Descripción |
La Pasión de Jesús, como elemento vital del Cristianismo, es uno de los pasajes más representados en el arte de la cultura occidental.
La Crucifixión de Cristo es narrada por los cuatro evangelistas del Nuevo Testamento, que relatan la muerte de Jesús en el Gólgota.
En este calvario aparece Cristo crucificado en el momento de la expiración, con los tres clavos, corona de espinas y potencias, con el paño de pureza anudado artísticamente sobre su cadera derecha y sin subpedáneo.
A su lado, de pie, la madre de Jesús, María, siguiendo el relato de san Juan. El pintor la representa en actitud orante, y vestida con túnica y manto azul verdoso rematado en hilo de oro.
De pie, a la derecha de Cristo, aparece san Juan representado, como es habitual, como un joven sin barba, vestido con túnica roja ribeteada de oro, símbolo de la caridad. Dirige su mirada a Cristo, enjugándose las lágrimas con un pañuelo en su mano derecha, con la izquierda sostiene un libro, atributo que hace alusión a su evangelio y el Apocalípsis.
A los pies de la cruz, la calavera hace referencia al Monte Calvario donde fue crucificado Jesús [Golgota en hebreo siginifica calavera]. Según la leyenda, la cruz se apoya sobre los huesos y la calavera de Adán, indicando que mediante la cruz todos los hombres pueden alcanzar la vida eterna. Se establece así una relación entre el pecado original y la muerte redentora de Cristo.
Las imágenes de la Virgen y san Juan, responden al concepto delicado de la pintura del siglo XV. La Virgen cruza las manos ante el pecho en actitud de oración y san Juan sostiene el libro, actitudes que tuvieron su origen en la iglesia oriental, y se repiten en la iconografía del Calvario.
Al fondo un paisaje esquemático y con luz crespuscular que aporta un gran dramatismo a la escena.
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