Museo Museo de Segovia
Inventario DO-0001
Clasificación Genérica Pintura
Objeto/Documento Cuadro
Autor/a Berruguete, Pedro (Fecha de nacimiento: 1450 - Fecha de defunción: 1503)
Título Cristo crucificado
Materia/Soporte Madera
Pigmento
Técnica Óleo sobre tabla
Dimensiones Altura = 133 cm; Anchura = 191 cm
Descripción Según Collar de Cáceres, 2013: Fundado por Santo Domingo de Guzmán en 1218, el convento de Santa Cruz de Segovia alcanzó plenitud arquitectónica y como comunidad bajo los auspicios de los Reyes Católicos, siendo fray Tomás de Torquemada su prior. Se levantó entonces no sólo un nuevo templo y sus dependencias conventuales, con la intervención de Juan Guas, sino también el recinto que antecede a la cueva en la que el santo hiciera penitencia disciplinándose con una piedra ante una cruz, y se dotó a la capilla de un retablo cuya realización fue encomendada según se cree por el mismo Torquemada a Berruguete, quien no tardaría en hacer los del convento de Santo Tomás de Ávila, acaso también a instancias suyas.
Conocemos el aspecto del retablo gracias a una maltratada pintura del siglo XVII en la que se muestra el éxtasis de Santa Teresa de Jesús en su visita a la Santa Cueva, con la doble aparición de Cristo y Santo Domingo. Acompañaban así a la tabla de Cristo crucificado otras cuatro menores que en buena lógica serían del mismo autor, de Santo Domingo de Guzmán penitente, en representación arrodillada y con el torso desnudo, y Santa Catalina de Siena, con la maqueta de un templo en sus manos, ocupando los extremos otras de un Fraile en meditación -la ausencia de nimbo excluye su identificación Santo Tomás o San Pedro de Verona-, y un Ángel con las armas de la orden.
Para la tabla central, cuya temática responde a la devoción penitencial del fundador e indirectamente a la advocación del convento, a requerimiento sin duda de la comunidad o del prior, optó Berruguete por mostrar a Cristo en el interior de una capilla, no como imagen de altar sino en cuerpo real, dando forma a una de sus creaciones más notables y representativas por el desarrollo espacial y por la delicadeza figurativa, de un recogimiento acorde con los criterios de la devotio moderna.
El marco arquitectónico define una capilla pavimentada resuelta en dos tramos, el primero de los cuales, en el que se asienta la cruz, se cubre con sencilla bóveda de crucería sobre cuatro columnas corintias de mármol y arcos de medio punto rebajado, enmarcando el frontal la escena. El desarrollo del segundo es parcialmente interrumpido por un panel de panes de oro, a modo de tapiz, que parece flotar tras de la cruz. El énfasis en la concepción perspectiva y el diseño de los soportes son fruto de un genuino interés por las novedades introducidas en la pintura italiana del momento, aunque carentes de todo rigor.
La estilización anatómica y el perizonium transparente y sin vuelo que cubre la desnudez de Cristo se corresponde con su propia figura en la Misa de San Gregorio de la catedral, prueba evidente de una proximidad cronológica, más allá de lo cual el tratamiento tostado de las carnaciones con toques de albayalde, acredita una mayor cercanía a los retablos de Ávila, al final de su trayectoria, lejos ya de las propuestas de su etapa palentina.
Resulta singular que no mucho después de que fuera realizado el lienzo que reproduce el largo éxtasis de Santa Teresa -narra también el P. Navamuel la conversión de un hereje inglés en el recinto en 1623 al contemplar la sangre del santo- se procediera a sustituir el retablo original, arrumbando la tabla principal y desapareciendo las laterales, para recrear con dos tallas el pasaje penitencial de Santo Domingo disciplinándose en la gruta ante una imagen de Cristo crucificado, dentro de un retablo nuevo, en una escenificación a modo de tableau vivant propia del espíritu barroco. Depósito de la Diputación de Segovia desde 2014.
