Foto: Carlos Cuadrado

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Inventario CE20705
Clasificación Genérica Objetos rituales
Objeto/Documento Figura de poder
Nombre Específico Biteke
Materia/Soporte Madera
Cuerda
Técnica Cortado
Tallado
Anudado
Dimensiones Altura = 28 cm; Anchura = 7 cm
Descripción Figura antropomorfa representada de pie y de frente. Se ha trabajado especialmente el rostro y las extremedidas inferiores, mientras el cuerpo apenas ha sido tallado para dejar un tronco liso en el que solo destaca una profunda cavidad en la parte correspondiente al vientre con los bordes rectos, generando un perfil rectangular mientras que la parte posterior es totamente lisa. Las piernas sobresalen del cuerpo y son rectas, apoyadas cada una de ellas sobre una base semicircular, que se ha perdido por fractura en la correspondiente a la pierna izquierda. Alrededor de la pierna derecha, en su parte baja, hay anudado un pequeño cordel. Del cuerpo nace un cuello troncocónico que se ensancha ligeramente en el centro. La cabeza está formada por una forma cónica que termina en un disco del que sobresale un apéndice vertical terminado en punta. El rostro está marcada por una línea curva de la que sobresalen a lo lados líneas incisas rectas y paralelas que bajan hasta el borde inferior del rostro. Entre estos dos grupos de líneas se han tallado los elementos que distinguen una nariz triangular y recta, a ambos lados los ojos horizontales y apuntados en sus extremos y debajo una pequeña boca formada por una forma semicircular en su parte superior y recta en la inferior, de la que sale un elemento de forma triangular. A ambos lados del rostro se han marcado las orejas, pegadas al cráneo con una forma semicircular que sobresale ligeramente.

Esta figura se adscribe al grupo cultural teke, localizado principalmente en territorio occidental de la actual República Democrática del Congo y en la República del Congo, junto con algunos grupos en Gabón. Sus orígenes se remontan a los procesos migratorios bantúes que alcanzaron la cuenca del río Congo en torno al año 1000 d.C. instalándose en este territorio y desarrollando diferentes estructuras políticas. Las primeras referencias en la historia oral de los teke se remontan al siglo XVII, momento en que su reino alcanza su mayor esplendor hasta que a finales del siglo XVIII se suceden los conflictos internos entre distintos jefes territoriales y el rey. A pesar de estar emparentados con otras estructuras políticas de la región, a finales del siglo XVI los portugueses recogen en sus crónicas las guerras entre los reinos kongo y teke. El final del reinado kete se pone en relación con la imposición del sistema colonial francés y la firma de una serie de tratados por los que la monarquía teke reconocía la autoridad francesa en 1880, cediendo sus territorios, en los que se fundaría Brazzavile, actual capital de la República del Congo.

En época de la monarquía, el rey (ukoo) era un cargo electivo entre los linajes de los antepasados fundadores. Una vez elegido el ukoo por un consejo de grandes hombres se iniciaba un ritual secreto de iniciación en el que el monarca debía entrar en contacto con el gran espíritu Nkwe Mbali y luego se sucedían hasta tres años de entronización, finalizados los cuales se entregaban al rey las insignas reales. Entre sus cometidos el ukoo garantizaba el orden cósmico y la fertilidad a través de una serie de funciones rituales, siendo el guardián de los objetos sagrados que le ponen en relación con el Nkwe Mbali, el gran espíritu entre todos los espíritus (nkira) que pueblan la naturaleza. No disponía de ningún poder político ni de capacidad jurídica o administrativa especial, tareas asumidas por los jefes ngantsé, que ejercían su poder sobre un determinado número de asentamientos. Por último, los jefes mfumu bajo los que se asentaba la estructura familiar, asumían el gobierno del grupo en sus aspectos materiales pero también espirituales. Son los jefes mfumu los que garantizan la buena relación con los nkira de su territorio, los espíritus que alejan los males, garantizan el buen orden y la fertilidad de la comunidad e, incluso, aconsejan al mfumu en la búsqueda de la solución a posibles conflictos.

Económicamente, los teke formaron una sociedad agrícola en la que las actividades comerciales fueron relevantes, especialmente a partir de finales del siglo XV, cuando ejercen como intermediarios comerciales entre los europeos que llegaban a la costa y los pueblos de interior, o mediante la comercialización de sus productos, destacando los textiles y las cerámicas.

