Descripción |
Se trata de una teja romana con un detalle curioso: las huellas de un gato que le pasó por encima cuando estaba aún en el tejar, puesta a secar al sol. Es una casualidad que se repite a veces en todo tiempo y en todas partes, dando lugar a marcas azarosas, cada una con su anécdota.
Como teja, es de las planas -tegulae- que formaban la base de los tejados, cubriendo toda la superficie techada. Se combinaban con las curvas -imbrices- que tapaban la junta entre los bordes levantados de las planas. Serán estas tejas curvas, más eficaces, las que se impondrán de forma exclusiva, llegando a nuestros días como «tejas árabes».
Además de componer las cubiertas, las tegulae se utilizaron o se aprovecharon para formar escuetossarcófagos en el Bajoimperio, en los siglos III y IV, cuando se generaliza la inhumación como rito funerario. Con ellas se componen las cajas mortuorias, forrando las paredes de las fosas en vertical y a menudo haciendo también la tapadera con varias, cruzadas si la tumba es infantil o apoyadas entre sí en tejadillo a dos aguas si es de adulto. De la necrópolis asociada a la villa de Pared de los Moros, en Niharra, procede esta teja hallada suelta en 1984, en la misma zona donde, por la extracción
de una gravera, también quedó el lateral de la tumba de tejas planas que se muestra en la Sala V de la Casa de los Deanes.
|