Clasificación Razonada |
Procedente del monasterio jerónimo de san Juan Bautista y santa Catalina de Espeja, en Soria, el sepulcro de Diego de Avellaneda, obispo de Tuy, se dispuso en 1933 cerrando la antigua comunicación entre la capilla de San Gregorio y la iglesia conventual dominica, existente durante siglos entre las dos comunidades vecinas. Pero el sepulcro del obispo tudense iba acompañado de otro conjunto gemelo, en el que se representaba la efigie orante del padre de don Diego, que terminó fragmentado y disperso en manos particulares. Ambas obras, según el contrato firmado con Bigarny en 1536, debían estar concluidas dos años después. Sin embargo, y como sucediera a menudo con trabajos tan laboriosos, la tarea se dilató en el tiempo, obligando a que intervinieran otros maestros que lograran darle término.
El rastreo documental que llevó a cabo hace algunos años Fernando Marías añadió datos para comprender la complejidad del proceso. En 1539 Bigarny contrataba a Enrique de Maestrique para hacer "todas las figuras de imaginería" de los sepulcros encargados por el obispo. No obstante, la tarea no estaba terminada en 1542, cuando fallecía Bigarny, concluyendo definitivamente el trabajo el escultor Juan de Gómez, dando por finalizado un dilatado proceso. Afortunadamente ha sido posible ir reuniendo con el paso del tiempo muchas de las piezas de ese otro monumento funerario, algunas de las cuales hoy se guardan y exhiben en este Museo, con la intención de poder recomponer su estructura en algún momento. A ese conjunto pertenece la pequeña escultura de ángel tenante de escudo con las armas del linaje Avellaneda, tal y como señalaban los armoriales de su tiempo: "en campo azur, dos lobos pasantes de oro, cebados de un cordero de plata, en palo, con bordura de azur con ocho aspas de oro", proporcionando el necesario timbre de nobleza con el que se coronaban este tipo de mausoleos destinados a velar por la fama póstuma de sus constructores.
La figura, que ha perdido las alas con las que aparece representada en antiguas fotografías, estaba colocada en la parte superior de la estructura mural, formando pareja con otra similar. El tratamiento anatómico es el característico de los modelos que consagra el taller del maestro borgoñón, asimilando las intenciones idealizadas de la escultura italiana y siguiendo al tiempo unos estereotipos formales muy establecidos.
El detallismo en el cabello y, especialmente, la elaborada técnica en el trabajo de los paños, minuciosa y realista hasta lo prolijo, convierten a la pieza en algo más que en el ornamento de un monumento funerario. Precisamente, ciertas incorrecciones en la proporción sólo pueden achacarse a una disposición en altura, que sirve para comprender con mayor exactitud el trabajo de los maestros de la escultura.
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Bibliografía |
ARIAS MARTÍNEZ, Manuel. Ángel tenante con escudo de armas de Avellaneda. En: BOLAÑOS ATIENZA, María(dir). El Museo crece: Últimas adquisiciones 2005-2010. Madrid (m): 2011. pp. 38-39. MARÍAS, Fernando. Notas sobre Felipe Vigarny: Toledo y La Espeja. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología. Valladolid (m): 1981, T. 47pp. 425-429. RÍO DE LA HOZ, Isabel del. El escultor Felipe Bigarny (h. 1470-1542). Valladolid (m): 2001. pp. 315-321. SÁNCHEZ CANTÓN, Francisco Javier. Los sepulcros de Espeja. Archivo Español de Arte y Arqueología. Madrid (m): 1933, Nº 26pp. 117-125.
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