Foto: Javier Rodríguez Barrera

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Inventario CE21810
Clasificación Genérica Estampas; Libros; Colección de Arte Oriental
Objeto/Documento Libro
Autor/a Nanbara, Kaoru (Keisho)
Kondo, Hideari
Editor: Shibakawa, Matauemon
Editor: Kasendo
Título Taisei shinsha fu, maki no ni
Materia/Soporte Papel
Técnica Estampación (Técnica gráfica) [Nishiki-e]
Dimensiones Longitud = 30,80 cm; Anchura = 21,20 cm
Descripción Colección de dos álbumes de estampas sobre papel. Estampado en policromía. Primer volumen botánica y segundo volumen zoología con temática de animales, crustáceos, peces, insectos, etc. Encuadernado en cartón forrado de papel beige con los cantos pegados con seda azul y cosido con cordón verde, cartela de presentación de tela blanca impresa con caracteres orientales y orla decorativa. Numerada del 1 al 40. Precedidas y seguidas de páginas de I al V, con texto de presentación y cierre.
Iconografia Motivos vegetales; Motivos florales; Animal
Datación 18/06/1888
Contexto Cultural/Estilo Periodo Edo
Lugar de Producción/Ceca Kyoto (Japón, Asia)
Clasificación Razonada Segundo volumen de dos.
Bibliografía VV.AA.. Hanga: Imágenes del mundo flotante: Xilografías japonesas. Madrid: Ministerio de Cultura, 1999. p. 67, il. 2, p. 139, il. 66; CAT.66
N° INVENTARIO: 21.810
DIMENSIONES: libro: 30.8 x 21,2 cm: cartela 21,4 x 4,9 cm; cantoneras 2,5 x 1.3 cm.
FORMATO DE LIBRO: ôhon.
TIPO DE ENCUADERNACIÓN: Kangri, con cubiertas de itamegami forrado de papel teñido en beige: cartela lateral pegada de tela blanca con título impreso en negro. Sin encuadernación interior y hojas dispuestas al estilo fukuro toji; cantoneras en seda azul.
TECNICA DE ESTAMPACION: nishiki-e.
TÍTULO: Taisei shinsha fu, maki no ni,Álbum de gran formato con reproducciones tomadas de la realidad. 2° volumen.
AUTOR: Kondô Shûyû hôshi ga.
EDITOR: Shûkôdô?
CRONOLOGÍA: final del siglo XIX.
Dentro de la misma línea científica que tuvimos ocasión de ver en la lámina de catálogo n° 61 [CE21.828], este estudio de insectos nos acerca a uno de los temas más puramente japoneses que influenciaron notablemente los diseños decorativos de cristales, cerámicas o joyería durante el principio del siglo XX en Europa. En Occidente, los insectos no habían tenido ningún lugar dentro de la pintura o las artes decorativas hasta la llegada de las obras japonesas, ya que se consideraba que los insectos no eran dignos de ser representados. Después, autores como Manet o Van Gogh también les dedicaron algo de su tiempo, recogiendo una clara influencia de Oriente. El pequeño tamaño de los insectos, así como sus originales y variadas formas, que permiten delicados efectos en el tratamiento de las alas, antenas. etc., los hicieron en Japón tema favorito para decorar pequeños objetos o buscar el sentido de universo en la representación de temas de la naturaleza. Grandes y pequeños pintores les dedicaron una gran parte de su atención y los representaron como parte fundamental de sus obras. En 1788 Utamaro publicó Mushi erabi, Selección de insectos, una obra que tuvo grandes repercusiones en la obra de autores posteriores. Pero la tradición de representar insectos es más antigua y surge de la extendida costumbre existente en Kyoto de regalar al emperador insectos dentro de pequeñas cajas, cuyo sonido le acompañaba en las noches cuando contemplaba la luna. La gran cantidad de insectos que el clima japonés propicia, junto a la valoración de tales animales como seres integrantes e inseparables del cosmos, originó una amplia simbología entorno a ellos. En general se pueden dividir en dos grupos, aquellos que producen sonidos, insectos músicos, y aquellos otros que, sin cantar, poseen características peculiares que les hacen especialmente destacados. Tal es el caso de las libélulas, de aspecto delicado pero fuertes y arrojadas, de las mantis, con un aspecto que recuerda una figura orando pero cuyas costumbres de caza y tácticas de lucha les convirtieron en símbolo de coraje, o de las abejas, símbolo del trabajo y la laboriosidad. En la mayoría de los casos los insectos, al igual que las flores, se asocian a las estaciones, tal es el caso de la cigarra en el calor del verano o los saltamontes entre las hierbas de otoño. Por último, no podemos dejar de ver otra faceta también importante como su capacidad de transformación a través de la metamorfosis, lo que los convierte en símbolo fundamental de la eterna reencarnación para los budistas y taoistas.
; Madrid: Secretaría de Estado y Cultura
Catálogo de la exposición.
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