Descripción |
En un escenario teatral, el pintor Asteas representa uno de los pasajes más dramáticos de la vida de Heracles. El popular héroe griego, que llegó a cumplimentar tantas acciones de valor, es impulsado ahora a la destrucción de los suyos por los espíritus de la locura. En una pira ardenm ya, amontonados desordenadamente, los objetos de su vida doméstica. En sus brazos, uno de sus hijos que va a ser arrojado al fuego, extiende la mano para alcanzar las barbas de su padre, implorando así piedad. Ante la puerta recién abierta, Mégara, su esposa, golpea aterrorizada su pecho con una mano, mientras con la otra se mesa los cabellos. Es ésta una vieja manifestación griega ante el dolor y la muerte. Detrás del héroe, en un plano superior, asomándose a una especie de galería abierta con columnas, contemplan la escena Alcmena, la madre de Heracles, y su fiel amigo Iolao. Ambos están caracterizados en su expresión y ademanes, por una actitud convencional de dolor. Al final de la galería, teñida de un cierto aire de alejamiento e insensibilidad, asoma la diosa Manía, personificación de la locura. Lleva en su mano una fusta.
La escena recoje el momento culminante de una representación teatral y recoge en su composición un escenario de teatro, con la galería superior por donde asoman los personajes secundarios de esta tragedia.
En la cara B se representa una escena dionisíaca: Dioniso, sosteniendo el tirso y una fíale, cabalga sobre una pantera. A su alrededor danzan dos sátiros y tres ménades, todos ellos representados en gestos extáticos, poseídos por el delirio báquico. El encuentro del tíaso con el dios tiene lugar en un paisaje montañoso, sugerido por la ocultación parcial de las figuras situadas en un plano superior, y por la noche, como indican las antorchas encendidas, pintadas en blanco, que sostienen los compañeros y seguidores del dios.
La cratera tiene la firma del pintor: ASSTEAS EGRAPSE.
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