven. Completa la escena un jarro cuajado de flores.
Dionisio Ortíz se refiere a este óleo, conocido en la época como "Napolitana", como uno de los cuadros más famosos y representativos del pintor en su periodo italiano. Para Boussagl el lienzo representa el tema de la casta Susana.
A pesar de que Ángel María destacó más como literato que como pintor, este cuadro está realizado con una técnica muy correcta, como puede observarse en la joven, aunque adolece efectivamente de la mano de un maestro. Sin embargo, la importancia del mismo va más allá del acabado, al revelarnos una faceta poco conocida de una de las figuras capitales de la época, poniendo de relieve su interés por la pintura, y su concepción del Romanticismo como un movimiento que aúna todas las artes.
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