Descripción |
Retrato en miniatura de formato rectangular del rey Fernando VII, representado de busto, ligeramente girado hacia su izquierda y dirigiendo su mirada al espectador. La figura se recorta sobre un fondo neutro de tonalidades grisáceas. El monarca viste uniforme de capitán general, con casaca azul de cuello alto y anchos ribetes bordados con hilo de oro. Se adorna con el Toisón de Oro y la Gran Cruz de la Orden de Carlos III, cuya banda azul y blanca le cruza el pecho. Luce el cabello corto y con patillas, peinado hacia el rostro, dejando caer mechones sobre la frente.
Estamos ante una miniatura de una gran calidad técnica, destacando la maestría en la utilización de una pincelada precisa, siguiendo la técnica del punteado combinada con una pincelada más larga en zonas como el fondo o la indumentaria, así como el rico colorido.
Por la apariencia del monarca y por comparación con otros retratos suyos de mano del mismo autor, se puede datar en torno a 1820-1825.
Está firmada: "L. Cruz", en la zona izquierda, sobre el hombro del rey. Luis de la Cruz y Ríos (Puerto de la Cruz, Tenerife, 1776-Antequera, Málaga 1853) fue un célebre pintor y miniaturista apodado "el Canario", por su procedencia de las islas. Inició su aprendizaje artístico en su ciudad natal de mano de su padre, Manuel Antonio de la Vera Cruz, que era pintor, tallista y estofador, y luego con Juan de Miranda. En 1815 viajó a Madrid, donde consiguió retratar al monarca Fernando VII, a quien admiraba, y del que realizará varias efigies a lo largo de su carrera como pintor. Ya en la corte hizo numerosos retratos de la familia real y se abrió camino enseguida por su habilidad como miniaturista, logrando un sitio preferente entre los cultivadores de este arte en España. En 1816 fue nombrado pintor de cámara honorario, sin sueldo, por lo que serían varias las solicitudes que a lo largo de los años Luis de la Cruz dirigiría al rey con el afán de conseguir el sueldo como pintor efectivo de S.M., aprovechando las vacantes que iban quedando, algo que, sin embargo, no llegaría a conseguir. Desde 1817 se ocupó también de realizar varios encargos de retratos en miniatura con destino a los joyeles (cajas, tabaqueras y otros objetos semejantes) que los reyes regalaban a los embajadores extranjeros. A partir de 1827 obtuvo el puesto de vista de aduanas, que ejerció primero en Sevilla y después en Cádiz. Los últimos años de su vida, de los que no hay demasiada información, vivió en Málaga, donde impartió clases de dibujo.
En la técnica de la miniatura realizó varios retratos de Fernando VII y de tres de sus esposas (Isabel de Braganza, Mª Amalia de Sajonia y Mª Cristina de Borbón), así como de los infantes Carlos María Isidro y Francisco de Paula y sus respectivas familias, llegando también a retratar a Isabel II de niña (RUMEU DE ARMAS, A., "Luis de la Cruz y Ríos". Santa Cruz de Tenerife: Viceconsejería de Cultura y Deportes, Gobierno de Canarias, 1997). Esta miniatura es muy similar a otras conocidas del rey, conservadas en Patrimonio Nacional o en colección privada, que pudieron contemplarse en la gran exposición dedicada a Luis de la Cruz en el Museo Romántico en 1953 para conmemorar el primer centenario de su muerte.
(Catalogación: Rebeca Benito Lope, 2023)
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