Foto: Patricia Alonso Pajuelo

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Inventario CE20572
Clasificación Genérica Utensilios de enganche-sujeción-unión; Armas arrojadizas; Actividad cinegética; Armas de golpe; Útiles de caza
Objeto/Documento Cuerda
Materia/Soporte Piel de lagarto
Técnica Cordelería por torsión
Atado
Dimensiones Longitud = 134,10 cm
Descripción Cuerda para boleadora de tres bolas realizada con dos tiras de piel de lagarto torsionadas. Los extremos cuentan con nudos, no se conservan las bolas. Tiene un ramal principal con un nudo situado a 43 cm, a 49 cm hay otro nudo que une el ramal principal con otro secundario, formando una Y.

Clasificación razonada:
Los tehuelches comenzaron a utilizar el caballo entre 1670 y 1741. El empleo de este animal supuso muchos cambios en su modo de vida, especialmente en su movilidad y técnicas de caza. Sus armas principales eran el arco y las flechas, la boleadora tenía un carácter complementario. Tras la adopción del caballo, el arco y las flechas comienzan a ser desplazados por la boleadora, más efectiva en la caza a caballo, hasta dejar de utilizarlos alrededor de 1840. La caza era una tarea masculina, aunque las mujeres también participaban en ella, especialmente en las cacerías comunales. Sus principales presas eran el guanaco ("Lama guanicoe") y el ñandú ("Rhea pennata"). La técnica de caza favorita era el cerco a las presas, los jinetes formaban un círculo o semicírculo que iban cerrando y lanzaban las boleadoras a los animales que habían quedado atrapados en él.
Tenían varios tipos de boleadoras, la de una bola o bola perdida, "kalkem", que se podía lanzar a la presa o golpearla sujetando la cuerda, utilizándola como una maza con mango flexible. La finalidad de la bola perdida era golpear a las presas, la de las boleadoras de dos o tres bolas era inmovilizarlas, aunque también se podían utilizar para golpear. Las boleadoras de dos bolas, "chumé", se empleaban sobre todo para atrapar al ñandú, por eso son llamadas también "avestruceras", ya que el ñandú es un ave similar al avestruz. Las de tres bolas o "guanaqueras", "yachiko", se utilizaban para cazar guanacos. Aunque las boleadoras se emplearon indistintamente para cazar a diferentes animales como pumas, huemules (un pequeño tipo de ciervo, "Hippocamelus bisulcus"), liebres, mofetas, zorros y aves, o para capturar caballos y vacas. En función del animal, la boleadora se lanzaba a distintas zonas de su anatomía, para cazar al ñandú se tiraba al cuello, para atrapar a los guanacos se lanzaba a las patas delanteras, para inmovilizar a caballos y vacas se apuntaba a las patas traseras, al huemul se le lanzaba a la base de la cornamenta o al cuello. La bola perdida y las boleadoras también se emplearon como armas de golpe en la lucha cuerpo a cuerpo.
En las boleadoras de dos y tres bolas había una bola más pequeña, la manija, normalmente con forma oval o piriforme, que es la que sujetaba el lanzador para tirarla. Inicialmente las bolas eran de piedra, en el siglo XIX comienzan a sustituirse por bolas de metal, que obtenían mediante comercio con los colonos. En el siglo XIX se generaliza el uso de retobos o fundas de piel para las bolas, se usaba piel húmeda, que al secarse se ajustaba a la bola y se endurecía. Las cuerdas de la boleadora podían realizarse con tiras de piel de caballo o de guanaco retorcidas o trenzadas, hay ejemplares con piel de puma o de lagarto, como esta pieza. También emplearon cuerdas realizadas con tendones de ñandú y guanaco. La longitud de las cuerdas variaba entre 1 y 3,5 metros, el largo se hacía a la medida de la persona que las iba a usar y estaba en relación con la longitud de sus brazos. En las boleadoras de tres bolas el ramal de la manija era más largo que los otros dos, las cuerdas formaban una Y. Los hombres eran los encargados de la realización de las boleadoras. Ellos eran expertos en su manejo, aprendían desde pequeños, los niños jugaban y practicaban con pequeñas boleadoras. Los colonos en Chile y en Argentina adoptaron las boleadoras de los pueblos originarios para usarlas en la ganadería.
La caza era la principal actividad económica tehuelche, no solo era relevante para su alimentación, del guanaco también obtenían piel que utilizaban en la cubierta de su vivienda, "kau", y en su indumentaria, destacando los quillangos o "kai", mantos pintados con diseños geométricos que realizaban las mujeres, los tendones de guanaco y de ñandú se empleaban como hilo en la costura y para hacer cuerdas. A mediados del siglo XIX los tehuelches comienzan a comerciar con los colonos, los principales puntos de comercio eran Punta Arenas en Chile y Carmen de Patagones en Argentina. Comerciaban con carne de guanaco, pieles y plumas de ñandú, su artículo más demandado eran los quillangos. Para hacer un quillango utilizaban las pieles de 13 chulengos (guanacos nonatos o crías de menos de dos meses), los cazaban en verano, en los meses de noviembre y diciembre, el "tiempo de los guanacos chicos y los huevos de ñandú". La gran demanda comercial provocó una sobreexplotación del guanaco. De los colonos obtenían herramientas metálicas, telas, armas de fuego, cuentas de vidrio, azúcar, harina y otros alimentos de origen europeo, yerba mate, bebidas alcohólicas y tabaco. El intercambio comercial con los aónikenk o tehuelches meridionales fue la principal actividad económica en Punta Arenas entre 1855 y 1863. Al principio la relación entre los tehuelches y los colonos fue amistosa y pacífica, pero a finales del XIX se intensifica la colonización en la Patagonia, se establecen ranchos de ovejas en territorio tehuelche y los rancheros van desplazándolos a las áreas menos productivas. En 1905 una epidemia de viruela hizo estragos en la población aónikenk, se originó en el viaje que realizó el cacique Mulato a Santiago de Chile para para denunciar la ocupación de sus tierras por parte de los colonos y reivindicar los derechos de su pueblo. Tras esto los aónikenk abandonaron Chile para establecerse en Argentina. En la actualidad algunas comunidades tehuelches permanecen en la Patagonia Argentina.

