Foto: José María Espallargas Herrera

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Museo Museo Juan Cabré
Inventario 0039
Clasificación Genérica Creencias y religión
Objeto/Documento Exvoto
Materia/Soporte Bronce
Técnica Fundido a la cera perdida
Dimensiones Altura = 145 mm; Anchura = 41,80 mm; Peso = 256,01 gr
Descripción Exvoto ibérico de bronce que representa una figura masculina. La cabeza es proporcionada y muestra un aspecto tonsurado, con frente amplia bajo la cual aparece muy bien dibujada la faz. Largos trazos rehundidos dibujan las cejas y se prolongan en el apéndice nasal de aspecto triangular; ojos de morfología almendrada con pupilas marcadas; boca bien dibujada y mentón pronunciado, con un hoyuelo. Orejas en relieve con forma de crecientes lunares. Cuello estilizado, ancha espalda, torso definido y vientre algo prominente, bajo este unisexo erosionado de aspecto clásico. La figura ha perdido el brazo izquierdo y parte del derecho, que aparece muy pegado al cuerpo y posiblemente se hallaba flexionado. El estatismo y la rigidez no impiden una cierta sensación de movimiento puesto que la pierna izquierda se encuentra algo más avanzada que la derecha. En la actualidad incluye pies y tobillos añadidos en época moderna.
El color del metal oscila entre el verde claro, el oscuro, el beige y el gris. El metal es estable, con abundantes porosidades, defectos de fundición que no han sido eliminados.
Datación 625[ac]=401[ac] (Finales siglo VII-Siglo V a.C.)
Contexto Cultural/Estilo Horizonte Ibérico Antiguo
Uso/función Religioso / ritual
Lugar de Procedencia España(Europa)
[Probablemente Santuario del Collado de los Jardines]
Clasificación Razonada Esta figura, de notables dimensiones, presenta un buen estudio anatómico de proporciones armoniosas, a imitación de modelos griegos.
Pertenece al Período Arcaico Ibérico de Nicolini. Gèrard Nicolini (1977) clasifica estos exvotos cronológicamente según el estilo e iconografía en tres grandes periodos: el Periodo Arcaico (siglo V a.C.); el Periodo Medio (siglos IV-III a.C); y el Periodo Tardío (siglos III-I a.C).
En cuanto a su origen, probablemente proceda del Santuario del Collado de los Jardines en Santa Elena o del Santuario de Cuevas de la Lobera (o de Vilches) en los Altos del Sotillo en Castellar, ambos en Jaén. Estos santuarios se hallaban enclavados en cuevas junto a fuentes y parajes abruptos, no siendo templos propiamente dichos, sino construcciones semejantes a los tesauroi griegos cuya finalidad sería almacenar durante algún tiempo los exvotos.
Ambos yacimientos, el de Collado de los Jardines y el de Cuevas de la Lobera, están considerados de gran importancia por la gran variedad y número de exvotos de bronce encontrados. Cronológicamente su apogeo se sitúa entre los siglos IV y III a.C., aunque se puede considerar una ocupación anterior desde tiempos pre y protohistóricos, así como un uso continuado en tiempos muy avanzados e incluso posteriores a la romanización.
La técnica de fabricación de estos exvotos era la fundición a la cera perdida, la manera habitual de fabricar los bronces votivos en la Hispania Prerromana. En estas figuras están representados fieles de todas las clases y géneros: mujeres, varones, personas pertenecientes a la élite guerrera, etc. Sin embargo, entre los exvotos ibéricos no se encuentra ninguno que represente a los dioses propios de su religión, ya que en ella el íbero buscaba ante todo una utilidad práctica. De uso ritual o votivo, estas figurillas eran ofrecidas a los dioses en agradecimiento de un beneficio o para implorar una curación personal o propiciar un bien.
La religión ibérica seguramente desconoció el sacrificio de víctimas en los santuarios, salvo quizás el de Palomas. La ofrenda sería el propio exvoto, en el que el devoto trataba de perpetuar su presencia ante el numen. Esta religión fue muy conservadora, no sólo por no dejarse influir por las divinidades de pueblos colonizadores, sino también por no darse fenómenos de sincretismo en los santuarios. En cuanto a los exvotos, los artistas ibéricos no sólo no modifican los temas recibidos, sino que les dan un carácter estático, repitiendo los modelos arcaicos consagrados por la tradición y copiándolos hasta el infinito.
Sin embargo, aunque en los santuarios ibéricos no hay asimilación a ningún dios griego o romano, se puede considerar el uso de exvotos como una influencia de las religiones mediterráneas. Este aspecto se encuentra en todo el Mediterráneo y los bronces ibéricos obedecen a prototipos mediterráneos, griegos o etruscos. Son normalmente de tipo personal, recuerdo de una curación o favor especial alcanzado o deseado de la divinidad a la que se ofrece, en esto son análogos a los exvotos de los santuarios griegos y sicilianos.
Bibliografía ÁLVAREZ OSSORIO, F.. Catálogo de los exvotos de bronce ibéricos. Volúmen I y II. Museo Arqueológico Nacional. Madrid. 1941.

CALVO, I.; CABRÉ, J.. Excavaciones y Collado de los Jardines (Santa Elena, Jaén). Memorias de la Junta Superior de Excavaciones. Campañas 1916-1917 y 1918. Madrid, 1917-1918 y 1919. 1916.

GARCÍA BELLIDO, A.. Arte Ibérico en España. Ed. Espasa-Calpe. Madrid. 1980.

LANTIER, R.. Bronzes votifs ibériques. París. 1935.

NICOLINI, G.. Bronces Ibéricos. Ed. Gustavo Gili, S.A. Barcelona. 1977.

NICOLINI, G.. Les Bronzes Figurés des sanctuaires Ibériques. Bibliothèque de L, École des Hautes Études Hispaniques, XLI. Presses Universitaires. París. 1969.

PRADOS, L.. Exvotos Ibéricos de bronce del Museo Arqueológico Nacional. Ministerio de Cultura. Madrid. 1992.

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PRADOS, L.. Los exvotos anatómicos del Santuario Ibérico de Collado de los Jardines (Santa Elena, Jaén). Trabajos de Prehistoria, 49. 1991. pp. 313-332.
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