Clasificación Razonada |
El Cerro de los Santos ha proporcionado un gran número de escultura en piedra que fue ofrendada como exvoto por los peregrinos que ahí acudían. Se trata de representaciones de hombres, de mujeres y en menor medida de animales, estos de pequeño tamaño. La materia prima fue en general la caliza, pero hay también esculturas realizadas sobre areniscas de distintas calidades, lo que daba a las esculturas distintos acabados en los que intervenían tanto la calidad de la materia prima como la destreza del escultor. Las esculturas de hombres y mujeres son, además, un reflejo, casi una instantánea fotográfica, de las modas en el vestir y de la diferencia de clases. Independientemente de éstas, los exvotos del Cerro de los Santos son el recuerdo de quienes se habían beneficiado, de alguna forma, con la ingesta de aguas con propiedades medicinales obtenidas del arroyo que corría a los pies del santuario. Éste fue lugar de culto prerromano entre los siglos V y I a.C. amortizándose definitivamente en el siglo I d.C. Se piensa que el objeto de culto era una divinidad femenina relacionada con la naturaleza y la fecundidad, de ahí que los romanos llamaran al lugar Palem, asimilándolo a la diosa Pales, a la que fueron ofrendadas centenares de estatuas de piedra de distinta calidad y tamaño, vasos, objetos metálicos, etc.
El Cerro de los Santos sigue siendo hoy uno de los yacimientos más significativos de la cultura ibérica, del que todavía quedan muchas incógnitas por resolver pues su pronto descubrimiento en el siglo XIX y, sobre todo, las distintas intervenciones que entonces hubo en el mismo, privaron de una documentación y un registro arqueológico todo lo preciso que hoy se desearía. Así queda la incógnita de la construcción, posiblemente de tipo leñoso posteriormente sustituido por un templo de tipo itálico, lugar de peregrinación en el que fueron depositados los exvotos.
La presencia de fragmentos de cerámica griega del siglo V a.C. permiten fijar en ese siglo los inicios del santuario al que rindieron culto poblaciones ibéricas y posiblemente íberos romanizados o latinos devotos como parece demostrar una escultura masculina conservada en el Museo Arqueológico Nacional (Madrid) que porta en su pecho la inscripción L. Licini.
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