Museo Museo Casa de Cervantes
Inventario CE416
Objeto/Documento Miniatura
Autor/a Anónimo [El autor/ la autora siguió modelos de Sofonisba Anguissola.]
Título Retrato de Isabel de Valois
Materia/Soporte Marco: Madera
Miniatura: Pigmentos
Aglutinante
Celuloide
Dimensiones Altura = 8,50 cm; Anchura = 6,50 cm
Descripción Pequeño retrato en formato ovalado con marco de madera cuadrado. El marco presenta una decoración de marquetería figurando rocallas. El retrato consiste en una figura femenina de tres cuartos ligeramente ladeada hacia su derecha mirando hacia el espectador. Aparece sobre un fondo neutro ligeramente degradado según se acerca a la figura. Viste una saya de terciopelo negro, tocada con una gorra baja ladeada guarnecida de diamantes y rubíes. En su complicado peinado se entrelazan perlas y en un lateral se engarza un joyel compuesto por un diamante, un rubí y una perla. De su cuello asoma la golilla con pequeñas plaquitas de oro cosidas.
Datación 1875-1899 (Último tercio del siglo XIX)
Uso/función Representativo/Decorativo
Clasificación Razonada La figura de Isabel de Valois es fundamental para rastrear la trayectoria literaria de Cervantes, ya que la primera obra que se tiene documentada de su pluma consiste en un soneto como homenaje a la reina. Compuso este soneto con motivo de las fiestas que el ayuntamiento de Madrid convocó para festejar el natalicio de la infanta Catalina Micaela, nacida en 1567.
La reina falleció al año siguiente, y los actos celebrados en Madrid se reflejaron en «Historia y relación verdadera de la enfermedad, felicísimo tránsito y suntuosas exequias fúnebres de Doña Isabel de Valois». Fue realizada por Juan López de Hoyos, catedrático del Estudio General de la Villa de Madrid. Los estudiantes del Estudio compusieron la mayor parte de los poemas, pero solo se citará un nombre, al que Hoyos recuerda como "mi amado discípulo": Miguel de Cervantes. Según Adrián J. Sáez, constituye un ejercicio entre la educación escolar y el esfuerzo por entrar en los círculos cortesanos. Es aquí donde aparecen unas composiciones tempranas de un joven Cervantes, más concretamente, un epitafio en soneto acompañado de una copla y cuatro redondillas castellanas. Igualmente, encontramos aquí una elegía también en honor a Isabel de Valois dirigida al cardenal don Diego de Espinosa, confesor de la Reina.
En el epitafio, menciona:
"Aquí el valor de la tierra española // aquí la flor de la francesa gente, // aquí quien concordó lo diferente, // de oliva coronando aquella guerra". Estos versos hacen alusión al tratado de Cateau-Cambrésis de 1559, el cual estableció la paz con Francia y consolidó la supremacía de España en el contexto europeo. Como resultado, se llevó a cabo la unión matrimonial entre Felipe II e Isabel de Valois. Este acuerdo marcó el fin del conflicto bélico en Italia que se desarrolló entre 1551 y 1559. La ceremonia nupcial por poderes se celebró el 22 de junio de 1559 en París, donde el rey Felipe II estuvo representado por Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, quien ostentaba el título de Gran Duque de Alba. Este evento queda descrito en La princesa de Clèves, de Madame de Lafayette, considerada la primera novela psicológica.
Una mención a Isabel de Valois en la novela es la siguiente: "Madame Élisabeth de France, qui fut depuis reine d´Espagne, commençait à faire paraître un esprit surprenant, et cette incomparable beauté qui lui a été si funeste". No obstante, en esta novela se abordan más las figuras de sus padres: Enrique II de Francia y Catalina de Médici. Este rey murió precisamente durante un torneo celebrado por el matrimonio de Isabel con Felipe II, suceso descrito en la Princesa de Clèves.
Este retrato se basa en el primero que realizó Sofonisba Anguissola (dama de la reina y dama de corte) de la reina en 1561. Ambas mantuvieron una estrecha relación, quien la instruyó en el arte de la pintura. Este retrato estaría en la Galería de retratos del Palacio del Pardo, pero se perdió en el incendio de 1604. No obstante, este cuadro sirvió de inspiración para otros que se realizaron en los siguientes años, como el de Juan Pantoja de la Cruz que estuvo en el Palacio Real de Valladolid cuando Felipe III trasladó la capital, hoy en el Museo Nacional del Prado.
Almudena Pérez de Tudela realizó una detallada descripción de la indumentaria de esta representación con motivo de la exposición Historia de dos pintoras del MNP: [.]
"viste una saya de terciopelo negro con mangas redondas de las que asoman las manguillas de seda roja acuchilladas y bordadas con hilos de oro y plata. Va tocada con una gorra baja ladeada guarnecida de diamantes y rubíes, como los botones del resto de la saya. Así vestiría la francesa en acontecimientos solemnes, en los que enriquecía su atuendo con joyas como el collar, la cintura o la sarta doble de perlas. En su complicado peinado se entrelazan perlas y en un lateral se engarza un joyel compuesto por un diamante, un rubí y una perla, que heredará su hija Isabel Clara Eugenia y con el que también se retratará. Como era muy común en el siglo XVI, los diamantes van teñidos de negro por su parte trasera. De su cuello asoma la golilla con pequeñas plaquitas de oro cosidas que vemos en otros de sus retratos. La saya va guarnecida de cintas rojas acabadas en puntas de oro con pequeños rubíes de la India y perlas que se describen en su inventario."
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