Datación 1490[ca]-1493[ca]
Contexto Cultural/Estilo Renacimiento
Lugar de Procedencia Segovia
Lugar Específico/Yacimiento Convento de Santa Cruz
Clasificación Razonada Según Collar de Cáceres, 2013: Fundado por Santo Domingo de Guzmán en 1218, el convento de Santa Cruz de Segovia alcanzó plenitud arquitectónica y como comunidad bajo los auspicios de los Reyes Católicos, siendo fray Tomás de Torquemada su prior. Se levantó entonces no sólo un nuevo templo y sus dependencias conventuales, con la intervención de Juan Guas, sino también el recinto que antecede a la cueva en la que el santo hiciera penitencia disciplinándose con una piedra ante una cruz, y se dotó a la capilla de un retablo cuya realización fue encomendada según se cree por el mismo Torquemada a Berruguete, quien no tardaría en hacer los del convento de Santo Tomás de Ávila, acaso también a instancias suyas.
Conocemos el aspecto del retablo gracias a una maltratada pintura del siglo XVII en la que se muestra el éxtasis de Santa Teresa de Jesús en su visita a la Santa Cueva, con la doble aparición de Cristo y Santo Domingo. Acompañaban así a la tabla de Cristo crucificado otras cuatro menores que en buena lógica serían del mismo autor, de Santo Domingo de Guzmán penitente, en representación arrodillada y con el torso desnudo, y Santa Catalina de Siena, con la maqueta de un templo en sus manos, ocupando los extremos otras de un Fraile en meditación -la ausencia de nimbo excluye su identificación Santo Tomás o San Pedro de Verona-, y un Ángel con las armas de la orden.
Para la tabla central, cuya temática responde a la devoción penitencial del fundador e indirectamente a la advocación del convento, a requerimiento sin duda de la comunidad o del prior, optó Berruguete por mostrar a Cristo en el interior de una capilla, no como imagen de altar sino en cuerpo real, dando forma a una de sus creaciones más notables y representativas por el desarrollo espacial y por la delicadeza figurativa, de un recogimiento acorde con los criterios de la devotio moderna.
El marco arquitectónico define una capilla pavimentada resuelta en dos tramos, el primero de los cuales, en el que se asienta la cruz, se cubre con sencilla bóveda de crucería sobre cuatro columnas corintias de mármol y arcos de medio punto rebajado, enmarcando el frontal la escena. El desarrollo del segundo es parcialmente interrumpido por un panel de panes de oro, a modo de tapiz, que parece flotar tras de la cruz. El énfasis en la concepción perspectiva y el diseño de los soportes son fruto de un genuino interés por las novedades introducidas en la pintura italiana del momento, aunque carentes de todo rigor.
La estilización anatómica y el perizonium transparente y sin vuelo que cubre la desnudez de Cristo se corresponde con su propia figura en la Misa de San Gregorio de la catedral, prueba evidente de una proximidad cronológica, más allá de lo cual el tratamiento tostado de las carnaciones con toques de albayalde, acredita una mayor cercanía a los retablos de Ávila, al final de su trayectoria, lejos ya de las propuestas de su etapa palentina.
Resulta singular que no mucho después de que fuera realizado el lienzo que reproduce el largo éxtasis de Santa Teresa -narra también el P. Navamuel la conversión de un hereje inglés en el recinto en 1623 al contemplar la sangre del santo- se procediera a sustituir el retablo original, arrumbando la tabla principal y desapareciendo las laterales, para recrear con dos tallas el pasaje penitencial de Santo Domingo disciplinándose en la gruta ante una imagen de Cristo crucificado, dentro de un retablo nuevo, en una escenificación a modo de tableau vivant propia del espíritu barroco.
Bibliografía COLLAR DE CÁCERES, F.; EGAÑA CASARIEGO, F.. Pedro Berruguete en Segovia. Segovia: Junta de Castilla y León. Diputación de Segovia, 2015.
Forma de Ingreso Depósito
Fecha de Ingreso 2014
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