Foto: Museo Nacional de Escultura

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Museo Museo Nacional de Escultura
Inventario CER00435
Clasificación Genérica Escultura; Reproducción
Objeto/Documento Escultura de bulto redondo
Autor/a Amodio, Michele
Título Seudo Séneca
Materia/Soporte Metal [¿bronce?]
Mármol [base]
Bronce [réplica romana]
Técnica Galvanoplastia
Fundido [réplica romana]
Cincelado [réplica romana]
Dimensiones Altura = 47 cm; Anchura = 24 cm; Profundidad = 26 cm; Peso = 10,70 Kg
Datación 1884
100[ac]=100 (réplica romana)
300[ac]=1[ac] (posible original helenístico)
Contexto Cultural/Estilo Contemporáneo
Edad Antigua [réplica romana y posible original helenístico]
Descriptores Geográficos Herculano
Clasificación Razonada Esta réplica es obra de Michele Amodio, artista napolitano nacido hacia 1817 o 1820 y fallecido en 1913. Personaje del mundo del arte y la cultura del Nápoles, activo entre 1850 y 1890, es conocido sobre todo por su dedicación a la fotografía de tema local: paisajes rurales, urbanos y marinos, así como numerosas vistas de Pompeya y testimonios de la erupción del Vesubio. Popularizó sus imágenes en variados formatos, a través de una empresa cofundada con su hermano Enrico, con sedes en Nápoles y Milán.
Más tarde creó en Nápoles una fundición de bronces artísticos, dedicada especialmente al modelado de réplicas pompeyanas. Aunque esta es una faceta de su obra mucho menos estudiada, se conocen al menos algunas páginas de su catálogo, bien representado en la colección del Museo de Reproducciones Artísticas, principalmente en lo relativo a armamento defensivo y esculturas, todo ello elaborado mediante galvanoplastia.
Gracias a la milimétrica precisión de este procedimiento, nuestra pieza reproduce con absoluta fidelidad la morfología del original, y acrecienta su parecido imitando su pátina con pintura verde, si bien en nuestra réplica se han reconstruido ambos ojos, basándose en los elementos conservados en su modelo. Este fue hallado en 1754, en la Villa de los Papiros, cerca de la antigua Herculano, y es unánimemente considerado el mejor ejemplo este tipo de retrato, del que actualmente existen más de 40 réplicas romanas, lo que da una idea de su amplia difusión en ese contexto.
Alguna de ellas era ya era conocida en el siglo XI, pero no hubo una idea clara de quién era el personaje representado hasta que, en 1598, Fulvio Orsini, realizó una propuesta aparentemente sólida. Basándose en su parecido con la efigie de un medallón, actualmente no conservado, lo identificó como Séneca.
La atribución fue aceptada con entusiasmo, e incluso fue aparentemente ratificada por ciertos detalles, como las salientes venas del cuello -especialmente perceptibles en algunos ejemplares de mármol- que fueron explicados como la representación del efecto causado por el agua caliente empleada en el suicidio. Sin embargo, la propuesta no resistió el paso del tiempo, y si ya en el siglo XVIII se suscitaron dudas -por ejemplo, del mismo Winckelmann-, el hallazgo, en el siglo XIX, de una herma doble con los rostros identificados respectivamente como Sócrates y Séneca, demostró su error.
Su regreso al anonimato convirtió a esta pieza, a decir de Richter, en «uno de los más extraños enigmas entre los muchos del retrato griego», y dio lugar a multitud de sugerencias. Este autor, tratando de acotar su identidad y a partir de la observación del retrato, determinó una serie de características que debía satisfacer el personaje al que se pretendiera atribuir el busto. Así, la amplia difusión del modelo significaba sin duda que tenía que tratarse de alguien excepcional, y muy popular en el mundo helenístico y romano. Seguramente un poeta, pues una de las copias le muestra tocado con una corona de hojas de hiedra, al tiempo que en una herma doble este rostro aparece asociado a un retrato del tipo de Menandro, el dramaturgo griego. Había de ser también una persona longeva, cuya vida y carácter encajara, hasta donde sabemos, con los rasgos que parecen desprenderse de la efigie: básicamente alguien de origen humilde, no aristocrático, aunque dotado de una rica vida interior.
Actualmente circulan «más de una docena de propuestas» acordes con estos requisitos. Ninguna de ellas está libre de objeción, pero la más aceptada es la que ve en los rasgos de ese anciano el rostro de Hesíodo, un literato griego del siglo VIII a.e.c. Fue muy popular en época clásica, y especialmente venerado en el mundo romano, donde su obra «Los trabajos y los días» hizo las veces de manual de agricultura, mientras su «Teogonía» se constituía en referencia para el mundo mitológico. Citado a menudo por los romanos cultos, sus obras inspiraron a autores de la talla de Virgilio, Lucrecio, Ovidio y Cátulo.
No obstante, la falta de certeza con respecto a esta identificación y la popularidad alcanzada por la anterior propuesta hacen que sea esta última la que otorga, por el momento, nombre a la pieza, conocida como Seudo Séneca.
Existe, por otro lado, completa unanimidad entre los especialistas en considerar este ejemplar herculanense -del que procede el nuestro- como una réplica romana, elaborada en una fecha anterior a la erupción del Vesubio (año 79). Algunos investigadores sostienen que estamos ante una copia directa del prototipo original, que no sería un retrato real, sino imaginario, creado para mostrar, de un modo muy verista y vital, a «un viejo rústico, combado por la edad y sufriente, pero con una personalidad vigorosa» y dotado de «intensa vida». Su «áspero naturalismo», voluntariamente alejado de la idealización, ha llevado a los estudiosos a proponer que el original fuera una creación helenística, seguramente en bronce, para la que proponen fechas que van del siglo III al I a.e.c., si bien muchos coinciden en datarlo en el siglo II y vincularlo al taller de Pérgamo.
Es más, teniendo en cuenta su carácter imaginario, pero verista, y su deliberada rusticidad, algunos estudiosos han planteado que pudiera existir algún tipo de vínculo con otro retrato también inventado y realista: el conocido como «Homero ciego» u «Homero helenístico» (CER00662). Se habría tratado, según esta propuesta, de representar a las dos figuras germinales de la literatura griega -y por extensión occidental- marcando su contraste de caracteres, conforme a la costumbre clásica de contraponer figuras de algún modo afines, resumida, en este caso, en un tópico de la Antigüedad, citado por Dión Crisóstomo: «Homero, el poeta de los reyes, Hesíodo, el de los campesinos».
Bibliografía ALMAGRO GORBEA, María José. Catálogo del arte clásico. Madrid (m): 2000. pp. 208-209.

