| Descripción |
Pulsera formada por cuatro mechones de cabello castaño, trenzados y sogueados, unidos a un broche de oro compuesto por dos intercuerpos rectangulares articulados mediante bisagras, a dos anillos ovales con decoración cincelada de motivos geométricos y vegetales.
Durante el siglo XIX el duelo por la muerte de un ser querido se manifestaba en la utilización de una serie de prendas de indumentaria y sus correspondientes complementos. Todos ellos tenían unas características muy concretas, siendo la principal el empleo del color negro en la indumentaria, o la utilización de determinados materiales como el azabache, la ebonita o el cabello de la persona ausente. El culto de los cabellos como recordatorio de un ser amado está documentado ya desde el Renacimiento, cuando se conservaron pequeños mechones que se guardaban en la parte posterior de algunas joyas o en pequeñas cajas de uso personal, conocidas como guardapelos. Posteriormente, en el siglo XVIII comienza un tipo de artesanía que utiliza los mechones de pelo para confeccionar diversos objetos de carácter sentimental. Los primeros gremios de artesanos de cabello se crean en Francia en esta época. En Gran Bretaña se hicieron muy populares a raíz de la muerte del príncipe Alberto en 1861, pues la reina Victoria, desolada por la muerte de su marido, se impuso un riguroso duelo que incluía el adorno con este tipo de alhajas. A imitación de la soberana, un gran número de mujeres adoptaron este tipo de complementos. El Romanticismo representa la época de apogeo de las joyas de pelo, realizadas a base de mechones de cabello trenzado, que se identifica con la joyería de luto. Proliferaron los artífices especializados, además de las ediciones de manuales que proponían infinidad de diseños de labores en pelo trenzado. En el Museo del Romanticismo se conservan multitud de estos "amuletos", un tanto fetichistas, en los que se emplea el cabello - muchas veces de un fallecido - para llevar a cabo objetos de adorno, generalmente joyas o pequeñas composiciones en cuadros compuestos de cintas, flores y otros adornos de tela y papel, que, al igual que sucede en este caso, solían incluir el nombre de la persona a la que recordaban.
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