Museo Museo Nacional de Escultura
Inventario A33conjunto
Clasificación Genérica Escultura
Objeto/Documento Paso procesional
Autor/a Fernández, Gregorio (Lugar de nacimiento: Sarria, 1576 - Lugar de defunción: Valladolid (m), 1636) [Cirineo, Verónica y sayones]
Atribuido a; Cuadra, Pedro de la (Lugar de defunción: Valladolid (m), 07/08/1629) [Nazareno]
Título Paso del Camino del Calvario
Conjunto Paso del Camino del Calvario
Materia/Soporte Madera
Técnica Tallado
Policromado
Iconografia Camino del Calvario
Datación 1610[ca] [Nazareno, con reformas posteriores]
1614-1615 [Cirineo, Verónica y sayones]
Contexto Cultural/Estilo Barroco español. Castilla
Lugar de Procedencia Cofradía de Nuestra Señora de la Pasión, Valladolid (m)(Valladolid Centro, Valladolid (p))
[Cirineo, Verónica y sayones. El Nazareno procede del Convento de San Agustín]
Lugar Específico/Yacimiento Cofradía de Nuestra Señora de la Pasión
Clasificación Razonada La profunda renovación que experimentó la escultura procesional vallisoletana en el primer tercio del siglo XVII, gracias a la creatividad de Francisco Rincón y, especialmente, de Gregorio Fernández, tuvo una de sus primeras aportaciones en el paso de Camino del Calvario, encargado a este último por la cofradía de la Pasión de Cristo de Valladolid, en noviembre de 1614.
Aunque lamentablemente no se ha conservado la escritura del contrato, gracias a la información recogida por el Conde de la Viñaza en las adiciones al Diccionario de Ceán, conocemos la fecha del contrato y la valoración del trabajo en 2000 reales. En esta primera noticia solamente se mencionaban las imágenes de Jesús Nazareno con la Cruz a cuestas, Simón Cirineo ayudándole a llevarla, un sayón tirando de la soga y un hombre armado, añadiendo Martí y Monsó, en una posterior revisión de los escritos de Ceán, la figura de la Verónica, consignada también en una instrucción para armar el paso del año 1661. En cualquier caso parece seguro que el conjunto se componía desde su creación con el mismo número de esculturas que tiene en la actualidad, aunque se debe tener en cuenta que la imagen titular no es la original. Desde el punto de vista de la composición, se trata en realidad de la reducción a lo esencial de una escena cuyos personajes principales ya estaban extendidos desde comienzos del siglo anterior, si bien con frecuencia se resolvían en los relieves para retablos con un mayor número de figuras.
Dentro de la puesta en escena del drama de la Pasión a través de tallas que alcanzaban su última finalidad con el uso procesional, es natural que la imagen de Cristo llevando la cruz hacia el Calvario fuera una de las iconografías preferidas por las cofradías penitenciales. De hecho, sabemos que la propia cofradía de la Pasión contaba con ella desde antes de 1584, pues en ese año se documentan pagos por el arreglo de la cruz que Cristo llevaba a cuestas. Probablemente sustituyó a esta primera imagen el conjunto de Gregorio Fernández, consiguiendo un efecto mucho más espectacular al ampliar el número de personajes y también la monumentalidad de las esculturas.
Como ya se ha comentado, es precisamente la escultura de Jesús la única que no pertenece al proyecto original. De hecho, existe absoluta certeza que el paso estuvo presidido por un Nazareno de vestir, colocado de pie y no arrodillado como el que ahora tiene, que ha regresado recientemente a la sede de la cofradía recuperando el uso procesional. Según se ha señalado en más de una ocasión, lejos de tratarse de un hecho excepcional, el uso para esta iconografía de la tela sobre un cuerpo bien definido con el trabajo de la talla es lo más frecuente en la escultura castellana del momento, logrando con ello un efecto de realismo, que sin duda supondría una singular llamada de atención sobre la figura. Con respecto a la mencionada imagen de la cofradía de la Pasión, se han manifestado discrepancias sobre si se trata de la original de Fernández, posteriormente retocada, o bien de una copia más tardía realizada por la supuesta pérdida de la primera. Con independencia de la mayor calidad que muestra la talla tras la última restauración, parece un hecho extraño que no se conserve ninguna noticia de las causas que habrían podido motivar la sustitución de una obra tan importante para la Semana Santa vallisoletana.
El Cristo quedó separado del conjunto al determinar las autoridades, tras la desamortización de Mendizábal, el traslado al museo de un importante número de esculturas procedentes de las iglesias penitenciales de la ciudad. En un momento en el que se pensaba que no se volverían a montar los grupos completos, se trataba con esta medida de garantizar la conservación de las obras que no estaban al culto, por lo que en términos generales se ordenó entregar el llamado historiado de los pasos, aunque hubo también algún añadido excepcional entre las obras incautadas como la Piedad con los dos ladrones de Gregorio Fernández.
