| Descripción |
Retrato miniatura en formato oval de Isabel II niña, a la edad de trece años, de medio cuerpo, de frente y ligeramente ladeada hacia la derecha. Su cabello recogido deja ver sus pendientes. Porta corona y lleva un vestido con amplio escote de barco adornado con una fina puntilla de encaje, manga corta abullonada y talle ceñido, que se ensancha en la cintura con fruncidos. Cruzándole el pecho lleva terciada la banda de la Real Orden de Damas Nobles de la Reina María Luisa, de la que pende la condecoración en forma de cruz estrellada con óvalo central.
Esta miniatura de Isabel II debió de dibujarla De Craene hacia 1843-1844. Por entonces llevaba ya tiempo en Madrid, donde se había instalado de forma definitiva cuando José de Madrazo le ofreció trabajar en la "Colección Litográfica de Cuadros del Rey de España el Señor Fernando VII", publicada en tres tomos entre 1826 y 1832. Además de estos trabajos litográficos, se convirtió en uno de los miniaturistas más importantes del Madrid de la época, una especialidad en boga y, en particular, muy del gusto de la propia Isabel II, que fue retratada en muchas piezas de este tipo, y que de hecho contaba entre sus pintores de cámara con miniaturistas de la talla de Cecilio Corro. De Craene logró la distinción de Pintor Honorario de Cámara en 1849, pero pudo trabajar mucho antes para la Casa Real, pues esta miniatura nos muestra a una Isabel II niña y, aunque no consta la datación exacta, los rasgos físicos de la reina y sobre todo el carácter oficial del retrato, manifiesto a través de su atuendo y la condecoración, parecen revelar que fue retratada a la edad de trece años, tras concluir la regencia de su madre, María Cristina de Nápoles, en 1843. En ese momento era frecuente retratar a la reina con el fin propagandístico de avalar su derecho a reinar desde que en 1833, con tan solo tres años de edad, murió su padre, Fernando VII, y comenzó por tanto su reinado bajo la regencia de su madre María Cristina. Precisamente, la abolición por parte de Fernando VII de la Ley Sálica que, desde Felipe V, impedía reinar a las mujeres, fue el detonante de las Guerras Carlistas, pues Carlos María Isidro, hermano del monarca fallecido, se creía más legitimado que su sobrina para acceder al trono.
Los retratos de la reina con los fines indicados se hacían en muy diversos soportes, y en particular las estampas constituían un rápido y fácil medio de divulgación, además de ser asequibles económicamente para muchos ciudadanos. En este sentido, este dibujo fue preparatorio de una estampa que realizó el grabador Willem Finden reproduciendo fielmente el dibujo de De Craene, y de la que el Museo del Romanticismo conserva un ejemplar (inv. CE4375). En ella consta: "Fl. De Craene lo pinto", "W. Finden lo grabó." Precisamente, este retrato oficial de una joven Isabel II figuró en el Calendario Manual y Guía de Forasteros de Madrid en los años 1844 y 1845, lo que avala la datación sugerida. En esta publicación, fundada en 1722, figuraban noticias como el santoral, los días de gala de la Corte y demás efemérides, así como los datos propios de una guía de forasteros o la organización política y administrativa.
En este delicado dibujo, De Craene demuestra su dominio del arte de la miniatura sobre todo en el manejo del lápiz, del que se sirve para la figura y el fondo, éste en degradé. El cabello de la reina está perfectamente dibujado, como si pudiera distinguirse cada pelo, matizando el brillo en la parte superior de la cabeza. Las carnaciones están sutilmente tratadas, así como las sombras en el lado derecho del rostro, la barbilla, el cuello, el hombro derecho y los brazos en su unión con las mangas del vestido. Para realzar ciertos detalles ha preferido la tinta, con la que ha marcado las pupilas, además de dibujar la corona, los pendientes, ciertos detalles de la banda y la condecoración, así como parcialmente la puntilla del escote. Menos acertado parece el uso del pigmento blanco para realzar algunas zonas del vestido. Se trata en todo caso de un bello retrato de Isabel II a la edad en la que comenzó su convulso reinado.
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