Como ocurre con otros sistemas de creencias en la región, los teke consideran la existencia de un dios supremo, Nzami, que no interviene en los asuntos terrenales y que, por lo tanto, no está sujeto a ningún tipo de culto o ceremonial específico. Los asuntos divinos están regulados a través de los nkira y los ngaa, los miembros del grupo o ritualistas encargados de gestionar la relación entre estos espíritus y el mundo terrenal. Esta relación está mediada mediante estatuillas protectoras (mussassi) o «figuras poder» bilongo con una cavidad que contenía la sustancia que le confería su capacidad espiritual. La estructura se completaba con los mfumu mpugu (jefe religioso del asentamiento) y el Mungala o jefe supremo en todos los asuntos religiosos.

La religión toma forma en un sistema de creencias en el que las «medicinas» o bonga juegan un papel simbólico fundamental. El origen de esta sustancia es variado, en muchas ocasiones obtenidos de algún recurso vegetal o animal. La vida humana está potencialmente amenazada por numerosas fuerzas ocultas. Uno de los elementos materiales que definen el sistema religioso son las figuras contenedoras de estas medicinas, que debían ser «activadas» mediante fórmulas y rituales adecuados. Estas «medicinas» y sus contenedores cumplían el papel de mantener los males y las posibles amenazas alejados tanto del grupo como de los individuos, garantizando el bienestar de la comunidad. José Luis Cortes López distingue dos figuras con esta función: los biteke o bilongo con una cavidad en el vientre o en otras partes significativas de la anatomía de la figura donde conservar la «medicina». El butti es un biteke que alberga el alma de un personaje destacado de la comunidad y en el que la «medicina» bonga se acompaña de alguna pequeña parte de su cuerpo como pelo o uñas; y las nkiba que suelen representar a un jefe o a un personaje destacado, y no tienen ninguna cavidad.

Este biteke destaca por no conservar la «medicina» o bonga dejando a la vista la cavidad que ocupa buena parte del cuerpo y por unos rasgos faciales o el característico tocado que se ha identificado en muchas ocasiones con una característica estética teke.

Por último, la figura se flanquea con tallos de bambú cortados y en punta. Por referencias con otras figuras similares de los kongo, estos tallos pueden simbolizar armas de fuego, recalcando la idea de este tipo de estatuillas como representaciones de cazadores encargados de capturar y neutralizar las amenazas que puedan existir sobre el grupo o los individuos.

Durante mucho tiempo y desde distintos ámbitos, estas figuras fueron consideradas como simples «fetiches» en la idea de adscribir las creencias africanas a estadios inferiores en una supuesta escala evolutiva de las formas religiosas. Asociados a prácticas animistas, estos «fetiches» eran considerados la manifestación material de prácticas mágicas y supersticiosas propias de manifestaciones de religiosidad «primitiva». La investigación, sin embargo, ha revelado la complejidad de las religiones africanas, caracterizadas por la presencia de una divinidad superior y un conjunto numerosos de seres divinos que ejercen de intermediarios entre este dios y los seres humanos.
Datación 1926=1975
Contexto Cultural/Estilo Teke
Lugar de Producción/Ceca República Democrática del Congo (África Central y Ecuatorial, África)
Lugar de Procedencia Kinshasa( Kinshasa (región), República Democrática del Congo)
Historia del Objeto Los objetos adquiridos a Fernando Cardenal por el Ministerio de Cultura y Deporte en 2022 con destino en el Museo Nacional de Antropología forman parte de la colección que reunió durante su estancia profesional en diversos países del continente africano.

Fernando Cardenal ejerció la medicina como funcionario de la Organización Mundial de la Salud desde 1961 hasta 1985 fundamentalmente en Kinshasa (República Democrática del Congo), Brazzaville (República del Congo) y Addis Abeba (Etiopía). Su labor humanitaria y profesional ha sido ampliamente reconocida tanto por la organización para la que trabajó como por las autoridades locales y la población a la que atendió. Fue entonces cuando nació su interés por el arte africano. Asentado ya en Madrid, continuó su vinculación con instituciones y centros de estudio africanistas. Su colección es amplísima y se compone de objetos utilitarios, rituales, artesanías y muestras de artistas contemporáneos de diversas procedencias.

De acuerdo con la información proporcionada por Fernando Cardenal, esta pieza fue adquirida en el mercado de Kinsasa (capital de la República Democrática del Congo, entonces del Zaire) alrededor del año 1980.

La relación de esta colección con el MNA se inicia en 1988, cuando fue depositada en el museo para su estudio y valoración. El depósito fue levantado al cabo de tres años.
Catalogación Pérez Armiño, Luis
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Foto: Carlos Cuadrado

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