Descripción |
La gran lécane, llamada también patera, es una forma especial de Apulia. El recipiente circular, sobre un pie moldurado, remata en dos asas que se elevan sobre el labio que un botón o remate circular corona y a ambos lados flanquea, con la decoración de una flor abierta de pétalos rojos. El vaso está concebido, al modo de una gran palangana, para depositarlo y levantarlo por medio de las asas, para llenarlo de agua y transportarlo en diversos usos cotidianos y rituales. Su función última fue la de formar parte del ajuar funerario de una tumba apulia. El gran tamaño de estos vasos alude también a la dimensión heroica de la muerte.
El interior y exterior de estos vasos suele decorarse con riqueza, con abundancia de blancos y toques dorados de barniz diluido, aunque en nuestro vaso sólo el interior está decorado. Una ondulante rama de vid blanca, con sombreados en pintura dorada para las hojas, crea un cosmos circular, cerrado, para las acciones que tienen lugar en su interior. La planta mágica de Dioniso, aquella que el dios hace brotar espontáneamente, es marco y límite simbólico de un espacio significativo. Un meandro rodea el espacio central del vaso, sonde se desarrolla la escena mítica.
En el medallón, una escena de Gigantomaquia. Zeus, montado en un carro tirado por cuatro caballos blancos y conducida por Niké, la diosa Victoria, blande el haz de rayos que va a arrojar sobre su oponente, un Gigante anguípedo, que cubre su espalda con una amplia piel de animal roja, moteada y ribeteada en blanco y dorado, y anudada al cuello. El Gigante surge de la tierra y sostiene una enorme roca sobre su cabeza para utilizarla como arma. El escenario donde transcurre la olímpica batalla está sugerido por tres estrellas pintadas en dorado sobre las cabezas de los caballos. La Tierra, Gea, madre de los gigantes, es quizás aludida a través de la profusión de flores, capullos y zarcillos que brotan junto al Gigante.
La escena es una magnífica representación de un mito cosmogónico griego: la lucha de los dioses contra los Gigantes. Zeus se enfrentó en lucha abierta contra su padre, Crono. Para ello liberó a los Titanes y éstos le concedieron tres armas: el rayo, el trueno y el relámpago, con los que no tardó en destronar a Crono. Pero Zeus tuvo que sostener también otra lucha contra los Gigantes, hijos de Gea y Urano, quienes amenazaron al cielo contra el que lanzaron árboles encendidos y rocas enormes. Los Olímpicos se prestan a la lucha y vencen a estos seres. La Gigantomaquia representará a partir de entonces el combate cósmico que hace peligrar la estructura entera del cosmos. Pero los dioses olímpicos, garantes del orden del universo, vencerán en esta batalla e impondrán la victoria del orden sobre el caos, de la civilización sobre la barbarie.
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