Descripción |
Las proporciones cuadradas del vaso son las características de esta época, que más tarde, en los últimos años de siglo, tienden a alargarse. El asa vertical, que sobresale del cuello remata en pequeños discos laterales y su final, en la espalda del vaso, termina en una elegante palmeta pintada en silueta; ambas hechuras recuerdan los prototipos metálicos.
La escena principal reproduce en el centro una fuente frontal, de orden dórico con sus metopas y frontón vacíos. La fuente, en los límites de la ciudad, es espacio fronterizo entre campo y ciudad, entre naturaleza y cultura. A ella acuden unas muchachas para llenar sus hidrias, el mismo vaso que sirve de soporte a la imagen. Las dos centrales sujetan los vasos en sus manos a punto de llenarlas, pero la de la derecha se detiene porque, bajo el chorro vertido desde la cabeza de un león, un niño se baña. Detrás de ambas, dos mujeres se alejan con las hidrias llenas, verticales, sobre sus cabezas, la de la derecha oliendo una flor mientras que por la izquierda otra se acerca con ramas en la mano y lleva sobre su cabeza, la hidria horizontal, vacía. La "ley de la isocefalia" hace que varíe la altura de las muchachas según llevan o no hidrias llenas o sin agua.
En el hombro del vaso contrarresta la escena femenina del cuerpo una masculina. A la izquierda un hombre de pie se despide, tendiendo la mano de otro sentado en una silla de tijera. El guerrero que parte lleva lanza y la clámide sobre los hombros. Tras el un auriga sube a la cuádriga con el kentron o fusta en la mano. A la derecha un hombre sentado también en una silla de tijera con respaldo cierra simétricamente la composición.
Muchas ideas se han avanzado sobre el significado de estas escenas frecuentes en las hidrias del ultimo tercio del siglo VI a.C.: algunos ven en ellas escenas de la vida cotidiana. Mujeres que van a buscar agua a una fuente que quizá represente, propaganda política, la que hace Pisístrato construir en Atenas, lo que explicaría que el tema desaparezca ca.500 a.C. otros intentan explicar el hecho de que estas mujeres vayan elegantemente vestidas con telas bordadas, cuidadosos tocados y llevando ramas para adornar la fuente como escenas de rituales femeninos en el contexto de alguna fiesta de Atenas, como las Anthesteria o las Hydrophoria. Otros aún no ven aquí ni una sencilla escena cotidiana ni ritual sino una especie de advertencia sobre el comportamiento desmesurado y el peligro que acecha a las mujeres en este espacio umbrío y limítrofe, ejemplos míticos no faltan; Polixena atacada en la fuente por Aquiles o la providencial aparición de Posidón en otra fuente para salvar a Amymone.
La fuente es espacio femenino. En nuestra escena un niño se baña, porque también los niños, como Troilo, pertenecen al ámbito de lo femenino. Las mujeres jóvenes, elegantemente vestidas y peinadas como las korai de la contemporánea escultura, cumplen en el bello paisaje de la fuente, con su papel femenino, como los jóvenes varones cumplen con el suyo al partir para la guerra.
Nuestra hidria muestra los valores sociales de un grupo de edad, el de los jóvenes, y de un grupo social, el de los nobles atenienses. Ambas escenas pertenecen al imaginario y son complementarias. La partida del joven en carro en un momento en que el carro no se utiliza para la guerra pero que en las imágenes cumple con su valor heroico y aristocrático, y las mujeres de gestos delicados, noble y ricamente vestidas que van a buscar agua en la fuente. La escena de los hombres queda en segundo término y las muchachas ocupan la atención visual del espectador masculino de esta hidria que también pudo llegar al andrón durante un banquete para añadir agua al vino.
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