Museo Museo Nacional de Escultura
Inventario A28conjunto
Clasificación Genérica Escultura
Objeto/Documento Paso procesional
Autor/a Escultor: Fernández, Gregorio (Lugar de nacimiento: Sarria, 1576 - Lugar de defunción: Valladolid (m), 1636)
Policromador: Martínez, Marcelo (doc. 1617)
Título Paso de La Sexta Angustia
Conjunto Paso de la Sexta Angustia
Materia/Soporte Madera
Postizo: Vidrio [Ojos]
Técnica Tallado
Policromado
Incrustación
Descripción Conjunto formado por tres esculturas: la Virgen María con Cristo muerto en el regazo (la Piedad), el buen ladrón crucificado (Dimas) y el mal ladrón crucificado (Gestas).
Datación Escultura:1616
Policromía:1617
Contexto Cultural/Estilo Barroco español. Castilla
Lugar de Procedencia Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias, Valladolid (m)(Valladolid Centro, Valladolid (p))
Lugar Específico/Yacimiento Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias
Clasificación Razonada Este conjunto formaba parte de un paso que Gregorio Fernández entregó a la cofradía penitencial de Nuestra Señora de las Angustias de Valladolid el 22 de marzo de 1617. Compuesto por las figuras que hoy se conservan en el Museo y una María Magdalena y un San Juan Evangelista que aún permanecen en la iglesia, tuvo que ser uno de los pasos más monumentales del siglo XVII.
Aunque no se conocen documentos del encargo que la cofradía hiciera al escultor, se conserva en sus libros de cuentas (dados a conocer por García Chico en 1941) una carta de pago en que figuran 28 reales para los hombres que trasladaron el paso desde la casa de Gregorio Fernández a la iglesia, así como otros cargos por el oro comprado para peletear los cabellos de Cristo, María Magdalena y San Juan, o por los nervios para encolar las uniones de la madera, así como 60 reales pagados al policromador, Marcelo Martínez, o la cantidad dada al lapidario que fabricó los ojos de cristal, Hervás García.
En el libro nuevo de cabildos de la cofradía (comenzado en 1618) aparecen las plantas de las procesiones de 1620, 1623 ó 1625, en las que figura el paso del Descendimiento (nombre con el que se le conoció tradicionalmente), pero su primera descripción procede de Canesi que, al hablar de la procesión de las Angustias del Jueves Santo de 1750, se refiere a éste como otro de Cristo en el regazo de su Madre Santísima, cuando descendió de la cruz, y los dos ladrones puestos en sus cruces. Ponz por su parte vio la Piedad y los dos ladrones en la llamada entonces Capilla de la Piedad, junto a la cabecera de la iglesia en el lado del Evangelio. Para entonces, las figuras de María Magdalena y San Juan habían sido colocadas en dos hornacinas laterales de la nueva capilla de la Virgen de las Angustias, inaugurada en 1710.
El episodio de la Piedad no consta en ninguno de los Evangelios y su representación en el arte es tardía. Aparecerá en la Baja Edad Media por influencia de las meditaciones de los místicos que asocian este momento, en el que la Virgen se queda sola con su dolor, con el recuerdo de los días de Belén cuando acunaba al Niño y lo envolvía en los pañales, al igual que a su muerte lo hace con el sudario.
En la evolución plástica del tema unas veces se mostrará a la Virgen reconcentrada en sí misma o, por el contrario, entregada a la efusión maternal; a veces como una sacerdotisa que, con ambos brazos levantados, ofrece a su Hijo en holocausto (caso de la Piedad de Gaspar Becerra en la catedral de Astorga, de donde procede el tipo usado por Fernández) o en actitudes más naturalistas y contenidas, tal como observamos en la Piedad del Museo: María eleva los ojos al cielo, con una cierta expresión de reproche subrayado por el gesto de la mano derecha, abierta e inquisitiva. Mientras la figura de Cristo, que en épocas anteriores solía estar sostenida por su madre presentando una disposición centrada, se resbala de su regazo a pesar de la firme sujeción ejercida por ésta con la mano izquierda, manteniendo gran parte del cuerpo sobre el peñasco en el que, a modo de altar, ha sido depositado.
El grupo reúne las características más genuinas del estilo de Fernández: un acentuado naturalismo en los cuerpos y numerosas y profundas angulosidades en la representación de los ropajes, una de sus señas de identidad. Respecto a este último aspecto, el crítico ilustrado Orueta no puede evitar su censura, aunque elogia el grupo: no cabe duda de que ha querido dar más flexibilidad y más finura a la toca de la Virgen y al sudario de Cristo que al manto y a la túnica..., sin que haya más diferencia que una mayor delgadez en los pliegues de los primeros y una mayor abundancia de quebraduras. La única tela que sabe [hacer], y no bien del todo, es la de lana, y muy gruesa... y cuando trata de hacerla más fina... le resulta papel u hojalata.
Enmarcando el grupo, se sitúan los dos ladrones que, según la narración evangélica, acompañaron a Jesús en el suplicio. Tradicionalmente se habían atribuido a Leoni, pero Bosarte los asigna a Fernández en 1804. Por su parte, Ricardo de Orueta calificó a estas dos figuras como realmente hermosas y desde entonces los elogios no han cesado. Para contribuir a la claridad narrativa del episodio, el artista contrapone en los malhechores miradas y gestos, les asigna diferentes actitudes corporales e incluso trata de distinto modo los cabellos de cada uno. Así Dimas, el buen ladrón, inclina suavemente hacia Cristo el exánime cuerpo y la cabeza, cubierta de corto y ordenado pelo; mientras Gestas, con el cuerpo tenso, la boca abierta, el entrecejo fruncido y el cabello alborotado aparta su rostro de los protagonistas. Todos estos recursos se insertan en una representación anatómica impecable, convirtiendo a estas esculturas en admirables.
Cuando en los años veinte del pasado siglo se empieza a revitalizar la Semana Santa vallisoletana y Agapito y Revilla emprende la tarea de reconstruir los pasos a partir de las figuras que estaban en el Museo Provincial, colocó para la procesión de 1922 las imágenes de la Magdalena y San Juan delante del grupo de la Piedad, mirando hacia los protagonistas. Sin embargo, es mucho más probable la hipótesis de composición planteada por Luna Moreno en 1986, según la cual en el paso se colocarían originariamente los ladrones adelantados, casi en el mismo plano que la Virgen y Cristo, y María Magdalena y San Juan detrás, a ambos lados de éstos, desde donde Magdalena miraría a Cristo y su madre, y Juan dirigiría la vista hacia la cruz desnuda.
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Catalogación Ángeles González, Margarita de los
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