Clasificación Razonada |
El 29 de mayo de 1931 se publicaba el Decreto de creación del Patronato de Misiones Pedagógicas con el propósito -tal y como se expresaba en el preámbulo- de "llevar a las gentes, con preferencia a las que habitan en localidades rurales, el aliento del progreso y los medios de participar en él, en sus estímulos morales y en los ejemplos del avance universal, de modo que los pueblos todos de España, aún los apartados, participen de las ventajas y goces nobles reservados hoy a los centros urbanos".
Que las Misiones Pedagógicas eran una iniciativa importante para la administración educativa republicana lo demuestra la propia composición del Patronato, del que formaron parte profesores e intelectuales de gran prestigio. Además de Cossío, que fue su presidente, completaban este organismo Amparo Cebrián de Zulueta, Rodolfo Llopis, Ángel Llorca, Antonio Machado, Pedro Salinas, María Luisa Navarro de Luzuriaga, Enrique Rioja, Luis Bello, Francisco Barnés, Luis A. Santullano, Marcelino Pascua, Lucio Martínez Gil, José Ballester Gonzalvo y Óscar Esplá.
Para fomentar la cultura general, el Patronato de Misiones Pedagógicas estableció bibliotecas y organizó sesiones cinematográficas, audiciones radiofónicas y discográficas, representaciones teatrales, exposiciones reducidas de obras de arte y museos circulantes. Otra de las funciones del Patronato era favorecer la formación del magisterio, y para ello, se organizaron cursos de perfeccionamiento destinados a los maestros de la zona que disfrutaba de una Misión. Además, el Patronato organizaría conferencias y lecturas en las que se afirmasen los principios democráticos y se analizaran cuestiones relativas a la estructura del Estado y sus poderes, a la participación ciudadana, a la actividad política, etc.
Para la asignación de una misión a una determinada localidad era necesario que ésta realizase una propuesta acompañada de un informe que recogiera datos sobre la geografía, economía, distribución de la población, situación cultural y escolar, ambiente social, comunicaciones, itinerario posible y cualquier otra peculiaridad de la comarca que pudiera ser útil para la organización de la futura misión. Aunque el principio no fue muy prometedor, a los pocos meses las solicitudes se dispararon y se hizo imprescindible una rigurosa selección, primando a los pueblos más pequeños y aislados. Las misiones no tenían una duración fija, ésta oscilaba entre uno y quince días, dependiendo de las actividades programadas en cada lugar y del itinerario pendiente. El equipo misionero, encargado de llevar a cabo las actividades, disponía de proyectores, gramófonos, escenarios de sencillo y rápido montaje, y lotes de libros y discos, para ofrecer: proyecciones de películas educativas o de recreo; representaciones teatrales, musicales o corales; conferencias seguidas de coloquios; charlas sobre temas instructivos, profesionales, sanitarios y de educación cívica. etc. Una vez terminada la visita, se entregaba al maestro una pequeña biblioteca para instalar en la escuela y, en ocasiones, un gramófono con un lote de discos. Estas modestas bibliotecas, pese a ubicarse normalmente en las escuelas, estaban dirigidas al conjunto de la población para despertar su afición por la lectura y elevar su nivel cultural.
En el caso concreto de Aragón, el número de Misiones Pedagógicas no fue muy elevado. Sin embargo, sí que resulta significativa la cantidad de bibliotecas que se crearon en la Comunidad autónoma. En Huesca, en el bienio 1931-1933 se recibieron 115 bibliotecas en poblaciones como Agüero, Capdesaso, Castiello de Jaca, Eripol, Escarrilla, Navasa, Nocito, Tardienta (dos bibliotecas, una a la escuela y otra a la Comunidad de Regantes), Ansó, etc. En Teruel, el número de bibliotecas se elevaba a 25 (Albentosa, Alfambra, Bronchales, Orihuela del Tremedal, La Iglesuela del Cid, Valdecuenca, Cella, Híjar, Fortanete, etc. En Zaragoza disfrutaron de una biblioteca poblaciones como Atea, Ateca, Gallur, Ejea de los Caballeros, Caspe, Castiliscar, Cimballa, Torralbilla, Borja (una para la escuela y otra para la Agrupación Socialista), Moros, Moyuela, Valpalmas, Langa del Castillo, Magallón, Alagón (una para la escuela y otra para la Unión General de Trabajadores), etc., hasta sumar 88 bibliotecas.
El Patronato de Misiones Pedagógicas puso en funcionamiento 3150 bibliotecas y al frente de cada una de ellas había un bibliotecario (normalmente el maestro) porque de nada servía contar con un depósito de libros si no había quien invitara a leer. Estas bibliotecas comprendían cuentos tradicionales (Grimm, Perrault, Andersen, Homero, Dante), biografías de hombres ilustres (Alejandro Magno, Cervantes, Livingstone, Miguel Servet), novelas de aventuras Swift, Mayne, Reid, Verne, Lagerlöf, Kiplying, y también obras de autores españoles contemporáneos como Galdós, Pérez de Ayala, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Bécquer, etc. Eran, en definitiva, como puede apreciarse, repertorios que combinaban la variedad, para poder interesar a un amplio sector de lectores y, sobre todo, la calidad.
Bibliografía:
- (2006), Catálogo. Las Misiones Pedagógicas, 1931- 1936. Madrid, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes.
- JUAN BORROY, Víctor M. (2004), La tarea de Penélope. Cien años de escuela pública en Aragón. Zaragoza, Biblioteca Aragonesa de Cultura.
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