Descripción |
Escultura exenta. Sentado sobre escabel prismático. Cabeza bien proporcionada, frente despejada, fina nariz, desgraciadamente mutilada, ojos abultados, con lacios bigotes y poblada barba, que como el cabello cae simétricamente dispuesto por detrás de las orejas en bucles que terminan en rizos acaracolados. Viste túnica de amplias mangas perdidas, de pliegues gruesos, largos y bien acentuados, que deja los pies al descubierto, tratados de manera sumaria. Apoya pesadamente la cabeza sobre la mano derecha y con la izquierda sostiene una gran filacteria de extremos enrollados, que cae por delante de las piernas. La talla de la túnica, como la de rostro y manos, es redondeada y suave. Conserva en muchas partes restos de enlucido, pudiendo pensarse que se trata de la preparación para la policromía, aunque de ésta, si la hubo, no queda ningún vestigio.
La figura del profeta pertenecía al coro pétreo del maestro Mateo, emplazado entre los tres primeros tramos de la nave mayor de la catedral compostelana. Ubicado en el centro de la catedral, encerraba un carácter simbólico, la Jerusalén celestial, la ciudad santa que estaba rodeada por una alta cerca, representada por recios torreones con los que alternaban los profetas y apóstoles, las "doce piedras" que le sirven de asiento, según el texto sagrado. La sillería estaba pensada para dar cabida a los numerosos canónigos que entonces componían el Cabildo de Santiago.
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