Descripción |
Egipto no tuvo moneda propia hasta que la conquista de Alejandro Magno en 332 a.C. lo integró en el entorno político y económico griego. Para afrontar las nuevas necesidades, Ptolomeo I y sus sucesores, al frente de uno de los más poderosos reinos helenísticos, crearon un sistema monetario de carácter y aspecto puramente griegos, que se mantuvo hasta la conquista por Roma en 31 a.C. La transformación del reino en provincia romana tuvo también su reflejo en las emisiones monetarias.
Ya en época ptolemaica el sistema monetario, aun siendo de carácter griego, había tenido que adaptarse a las condiciones concretas del territorio egipcio, mediante un sistema de pesos diferente y monedas de bronce de gran tamaño. La administración romana de la nueva provincia asumió también las peculiaridades del país, organizando también un sistema diferente al resto del Imperio, basado en la dracma de bronce y en la tetradracma de vellón, una aleación de plata y cobre. Aunque seguían explotándose las minas de oro de Nubia, en Egipto no se acuñó moneda de oro, que debía importarse de Roma y otros talleres oficiales.
Todos los emperadores, desde Augusto hasta la reforma de Diocleciano en 294 -además de los usurpadores Vabalato, Zenobia y Domicio Domiciano-, acuñaron moneda en la ceca de Alejandría de manera más o menos constante. Estas monedas, encuadradas tradicionalmente dentro de las denominadas emisiones greco-imperiales, son las herederas de la tradición monetal helenística anterior, por lo que en ellas los emperadores aparecen revestidos del mismo carácter divino de sus antecesores los Ptolomeos y de los antiguos faraones. Siempre van acompañados de su titulatura en griego, nunca en latín.
Como parte del Imperio, los anversos de las monedas alejandrinas están reservados a la efigie del emperador o los miembros de la familia imperial, mientras que los reversos son muy variados y tienen un sesgo más local. Algunos, muy similares a los utilizados en Roma, son una exaltación del emperador y de las virtudes del Imperio; otros nos ofrecen representaciones de dioses grecorromanos o egipcios, y personificaciones, entre las que cabe destacar la ciudad de Alejandría y el propio río Nilo.
Domicio Domiciano se hizo con el poder en Egipto durante apenas seis meses, entre junio o julio y diciembre de 297. El usurpador murió en diciembre, cuando Diocleciano se dirigía a Egipto a sofocar la revuelta; sin embargo, tuvo tiempo de acuñar moneda a su nombre.
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