Desde los primeros montajes de estas piezas en las nuevas salas hasta la reconstrucción de todo el paso al resurgir la Semana Santa en la tercera década del siglo XX, la escultura de Simón Cirineo quedó asociada a un Nazareno con un origen también penitencial, pero que llegó al Museo desde otra procedencia. Esta talla, que supuso un modelo de amplia repercusión en la escultura castellana, es la primitiva imagen titular de la cofradía de Jesús Nazareno de Valladolid, que se vio obligada a entregarlo al convento de San Agustín como consecuencia de un pleito mantenido al desvincularse la cofradía de dicho convento en 1676 y allí se mantuvo, con una interrupción como consecuencia de la guerra de la Independencia, hasta su llegada al museo al ser aplicada la Desamortización de Mendizábal. Con respecto a su autor, se ha propuesto en distintos trabajos el nombre de Pedro de la Cuadra, al menos para la cabeza, manos y pies, ya que tanto el análisis estilístico como los estudios radiológicos demuestran que en origen era una escultura de vestir a la que posteriormente se añadió un cuerpo de talla.
El resto de las obras que componen el paso reflejan con gran acierto la diferente actitud de los personajes que se incluyen en la escena, hasta el punto de convertirse en piezas excepcionales en la producción del escultor. La figura de Simón Cirineo se resuelve como un campesino vestido con sayo y cubierto con capucha, para el que pudo servir de inspiración el utilizado en un grabado del mismo tema realizado en el taller de Hieronymus Wierix sobre composición de Maarten de Vos. El rostro, de gran dignidad, muestra un semblante grave, acentuado por el magnífico tratamiento del pelo y la barba, mientras que sujeta la cruz interponiendo las caídas laterales del sayo, gesto que se ha interpretado como un recurso para indicar que pretendía evitar dañarse las manos, aunque también podría tratarse de una señal de respeto hacia el símbolo del martirio.
Indudablemente la Verónica es uno de los mayores logros de Fernández a la hora de plasmar un personaje femenino. Las leyendas piadosas han tejido diversas historias sobre esta mujer, frecuente en las representaciones artísticas desde el final de la Edad Media, que introduce en la escena un detalle de compasión al limpiar el rostro de Cristo quedando milagrosamente impreso en el paño. Como con frecuencia el ficticio milagro se asocia con una de las caídas, lo más habitual es que aparezca arrodillada o al menos ostensiblemente agachada. Sin embargo, Gregorio Fernández refleja el instante posterior en el que la Verónica ya se ha incorporado y descubre con sorpresa el prodigio, concentrando toda su atención en el paño. De esta forma, la figura alcanza la monumentalidad que requiere el uso procesional, en este caso acentuada con un formidable manejo del plegado, particularmente notable en el trabajo de la doble toca con la que se resalta el rostro. El propio empleo del recurso de recoger el manto en el frente, como si estuviera sujeto por un alfiler, que queda como un rasgo de estilo con numerosas consecuencias al utilizarlo en obras como la Santa Teresa que se conserva en este mismo museo, atestigua el destacado lugar de la Verónica en la obra del gran escultor.
El olvido de la composición original y las noticias que aportaban las antiguas instrucciones para montar el paso dieron lugar a la confusión del papel que desempeñaban las otras dos figuras al intentar reconstruir el grupo. Uno de ellos, armado con espada, representa a los soldados que custodiaban a Cristo y muy probablemente está inspirado en un personaje similar, incluida su extraña indumentaria, que se encuentra en un grabado del mismo tema realizado por Johannes Sadeler I sobre composición de Maarten de Vos. La noticia en la instrucción de 1661 de la existencia de un sayón que llevaba una corneta, llevó a colocar este instrumento en su mano derecha, como si se dispusiera a tocarlo. Sin embargo, en la actualidad se piensa que en origen llevaba una lanza apoyada en el hombro, utilizada tras una prolongación de la misma para herir el costado de Jesús.
Como ocurre frecuentemente en representaciones del Camino del Calvario, abre el cortejo un sayón que tira de una soga anudada en el cuello del Nazareno. Dentro de la aportación de tipologías de personajes que se realizan en el taller de Gregorio Fernández, se trata también de una escultura clave, tanto por su calidad como por la cronología, en la definición de los malvados que maltrataron a Cristo. Con su mirada estrábica y su aspecto desaliñado, no en vano se le define en las instrucciones para montar el paso como al que se van cayendo los calzones, logra plasmar la brutalidad del personaje, que se percibe también con la perfecta captación del movimiento al tirar bruscamente. Aunque no es seguro que en un primer momento la llevara, fue esta figura la que tuvo una trompeta o más exactamente una corneta de pregonero, añadida junto al extremo de la soga en la mano derecha. De esta forma, se unían en una figura las funciones que con frecuencia se reparten dos en representaciones pictóricas.
Con dichas actitudes, según la propuesta de Luis Vasallo, el conjunto quedaba compuesto de una manera diferente a la que ahora tiene, colocando el sayón de la soga un poco más a la izquierda en el sentido de la marcha, para que pudiera mirar hacia el Cristo, y el soldado en el lado contrario y más atrasado. Sin embargo, el empleo en el paso de un Nazareno arrodillado, no de pie como el original, y la consolidación en la Semana Santa de Valladolid de la figura del soldado como anunciador de la comitiva, han sido los motivos por lo que hasta el momento no se ha decidido cambiarlo.
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Catalogación Hernández Redondo, José Ignacio
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