Clasificación Razonada |
Según la doctora Ana Cabrera Lafuente, el tejido es un damasco de seda, en ligamento raso, con decoración de tramas espolinadas de seda de color blanco, burdeos y verde. Una de las tramas es un hilo fuertemente torsionado que crea un efecto de relieve. Decorado con ramos de flores, ramas y algunos detalles geométricos que imitan encajes, es un tipo que deriva de las sedas bizarras naturalistas y a dentelle de finales del siglo XVIII, de influencia francesa o taller francés.
Los objetos de plata que componen este juego responden a un estilo estrictamente neoclásico, purista, despojado de elementos decorativos, y elegante gracias a sus formas estilizadas y honestas. La ornamentación queda limitada a los dos sencillos apliques con forma de rana que coronan las tapas del jarro y la bola.
Las marcas corresponden al platero Manuel Aguilar y Guerrero y al fiel contraste Diego de Vega y Torres. Aprobado como maestro platero de la ciudad de Córdoba en 1794, Aguilar ya estaba trabajando a finales del siglo XVIII, época de la cual se conservan algunas interesantes piezas. Su estilo neoclásico no conserva ningún remedo del pasado esplendor rococó de la platería cordobesa, exhausto debido a la ingente producción de figuras imprescindibles de la
platería nacional como lo fueron Damián de Castro o Antonio de Santa Cruz. Tildado como el más importante platero neoclásico de la capital andaluza, la publicación de sus producciones siempre había quedado limitada a piezas de corte religioso, de entre las que destacan dos custodias de asiento técnicamente muy correctas. Nada se sabía hasta ahora de su producción civil. Su nombre se ha visto en muchas ocasiones confundido con el de otros plateros cordobeses con el mismo apellido. Sin embargo, en este caso, no cabe ninguna duda de que se trata de una pieza de este Manuel Aguilar y Guerrero, que mantuvo la presente marca (AGVI/LAR.) al menos entre 1799 y 1808, fecha en la que introdujo un nuevo punzón (M./AGUILAR). Siguió en activo hasta finales de la segunda década del siglo XIX.
Por su parte, Diego de la Vega y Torres fue nombrado fiel contraste municipal en 1804, cargo que desempeñó durante dos sexenios de forma consecutiva. Inicialmente reelegido en 1817, su nombramiento fue impugnado por haber ocupado el cargo durante el periodo de dominación francesa sin que su renovación fuera oficial en 1810. El peso de esta circunstancia y las irregularidades que apuntaban sus opositores fueron suficientes para quedar excluido de ese cargo. (Javier Alonso, 2015)
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