BIEBER, Margarete. The sculpture of the hellenistic age. Nueva York: 1981. p. 143.

BOLAÑOS ATIENZA, María. Nada. Tiempos de Melancolía. Creación y desengaño en la España del Siglo de Oro. Madrid (m): 2015. pp. 186-197.

CASO, Marina. Busto dello Pseudo-Seneca. Le sculture Farnese: I ritrati. 2009. pp. 17-18.

FANELLI, Giovanni. Michele Amodio. 2014. Disponible en: <http://www.historyphotography.org/doc/AMODIO_Fanelli.pdf> Consulta: 20/02/2019.

GABORIT, Jean René. Homme âgé, dit Sénèque. En: CUZIN, Jean-Pierre(comis). D´après l´antique. París: 2000. p. 316.

HASKELL, Francis; PENNY, Nicholas. El gusto y el arte de la Antigüedad: el atractivo de la escultura clásica (1500-1900). Madrid (m): 1990. p. 168.

MUSEO NACIONAL DE REPRODUCCIONES ARTÍSTICAS. Catálogo del Museo de Reproducciones Artísticas. Segunda parte: Artes decorativas de la antigüedad clásica. Madrid (m): 1915. pp. 184-185.

PASQUIER, Alain. Le Pseudo-Sénèque D´Herculanum. En: CUZIN, Jean-Pierre(comis). D´après l´antique. París: 2000. p. 312.

POLLIT, Jerome Jordan. El arte helenístico. Madrid (m): 1998. p. 202.

RICHTER, Gisela. The portraits of the Greeks. 1984.
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