Descripción |
Este libro, el "Xenophontis Opera omnia" de Filippo Giunta editado en Florencia en 1516, que contiene las obras completas del autor griego Jenofonte, formó parte de la biblioteca personal del Greco constituida por 148 ejemplares en griego, italiano, latín y castellano, que atestiguan su interés por la teoría del arte. Aunque algunos libros se suponen anotados por el propio Greco, este ejemplar perteneció anteriormente a su amigo, el humanista Antonio de Covarrubias quién, probablemente, lo anotara.
Cuando San Román escribió el breve artículo en que lo daba a conocer, el libro se encontraba, junto con Delle guerre civil et esterne de Romani de Apiano, en la Biblioteca Nacional de España, donde había sido descubierto por José Ibáñez y desde donde pasó a la biblioteca del Museo del Greco de Toledo. Como ya apuntó en propio San Román, y según una de las inscripciones, el libro perteneció a Antonio Covarrubias (1514-1602), circunstancia que también certificaría el hecho de que su apellido aparezca escrito en letra del siglo XVI en el margen superior del reverso de la hoja en blanco del comienzo.
Covarrubias fue catedrático de leyes en Salamanca, teólogo en el Concilio de Trento junto con su hermano Diego, formó parte del Consejo de Castilla y fue uno de los asesores más cercanos al rey Felipe II. Pasó el final de su vida en Toledo, donde llegó a ser maestrescuela y canónigo de la catedral. San Román le atribuye las apostillas en griego que hay en los márgenes del libro, pues fue su primer propietario y además sabía la lengua, muy bien según sus contemporáneos. De hecho, esta circunstancia contribuiría a que entablara amistad con el Greco, que debió ser estrecha porque este ejemplar acabó en la biblioteca del pintor; porque pintó al menos tres retratos suyos, el que aparece en El entierro de señor de Orgaz, a la derecha, de perfil y con ropa de eclesiástico, el del Museo del Greco de Toledo y el del Louvre (inv.1941-32); y porque así lo atestigua una de las anotaciones al Tratado de Vitruvio, en que el Greco describe a Covarrubias como un "milagro de la naturaleza", dechado de elocuencia, elegancia ciceroniana , bondad y prudencia y perfecto conocedor de la lengua griega.
San Román apunta también que el libro pasó al Greco después de que Antonio, que se lo legaría, muriera en diciembre de 1602, y acertadamente lo identifica con el registro "xenofonte" del inventario de 1614. Añade que sería uno de los libros que Jorge Manuel vendió entre 1614 y 1621, pues no aparece registrado en el segundo inventario. Sin embargo, teniendo en cuenta el valor afectivo que el ejemplar pudo tener para el Greco, es posible que formara parte de los "veinte libros griegos e italianos" que se registran en el segundo inventario. En algún momento acabó en manos del bibliógrafo y erudito Tomás Tamayo de Vargas, seguramente antes de 1625, año en el que se marchó de Toledo a Madrid. Fue Tamayo quien escribió la inscripción del comienzo con la genealogía de los propietarios del libro porque, además de lo que en ella se firma, la letra coincide con otros autógrafos suyos; más tarde alguien intento borrarla sin conseguirlo del todo. El libro fue reencuadernado en el siglo XVIII y, según la inscripción que San Román pudo leer en el primer folio, en algún momento debió de pertenecer al convento de la Trinidad de Madrid, si bien esa inscripción ahora es ilegible.
El ejemplar recoge algunas de las obras más conocidas de Jenofonte y otras que no lo son tanto, y algunas que le eran atribuidas durante la Edad Moderna - cuando autores como Leon Battista Alberti lo calificaba en el proemio del tercer libro de Della famiglia como "dolcissimo e suavissimo scrittore"- , pero que hoy ya no lo son. El título es una muestra de la complejidad y la variedad de intereses de Jenofonte, pues en él se recogen tratados didácticos sobre equitación o caza, sobre economía o textos políticos como la Constitución de los lacedemonios o la Constitución de Atenas, que ahora se atribuye a un autor anónimo anterior. Más importantes fueron, sin embargo, sus textos de contenidos filosóficos, como el Simposio- no tanto por la que el Jenofonte pudiera aportar sino como testimonio de las enseñanzas de Sócrates, cuya personalidad se muestra como ejemplo de conducta-, o los de carácter histórico: la Ciropedia, novela histórica sobre la vida de Ciro el Grande; la Anábasis, que narra la expedición de Ciro el Joven contra su hermano Artajerjes en el año 401 a.C.; la biografía de Hierón, tirano de Siracusa; o las Helénicas, que son una continuación de la Historia de la guerra del Peloponeso de Tucídides.
Jenofonte fue discípulo de Sócrates, en el 401 acompaña a su amigo el tebano Proxenos a Persia para luchar junto a Ciro el menor enfrentado a su hermano Artajerjes en las Guerras del Peloponeo (431-404). En la batalla muere Ciro y su amigo Proxenos, convirtiéndose entonces Jenofonte en uno d elos Jefes que guaron a los supervivientes mercenarios griegos hasta Bizancio, expedición que cuenta en la Anábasisi. En el año 398 Jenofonte conoce a Agesilao, rey de Esparta, a quien acompaña en sus luchas contra los sátrapas persas y le sigue hasta Esparta., cuando los espartanos declararon la guerra a Atenas. Los atenienses le destierran y confiscan sus bienes y Jenofonte se retiró entonces a vivir a Escilo, cerca de la ciudad de Olimpia, donde vivirá hasta su vejez, dedicado a la caza y a escribir. Con la derrota de los espartanos le obligan a abandonar Escilo y se marcha a Corinto, donde muere e 355 a.C.
|