Bibliografía:
ALMAGRO Y VEGA, Manuel (1866): Breve descripción de los viajes hechos en América por la Comisión Científica enviada por el Gobierno de S. M. C. durante los años de 1862 á 1866". Madrid: M. Rivadeneyra.
BARREIRO, Agustín Jesús (1926): Historia de la Comisión Científica del Pacífico (1862-1865). Madrid: Museo Nacional de Ciencias Naturales.
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PRIETO, Alfredo (1997): "Patagonian Painted Cloaks. An Ancient Puzzle". En MC EWAN, Colin, BORRERO, Luis A. y Alfredo PRIETO (eds): Patagonia. Natural History, Prehistory and Ethnography at the Uttermost End of the Earth. London: British Museum Press, pp. 173-185.
REX GONZÁLEZ, Alberto (1953): "La boleadora. Sus áreas de dispersión y tipos". Revista del Museo de la Plata Eva Perón (Nueva Serie), tomo IV, sección Antropología. La Plata: Museo de la Plata Eva Perón, pp. 133-292.
VECCHI, Rodrigo (2010): Bolas de boleadora en los grupos cazadores-recolectores de la pampa bonaerense. Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires.
VVAA (2008): Informe de la Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato con los Pueblos Indígenas. Santiago de Chile: Comisionado Presidencial para Asuntos Indígenas.
Datación 1801[ca]-1900[ca]
Contexto Cultural/Estilo Tehuelche [Los tehuelches se dividen en tehuelches meridionales o aónikenk, que significa hombres del sur, tehuelches septentrionales (gununa´kena y mecharnúekenk) y tehuelches occidentales (téushenkenk).]
Lugar de Producción/Ceca Argentina (América del Sur, América)
Magallanes (CHI, provincia) (Magallanes y Antártica Chilena (región), Chile)
Lugar de Procedencia Patagonia(América del Sur, América)
Historia del Objeto Esta pieza pudo formar parte de las colecciones recogidas en la Comisión Científica del Pacífico (1862-1865). La Comisión del Pacífico fue la principal expedición científica española de mediados del siglo XIX, cuatro de sus miembros llegan a Punta Arenas el 14 de febrero de 1863, uno de ellos, el zoólogo Marcos Jiménez de la Espada, compra varios objetos a los aónikenk que estaban allí para comerciar con los colonos.
Catalogación Alonso Pajuelo, Patricia
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