Clasificación Razonada |
Esta pieza fue elaborada por Doménico Brucciani, «Formatore & Modeller to the Science and Art Department del British Museum», así como de la Royal Academy of Arts, y uno de los más reputados copistas de fines del siglo XIX. Mediante un complejo sistema de moldeado por partes (a la italiana), el formador alcanzó a captar la introspectiva y poderosa presencia que irradia su original.
El aspecto actual de nuestra copia, sin embargo, dista sin duda mucho del que tuvo al llegar al Museo de Reproducciones Artísticas, en 1887, y constituye en sí mismo un resumen de la vida de toda la colección. Afectada por el agua, habiendo sufrido múltiples fracturas en todo su contorno, y ahora restaurada y expuesta, esta obra ejemplifica la trayectoria de un conjunto tan apreciado como posteriormente descuidado. Así, hoy la pieza une a su valor intrínseco el de la silenciosa denuncia planteada por su estado de conservación, toda una advertencia para evitar pasados desaciertos.
De Homero, el sujeto representado, conocemos poco más que el nombre. Ya en época clásica, el poeta Terságoras afirmaba que era absolutamente imposible saber nada cierto sobre él, más allá de su comúnmente admitida ceguera. Y los exhaustivos estudios posteriores apenas han arrojado certezas, aunque sí teorías, que van desde quienes niegan su existencia hasta quienes afirman que habrían sido dos o más los autores de las obras que se le atribuyen: la «Ilíada» y la «Odisea», los poemas fundacionales de la literatura occidental. Quienes afirman su existencia, suelen situarlo en el siglo VIII a.e.c., en un momento muy antiguo de la tradición griega, en el que aún no existía el retrato.
No obstante, el personaje gozó de gran fama a lo largo de la Antigüedad y se le erigieron numerosos relieves y estatuas honoríficas, con rasgos inventados, que trataban de reflejar los aspectos nobleza de carácter e inspiración divina supuestos al autor. Fueron abundantemente copiadas, en muchos casos bajo el formato de bustos. Y aunque no conocemos ninguna de las obras de cuerpo entero que mencionan las fuentes escritas y recogen las ediciones numismáticas, sí se conservan varios de esos bustos, que responden a cuatro tipos, creados aproximadamente entre el siglo V a.e.c. y los últimos momentos del helenismo.
En concreto, nuestra réplica reproduce uno de los ejemplares más valorados de la variante denominada «Homero tipo helenístico ciego». Fue hallado en Baiae (cerca de Nápoles), Italia, seguramente en 1870, y adquirido por Charles Townley a fines de ese mismo año, desde cuya colección pasó al Museo Británico.
Representa al poeta anciano, con la frente arrugada, nariz recta y mejillas descarnadas. Dirige la vista al frente, si bien sus ojos hundidos, sin el usual resalte periférico y con los párpados ligeramente caídos, sugieren la idea de ceguera. El cabello, liso en la cabeza, queda sujeto por una estrecha cinta, que deja caer gruesos mechones a los lados de las sienes, semejantes a los de la larga y descuidada barba, de profundos rizos.
En general, lo acusado de los rasgos y la profundidad de la talla, que genera fuertes contrastes lumínicos, transmiten con cierta crudeza su edad avanzada y decadencia física, aunque también la idea de una gran dignidad y fuerza interior.
Se conocen más de veinte réplicas del modelo, pero no su original, quizás tomado de alguna de las obras mencionadas en las fuentes clásicas. La mayoría de los expertos data ese desconocido prototipo en el siglo II a.e.c., aunque se han propuesto también cronologías que van del siglo III al tercer cuarto del siglo I a.e.c., atribuyéndolo tanto a la escuela rodia como a la de Pérgamo, y en este caso relacionándolo, además, con otro retrato análogo por su carácter imaginario y verista: la efigie conocida como «Seudo Séneca» (CER00435, CER00448). Representa esta obra a una persona no identificada, pero que pudiera ser Hesíodo, escritor griego ligeramente posterior a Homero. Se habría tratado, según esta propuesta, de representar a las dos figuras seminales de la letras griegas, marcando su contraste de caracteres, conforme a la costumbre clásica de contraponer personajes afines, en este caso resumida en un tópico de la Antigüedad, citado por Dión Crisóstomo: «Homero, el poeta de los reyes, Hesíodo, el de los campesinos».
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