Descripción |
La escultura de Carrilero, más bien figurativa desde la óptica actual permite comprobar que compaginó el clasicismo con una postura renovadora, sin confusión ni servidumbres. Claro domino de la materia y de la escala, en la práctica del modelado y en la valoración del oficio como principal apoyo para la creación. Sus esculturas se engrandecen con numerosos recursos añadidos como son los contrastes de luz y sombra o el tratamiento de las superficies.
La acción y el movimiento son determinantes de muchas de sus obras. Hay que resaltar su capacidad para generar sentimientos dramáticos, no cuenta historias ni hechos concretos, sino estados de ánimo procedentes de la fuerza de las muecas y gestos de los rostros, la tensión de los cuerpos, etc. Potencia y monumentalidad aparecen en sus obras de madurez. Queda patente el intenso trabajo conceptual y técnico que subyace cada pieza.
Sus espejos y torsos son obras de pequeño formato, delicadas piezas que parecen influenciadas de la estética simbolista. Representa formas sugeridas, impresión fugitiva de las formas, efectos insinuados, disolución de la materia que palpita en la rugosidad de la materia.
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