Descripción |
Medallón de perfil decagonal, con un marco de doble moldura con gallones de coral y crestería formada por jarroncitos con tallos esmaltados, una flor grande central y cuatro pequeñas realizadas en coral alternando con otra flor de coral sobre volutas esmaltadas en cada esquina y con querubín de coral entre ramas de laurel esmaltadas en el adorno de remate, con anilla para colgar.
El campo de la pieza está formado por una plancha de cobre abombada con una hornacina central rodeada de piezas rectangulares que imitan sillares y otras dos menores a los lados, las tres con piezas de coral que imitan veneras.
En la mayor figura la Inmaculada Concepción y en las laterales San Francisco y San Antonio con el Niño. Encima de la Virgen, figura divina bendiciendo con el mundo y cruz y querubines y sobre las otras hornacinas, angelitos de coral. El conjunto se enmarca por un arco de medio punto y jambas compuestas por piezas rectangulares a modo de sillares, los pequeños espacios que quedan en los laterales se rellenan con piezas de coral en forma de cama, y por debajo, con piezas colocadas en hiladas se marca la perspectiva central y lateral.
En el reverso está la cruz, con el anagrama de Cristo (IHS), y un corazón con tres clavos con decoración grabada.
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Clasificación Razonada |
Pieza catalogada por Cruz Valdovinos en Platería Europea en España (1300 - 1700): La pieza responde a un modelo común de capezzale o imagen de cabecera: pieza de carácter devocional para el adorno de las cabeceras de las camas. La presencia de la imagen de la Concepción, fecha la obra en el segundo cuarto siglo XVII, momento en el que se popularizó la creencia y devoción en la Inmaculada concepción de María.
Lo más característico de esta pieza es el aspecto de escenario en perspectiva, como si de una pintura se tratara, al tiempo que con las hornacinas al fondo busca un efecto de retablo.
El coral fue trabajado desde la antigüedad en Europa y Asia, utilizándose para fabricar objetos de adorno, joyas, estatuillas, etc. En Europa y especialmente en los centros italianos, donde todavía hoy se lleva a cabo este trabajo, se valora más la estructura formal que la natural, al contrario que la elaboración asiática que tiene más en cuenta las estructuras coralinas. Existen distintas variedades de coral que se diferencian por el color: blanco (mediterráneo), rosa y rojo.
La técnica del coral no es muy complicada en cuanto a herramientas, pero requiere mucho tiempo y atención durante el proceso. Los artesanos cortan en trozos las ramas con sierras circulares y trabajan a máquina algunos de ellos para convertirlos en cuentas esféricas. Otros trozos los rebajan a mano hasta conseguir formas y tamaños específicos; entonces los pulen y los montan en anillos, aretes y piezas similares o los encastran en las piezas de metal. En el proceso de la transformación se pierde la mitad o hasta las tres cuartas partes de la materia prima, de ahí la carestía de este producto.
En Italia el trabajo del coral tuvo gran desarrollo desde el siglo XVI, siendo las ciudades italianas de Trápani, Nápoles y Génova, las que mayor producción ofrecían y concretamente la ciudad italiana de Torre del Greco en el golfo de Nápoles, se especializó en la transformación del coral rojo.
Durante los siglos XVI al XVIII, destacaron los productos de Trápani que, con pequeñas figuras de coral engastadas en metal dorado o madera, adornaban todo tipo de objetos: Joyeros, bandejas, marcos de cuadros, espejos y ornamentos de Iglesia. Se esculpieron en coral meticulosas representaciones de Cristo y de su nacimiento, y se cosieron miles de cuentas de coral sobre ropajes y frontales de altar.
El virreinato español en Sicilia, motivó que muchos funcionarios, militares o simples particulares encargaran piezas para llevar a España y a veces hicieran grabar en ellas inscripciones de donación. Para uso doméstico y con finalidad devota, se hicieron muchos capezzali o imágenes de cabecera.
En España, durante el siglo XIX, se importa coral en cantidades masivas, a veces extraído en las costas españolas, pero manufacturado en centros italianos como Torre del Greco, desde donde se exporta a toda Europa. De estos momentos son característicos los adornos personales en todos los estilos y formas: juegos de alhajas, diademas, aretes, dijes, collares, rosarios, camafeos y broches, así como pulseras talladas en forma de flores, hojas, animales y figuras del aire clásico.
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