Descripción |
La pareja formada por esta tabla y la CE0911 cumplía la función de puertas, probablemente de un desaparecido armario de reliquias, de ahí que estén pintadas por ambas caras. Cerradas mostraban la representación de los santos hermanos fundadores de la orden benedictina en sus ramas masculina y femenina, con dominio de tonos negros y grises; abiertas ofrecían dos escenas plenas de colorido que reúnen a los apóstoles en torno a la Virgen: Pentecostés a la izquierda y la Asunción a la derecha.
San Benito y Santa Escolástica responden a un mismo modelo iconográfico, tomado de los grabados de una vida del santo, editada en Roma en 1579; en pie, elevada al cielo la mirada, dominan la composición y amparan bajo sus manos las pequeñas figuras arrodilladas de los miembros de la orden; como fondo la vista parcial de la potente arquitectura de una puerta. En la escena de Pentecostés la composición es más compleja y poblada de personajes, organizándose en dos registros: el terrenal, ocupado por el agitado grupo de apóstoles que rodea a la serena figura sedente de la Virgen, y el celestial dominado por la luz que irradia del Espíritu Santo en su forma de paloma.
Están a tribuidas a Juan de Roelas, quién las pintarían en los años documentados de su estancia en Valladolid.
|
Clasificación Razonada |
Según Navarrete Prieto: "Estas portezuelas de retablo, realizadas para el monasterio benedictino de San Benito de Valladolid, posiblemente serían las puertas de un desaparecido armario de reliquias, tal y como son las del recientemente reconstruido en el Museo Nacional de Escultura con los cuadros de Vicente Carducho.
Consideradas hasta el presente como obras anónimas, son piezas bien características del estilo temprano de Juan de Roelas y suponen una importante contribución a su catálogo por la escasez de obras del pintor realizadas durante su estancia vallisoletana.
Al anverso de las puertas corresponden las efigies de los santos hermanos fundadores de la orden benedictina: San Benito y Santa Escolástica, reafirmando esto las huellas correspondientes a las bisagras y la continuidad de las molduras de la puerta del fondo arquitectónico donde aparecen los santos hermanos, con sendas ménsulas bien características de la arquitectura vallisoletana postescurialense de tan marcado carácter serliano. Sus tipos iconográficos, amparando a miembros de la orden, están tomados de la Vida de San Benito, editada en Roma en 1579, en cuyos grabados ya está presente la frontalidad de estos santos amparando a los demás y en los que sobresalen algunos retratos de ancianos barbados. Abierto el armario, quedaría a la izquierda el Pentecostés y a la derecha, la Asunción de la Virgen.
La identificación de estas portezuelas como obras de Juan de Roelas es evidente, sobre todo en los tipos de angelillos que coronan a la Virgen en su asunción, y que se relacionan sin dificultad con los que aparecen en el rompimiento de gloria de la Circuncisión de la iglesia de la Anunciación de Sevilla, obra de 1604. La aureola dorada y el chisporroteo vibrante, de filiación veneciana, que envuelve a la Virgen en su asunción es otro de los elementos inconfundibles en Roelas, así como la pincelada suelta propia de la pintura veneciana y la riqueza de su colorido.
No obstante, la retórica y la artificiosidad propia del Manierismo se ponen de manifiesto en la teatralidad del Pentecostés, donde la gesticulación de los apóstoles es manifiesta y contrasta con la sobriedad de la columnata del fondo y con la obra del mismo asunto conservada en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, sin duda más tardía, donde los tipos humanos presentan una solidez ausente en esta primeriza tentativa, pero donde encontramos algunas figuras hermanables.
No es de extrañar, por lo tanto, que en el inventario del Museo de Valladolid de 1851 y en el catálogo de 1874, aparezcan estas tablas, primero como obra de Federico Zuccaro, después, como de escuela italiana, y, en los últimos inventarios y catálogos, como anónimas. Jesús Asensio citó estas pinturas como puertas de retablo diciendo que fueron puestas en caballetes para la visita que en 1904 hizo el rey al Museo, siendo casi desconocidas por el público hasta ahora.
La presencia de Roelas en Valladolid se documenta al menos desde 1598, cuando se le cita como vecino de esta ciudad en un pleito contra la Universidad por no haberle pagado las pinturas del túmulo de Felipe 11 (J. Martí y Monsó [1898-1901], 1992). Las tablas de San Benito han de corresponder a esos años y debió de pintarlas antes de su marcha a Andalucía, ya que en 1603 está documentado como capellán de la iglesia de Olivares (Documentos para la historia del arte en Andalucía, I).
Como he dicho, estas portezuelas son muy interesantes dentro del catálogo de Roelas, situándose plenamente dentro de un manierismo reformado en el que los elementos venecianos son patentes. Siempre se cita un viaje a Italia de Roelas como algo necesario para entender su pintura; sin embargo, su evolución estilística pudo haberse dado sin que ese viaje sea imprescindible. El conocimiento de lo escurialense por un lado y de la pintura toscana y veneciana presente en España por otro, además del universo de formas que proporcionaban las estampas, son elementos suficientes para explicar el avance hacia la verosimilitud y el realismo que se aprecia en las obras que el artista pintó en Sevilla y de las que La liberación de San Pedro, de 1612, de la iglesia sevillana del mismo nombre, es ejemplo señero".
|
Bibliografía |
GONZÁLEZ GARCÍA, Juan Luis. Celestiales tesoros. Coleccionismo y circulación de reliquias en la Monarquía Hispánica. En: ARIAS MARTÍNEZ, Manuel; BOLAÑOS ATIENZA, María. Extraña devoción. De reliquias y relicarios. Madrid (m): 2021. pp. 60-75. CAT. 26 NAVARRETE PRIETO, Benito. San Benito (anverso ), Pentecostés (reverso). En: URREA FERNÁNDEZ, Jesús(dir). Pintura del Museo Nacional de Escultura. Siglos XV al XVIII (I). Madrid (m): 2001. pp. 123-128.
|