Clasificación Razonada |
Hacheros y blandones no son más que candeleros monumentales utilizados para quemar velas de cera de gran tamaño; ambos reciben su denominación del tipo de cirio preferentemente consumido, bien sean blandones -velas grandes y gruesas de un único pabilo o mecha- o bien hachas -con forma de prisma cuadrangular y cuatro pabilos-. Aunque su función primordial era la de iluminar, su empleo dentro de la liturgia alcanzaba también un significado simbólico, pues el número utilizado indicaban la categoría de la misa celebrada (dos, misa rezada; cuatro, cantada; seis, solemne, y si alcanzaba los siete de pontifical, oficiada por el Papa o el Obispo titular de la diócesis). Igualmente servían como acompañamiento de los altares portátiles que con carácter efímero se levantaban en los templos en ocasión de cultos solemnes (triduos, quinarios, septenarios, octavas o novenas) o consagrados a imágenes de especial devoción ya de carácter ordinario (diarios, semanales, mensuales o anuales) o extraordinarios.
Dado su uso conjunto normalmente se solían fabricar en series utilizándose para su manufactura diversos materiales, desde los más lujosos en plata labrada o metal (bronce, latón) fundido y cincelado hasta los más comunes de madera, ya sean policromados imitando diversos acabados (jaspeados, dorados, plateados o pintados) o simplemente en su color en caso de utilizar maderas de calidad.
También este hachero formaba parte de una serie descabalada tras su venta. Su tipología remite a modelos de la orfebrería salmantina de la segunda mitad del siglo XVIII cuyo aspecto externo busca, al estar realizado íntegramente en madera plateada con detalles dorados. Usualmente regalados o costeados por los patronos de las capillas o iglesias, no es de extrañar la presencia sobre ellos de elementos heráldicos como sucede en los ocho de bronce plateado regalados por don Rodrigo Calderón al convento de Porta Coeli de Valladolid o los diez entregados por los conde-duques de Benavente a la iglesia de San Nicolás de dicha villa. En este caso la ausencia de escudos nobiliarios a excepción de la solitaria cruz de ocho puntas, insignia de la Orden de San Juan de Jerusalén o de Malta, indicaría su propiedad por parte de la Orden y por tanto su origen en un templo de su jurisdicción.
Dada su inspiración salmantina, su adquisición en el comercio artístico vallisoletano así como la existencia de ejemplares parecidos con diferente decoración heráldica en las iglesias zamoranas de San Ildefonso y San Vicente, cabe pensar que proceda de alguno de los abundantes establecimientos sanjuanistas existentes entre Zamora y Valladolid.
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